jueves, marzo 26, 2009

Terror sagrado

Allá por 1991, DC Comics editó este curioso cómic titulado Batman: Terror sagrado. Era la primera historia dentro del sello Elseworlds, en la que se coloca a los héroes en universos y tiempos alternativos. Concretamente, aquí Batman vive en un mundo dominado por la Iglesia. Los policías son inquisidores, se declaran guerras contra regímenes "corruptos y paganos", el apoyo a pornógrafos judíos se paga con el ahorcamiento, las mujeres no tienen el mismo derecho al voto que el hombre y las "razas no blancas" sólo tienen derecho a medio voto y tanto el aborto como la homosexualidad son delitos perseguidos y castigados con la muerte. Los metahumanos, seres con poderes sobrehumanos, son también proscritos, pero el mando eclesial-gubernamental, no duda en utilizarlos para sus propios propósitos.

Al final de la historia (no revelo demasiado y no estropeo la lectura de este cómic escrito por Alan Grant y dibujado por Norm Breyfogle; altamente recomendable, por cierto, a pesar de que pase sólo de puntillas por un gran tema que podría haber utilizado: ¿es Superman reflejo de Dios o incluso un Dios en sí mismo...?), acepta el destino que había escogido como sacerdote antes de conocer los motivos de la tragedia que aconteció en su niñez, pero luchando contra la corrupción del poder como Batman. "Dios no es el Estado y el Estado no es Dios. Desafiar a los autoproclamados intérpretes de Dios no es renegar de él. Le serviré a mi manera. Durante el día con las sagradas vestiduras y de noche con otras vestiduras... de un color más oscuro", proclama Batman en ese cómic.

Cuando uno escucha las palabras del Papa sobre el sida con motivo de su viaje a África, cuando uno lo que un colegio religioso entiende por educación no partidista, o cuando escucha cómo se valora una película como Camino (en próximos días escribiré algo yo en mi blog), la sensación que queda es que habría gente feliz en un mundo como el que se describe en Terror sagrado. Respeto las creencias, pero jamás las imposiciones, el "conmigo o contra mí" o el desprecio a los demás. Y hay mucho de todo eso en esos tres ejemplos, y en otros muchos.

2 comentarios:

Camilo dijo...

Las palabras del Papa son coherentes con la doctrina de la Iglesia, otra cosa es que esa doctrina guste o no y que se siga o se deje de seguir. Mientras no se cree una patrulla vaticana que investigue dónde pone cada uno su pito a mí plim. En muchos países musulmanes se ahorca a los homosexuales. La Iglesia católica tiene curas, obispos y hasta cardenales homosexuales. Un Estado mete en la cárcel a alguien por robar. La Iglesia no sólo no tiene poder para encarcelar sino que incluso prohibe a los sacerdotes delatar a ladrones, violadores o asesinos. La Iglesia no tiene poder sobre nadie que no acepte ese poder y el que lo acepta puede dejar de hacerlo cuando quiera. Igual que el perdón gratuito que ofrece.

En todas partes hay fanáticos, en la iglesia, en los centros públicos, en los privados y entre los ¿críticos? de ¿cine? También hay pederastas en todas las profesiones.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Petrarca, ya sabes que no hay acuerdo en esto, pero me encanta que expongas tu punto de vista, de verdad. No dudo que lo del Papa sea coherente, pero al mismo tiempo es irresponsable el ámbito en el que pronuncia esas palabras. No dudo que haya fanáticos en todas partes, pero no en todas partes se me quiere adoctrinar o criticar mi modo de vida por no seguir sus planteamientos, y eso marca una diferencia. Y la Iglesia no tiene poder sobre nadie que no acepte ese poder, absolutamente de acuerdo, pero quiere tenerlo y en demasiadas ocasiones se expresa con demasiada superioridad moral sobre quienes no aceptamos ese poder.

Eso es lo que me da rabia. No que tengan sus ideas y las defiendan. Yo no demonizo a los cristianos, ni a Dios, si me apuras ni siquiera a la Iglesia. Pero sí los comportamientos de quienes rigen esta institución. Si ellos se permiten el lujo de insinuar que defiendo el asesinato por tener una creencia, qué menos que poder criticarles en libertad y con rigor.