Me pasaba con el caso de Salvador Sostres lo mismo que con el de Sánchez Dragó. No quería entrar en él. Porque, claro, si entro tengo que confesar la repugnancia que me produjo escuchar sus ya famosísimas afirmaciones sobre sus preferencias sexuales (y los motivos que argumenta) o sus opiniones sobre la procedencia de algunos espectadores marroquíes. Repugnancia, asco y aversión. Eso es lo que siento. Ni más ni menos. Lo mismo que con la fanfarronería de Sánchez Dragó de lo bien que se puede pasar con niñas de trece o catorce años. No sé qué les ha dado ahora a los tertulianos por confesar lo que les gustan o no las menores de edad en materia sexual. La verdad es que por ese lado no creo que pueda haber ninguna discusión. Si a una persona le da asco que alguien alardee de correrías sexuales con niñas, le da asco y punto. Por muy legal que sea. Digo yo que quienes pensamos así todavía tenemos el derecho de decirlo y como se trata de una cuestión de pensamiento personal e intrasferible, no le veo por ahí ningún elemento de polémica que no sea interesado.
Lo que sí me llama la atención, y mucho, es que estas afirmaciones encuentran defensas cuanto menos curiosas. La mayoría de quienes se han alineado en defender a Sortres se amparan en que lo dicho era una conversación privada. Y me parece una más que curiosa manera de distraer la atención y desviar el debate. En realidad, es otra discusión que nada tiene que ver con la anterior, por mucho que se quiera mezclar. De lo que se trata, en primer lugar, o al menos eso es lo que a mí me interesaría en un caso como éste, sea de izquierdas o derechas el autor de las palabras, es discernir lo que dicen de él esas palabras en la doble faceta de ser humano y de comunicador. Eso me parece esencial. Yo, personalmente, no creo que quien sostenga afirmaciones así en conversaciones privadas sea poseedor de mucho crédito para hablar en público, mucho menos en un medio de comunicación. Y es que se olvida con mucha frecuencia que una de las funciones de los medios es educar. Si a alguien le parece una argumentación educativa, que lo diga. Ya sé que no era un guión preparado para emitirse. Ya. ¿Opinar una barbaridad en privado no te convierte igualmente en un bárbaro? Pues eso.
La más imaginativa en estas lides de defender a sus protegidos (por aquello de que es tertuliano en Telemadrid), como casi siempre, ha sido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. "Estaría muerta si reproducen cualquier conversación privada mía", ha dicho. Me entra la vena ingenua de nuevo, esa que me hace pasar del mundo real al mundo ideal, y afirmo que lo que ha dicho Esperanza Aguirre me preocupa aún más que lo dicho por Salvador Sostres. Resulta que quien tiene que representarme admite tan implícita como abiertamente que sus conversaciones privadas rozan lo peligroso, se mueven en áreas éticas complejas. Que sus declaraciones públicas son un maquillaje de lo que piensa. Evidentemente, todo esto no lo ha dicho Esperanza Aguirre, porque si no "estaría muerta". Es una interpretación que hago yo de sus palabras. Pero es una interpretación que me parece inevitable cuando a nadie de entre los defensores de Sostres le he oído un mínimo reproche al autor de las palabras de la polémica. Importa más defender a uno de los nuestros que fijar una posición clara sobre unas palabras que han generado malestar en muchas personas, independientemente de quién las haya pronunciado.
El propio Sostres ya se ha defendido en su blog de El Mundo. Titula al artículo en cuestión La vida de los otros, imagino que en una referencia de la que sólo voy a decir que no comparto las sensaciones de quienes en España, de una u otra manera, se sienten ciudadanos de un estado represor de todo tipo de libertades. Demasiada gente se llena la boca utilizando términos de épocas pasadas. No sólo exageran su situación personal para conseguir no sé muy bien qué, sino que desprestigian la lucha y el sufrimiento contra regímenes dictatoriales que estaban vigentes hasta hace no tantos años. A lo que iba, la defensa de Sostres. Él censura la filtración del vídeo y defiende la privacidad de las conversaciones no públicas, ataca al Comité de Empresa de Telemadrid y acusa a alguien vinculado al mismo de haber perpetrado dicha filtración. "El mismo vídeo con el que pretenden atacarme les ataca a ellos mayormente, y desmiente cualquier indicio de integridad profesional y de decencia personal en quienes lo hicieron. Los medios que lo han difundido han actuado en este caso, como en tantos otros, como el brazo armado de la peor indecencia y han dejado claro el tipo de periodismo que practican y lo que cabe esperar de ellos", añade.
