martes, agosto 16, 2011

10.000 euros, un toro y un muerto

Cuando digo que no termino de creerme muchas cosas de esta crisis es por casos como éste. Por muchas más cosas, vaya, pero esto me reafirma en mis ideas. El pasado domingo, un toro llamado Ratón mató a una persona en Xàtiva. El toro en cuestión le costó al Ayuntamiento la friolera de 10.000 euros. No tenemos dinero para medicamentos, para sanidad, para educación y para no sé cuántos servicios básicos más, pero los toros que no falten. Y que no falten, además, pagando por encima del precio de mercado, porque dicen en muchas informaciones que ronda los 2.000 euros el coste normal de un toro para estos festejos veraniegos en los que se sumerge España entera con o sin crisis. Ojo, que no es cosa sólo de las administraciones, que también he leído que las entradas por ver a este toro son más caras que las de otros eventos sin él. ¿Y por qué pagar más por Ratón? Dicen que por su larguísimo historial de cogidas y por contabilizar ya dos muertos.

Es decir, que se trae a este toro a las fiestas patronales porque va a generar situaciones de riesgo. Embestidas. Cogidas. Cornadas. ¿Por qué no muertes? Si en el fondo es el morbo lo que nos mueve, ¿por qué una muerte tendría que echarnos para atrás? Más bien al contrario. Esa parece ser la grotesca filosofía, y así lo deja claro que al ganadero propietario de Ratón le ofrezcan cantidades ingentes de dinero o lo que dice la publicidad de dichos festejos, en las que se incide en el carácter sanguinario del animal para atraer a la gente (ya que estamos, si a un perro se le sacrifica cuando protagoniza un episodio violento, ¿por qué a un toro no?). Y funciona, claro que funciona. Por supuesto, cuando una muerte se produce todo el mundo parece llevarse las manos a la cabeza. Que si cómo se paga esto con dinero público. Que si por qué se trae a un animal así. Que si quién ha permitido que alguien con más alcohol de la cuenta se enfrente al toro. Todo esto llega tarde y se apagará pronto. Dentro de nada dejaremos de hablar de este tema... hasta la siguiente muerte.

Mientras tanto, seguiremos celebrando fiestas. Pagando dinero público. Y si no pasa nada más, si no hay más muertes en estas asombrosas luchas contra los toros, es porque la suerte o la providencia no quieren. A nadie parece importarle que, año tras año, centenares de pueblos celebren encierros con unas medidas de seguridad lamentables, y nadie pide cuentas a los políticos por ello... a menos que pase algo. A nadie le preocupa que el morbo y la posibilidad de ver un incidente serio y grave sean los motivos que arrastran a la gente a ver estos espectáculos... lo que nos convierte en protagonistas mucho más rastreros que un toro que, en el fondo, lo que hace es defenderse. A nadie le importa el dinero público que se gasta y malgasta en estos eventos... cuando no faltan críticas a gastos en otras partidas, de cualquier tipo. Lo importante es la fiesta. Siempre la fiesta. El precio es lo de menos, parece que incluso cuando se paga en forma de una vida.

Nunca me han gustado los toros. Nada en absoluto. Pero si alguien quiere jugarse la vida delante de un animal como ése por el dinero que le pagan, está en su derecho. Es un trabajo como cualquier otro, me guste a mí o no. Cuando saltan a la arena, saben el riesgo que corren y cobran por él. ¿Los encierros y entretenimientos similares? Eso sí que escapa por completo a mi comprensión. No sé qué puede motivar a una persona a jugarse la vida de esa forma. Me dirán que es por la emoción, por la adrenalina, por la experiencia sin igual. Me dirán cualquier cosa, pero yo no la entenderé. Y tampoco entiendo el morbo que mueve al espectador. Jamás se me ocurriría ir a ver un espectáculo en el que sé que gente normal puede morir. Igual tenía razón un hombre que entrevistaron a raíz de este suceso. Igual merece la pena sacar leones en lugar de toros, que así la cosa tendría más gracia. ¿Cuánto cuesta un león? Que igual el sangriento espectáculo nos sale así más barato.

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