Otra vez me parece mezclar las cosas. Estoy de acuerdo en que filtrar vídeos es una práctica nefasta para la credibilidad de los medios. Estoy más que de acuerdo es que la filtración es interesada y busca arremeter contra él por sus opiniones políticas. Estoy de acuerdo en que Telemadrid es una zona de guerra (profesional, se entiende), en el que las balas vuelan sobre las cabezas de todo el que pase por allí. En lo que no estoy de acuerdo en es la distinción de unos medios y otros, de un Comité de Empresa o de otros supuestamente rectos trabajadores. No, la cosa no es así. El problema es que nos hemos enfangado ya tanto que ni siquiera somos capaces de diferenciar. Cuando surge un vídeo comprometido que afecta a alguien de izquierda, los medios y periodistas de derechas disfrutan al menos con la misma intensidad que cuando el caso es al revés. Y si no, recordemos el día de gloria con el que disfrutaron algunos cuando surgió aquel vídeo del Gran Wyoming censurando de malas formas a una becaria de su programa en La Sexta. Aquel vídeo, para quien no lo recuerde, era precisamente una trampa fingida con guión de por medio para hacer picar a quienes efectivamente picaron.
Sólo que aquí no hay trampa. Lo que dijo Sostres es su opinión. En una conversación, como dice él mismo, "jocosa y privada", pero su opinión. Y tan libres son las opiniones de ser emitidas como las valoraciones sobre esas opiniones. Más preocupante es que se emita una opinión así en público, eso esta claro. Pero si tanto preocupa ahora la privacidad de las conversaciones, apliquémoslo a todo lo que se diga, no sólo a lo que nos interesa. Porque digo yo que aquella conversación privada en la que Zapatero, antes de ser presidente del Gobierno, mostraba sus dudas sobre sus conocimientos económicos, los que Jordi Sevilla quería enseñarle "en dos tardes", también formarían parte de la privacidad. O cuando Bono calificó a Tony Blair de "gilipollas". Y de aquello se habló largo y tendido en su momento. Si hay privacidad, que sea para todos. Si hay que denunciar caza de brujas, que sea para todos. Si no, se acabó la credibilidad y la legitimidad para pedir ciertas cosas.
Por lo que no paso es porque me diga que no había visto que en el público había menores. "Ja, ja, chicas perdonad", se oye en el vídeo que dice cuando Isabel San Sebastián le comunica que hay niñas delante, pero todavía insiste en explicar su argumentación, aún después de que le dijeran que entre el público había menores. Y siguió con ella después. "Estás enfermo", le repitió una y otra vez San Sebastián. Y será privadamente enfermo, pero enfermo de todas maneras. Digo yo. Encabeza Salvador Sortres su blog en El Mundo con la frase "escribir es meterse en problemas", y en este caso podríamos sustituir el "escribir" por un "hablar". No comparto la afirmación, y menos cuando la hace un periodista. Mi visión ideal del periodismo es justo la contraria, escribir tendría que contrinuir a solucionar los problemas. Es obvio que eso te puede generar problemas con el poderoso, pero todo depende del punto de vista. Y, evidentemente, cualquiera se puede meter en problemas aún sin quererlo, sin buscarlo e incluso sin merecerlo. Pero otras muchas veces uno se mete en problemas si su personalidad, sus ideas y su trabajo le llevan a ello.
9 comentarios:
La cara de Isabel San Sebastián escuchando a este energúmeno no tiene desperdicio. Y Lo llama enfermo un montón de veces y también le insiste en que hay un grupo de menores entre el público. He visto el video y me ha producido una indignación total.
Sostres y Sánchez Dragó de la mano a la hoguera, ya!
Qué buen artículo, Juan. Me gusta tu alma de periodista apasionado
Impresionante artículo, Juan, poniendo los puntos sobres las ies.
Yo no puedo entender como en estos casos siempre la culpa la tiene el mensajero, y desde luego no entiendo como la Presidenta de la C. de Madrid se empeña en defender a cuanto presunto pedófilo e indeseable le sale entre sus filas, si son actitudes aborrecibles lo son y punto, ya vale de pagar con impuestos a estos tipejos.
Por cierto yo, igual no tengo ni idea, pero no entiendo como hablar en un plató de televisión ante un monton de personas, que son los espectadores, y hablando fuerte como hacía este señor, se puede considerar conversación privada.
No se, yo este mundo y a esta gente, cada vez la entiendo menos, a lo mejor el loco soy yo, pudiera ser.
Un abrazo
Los casos son distintos. Las conversaciones privadas de los políticos pueden ser noticia: lo de Trillo y el manda huevos es noticia, lo de Aznar o Rajoy con el coñazo es noticia, lo de Bono con el gilipollas o las dos tardes de Zapatero son noticia. A los políticos se les ha de pedir responsabilidad porque son funcionarios públicos. Lo de que los periodistas (el Wyoming o Sostres o Dragó) sean noticia por algo al margen de su oficio ya es bastante más discutible... Y directamente equivocado cuando no hacen nada delictivo que se les pueda reprochar. Lo que pasa es que se les utiliza como arma política: al Wyoming contra Zapatero y a Dragó o a Sostres contra Esperanza Aguirre. En mi opinión Sostres tiene todo el derecho a decir lo que dijo (siempre y cuando sus palabras no se consideren escándalo público o currupción de menores, que ya sería cosa) e Isabel San Sebastián todo el derecho a llamarle enfermo. Si a mí me pusieran un micrófono cuando estoy con mis amigos, con este criterio yo debería estar en la cárcel desde hace mucho tiempo. Y es que los periodistas no acaban de entender algo fundamental y es que el privado se miente igual que se miente en público.
Estupendo artículo Juan... poco más que añadir porque básicamente estoy de acuerdo en todo.
Y es que escribir o hablar es meterse en problemas, sobre todo para algunos. En todo caso, si algunos dijesen o escribiesen menos tonterías quizás no tendrían luego que dar explicaciones. Si en vez de tonterías o fanfarronear, es realidad, entonces me preocupa aún más.
Completamente de acuerdo.
Si en privado opinamos de un modo y en público de otro completamente diferente...mal asunto, y me da igual el color, la raza, la ideología y hasta el color de pelo del que habla.
Muy bien Juan!!! tu post de apasionada protesta habla por ti. No he visto el video pero se de que va. Para mí es un asqueroso.
Has desmenuzado el tema hasta el final y me han gustado mucho tus razonamientos. Un abrazo Lola
El asunto Telemadrid tiene su miga. Los sindicatos son un lobby bastante maligno, aunque semejante carácter no le resta un ápice de asquerosidad a los comentarios obscenos de Sostres. Isabel San Sebastián lo dijo mejor que nadie: "Estás enfermo, macho".
Qué tipos tan asquerosos!! Excelente artículo una vez más Juan.
Jo, muchas gracias por tus palabras, de verdad, siempre animan mucho. Yo creo que la clave está en la cara de Isabel San Sebastián, sí. Mujer con la que no comulgo para nada, por cierto.
José Vte., yo creo que esa ha sido la excusa barata y fácil con la que quieren salvaguardar la integridad de Telemadrid, más que la del autor de dichas palabras. Triste igualmente. Ten cuidado, ya sabes que en el reino de los locos el cuerdo es el rey...
Petrarca, tenemos visiones diferentes. Yo creo que la responsabilidad del comunicador es igualmente importante, aunque por otro camino, que la del político. Igual es porque he estudiado y ejercico esta profesión. No sólo es criticable lo delictivo, la ética también marca fronteras que se le pueden exigir a quien genera opinión en los demás. Al menos, así lo veo yo.
Sonix, está claro que ese sería el siguiente punto del debate. Si son fanfarronerías y/o ficciones o si estamos hablando de realidades. Pero casi mejor que no me lo confirmen, vaya...
Inés, yo es que creo que hay está la base de un buen trabajo, sea el que sea, el de periodista, el de político o cualquier otro. ¿Por qué decir una cosa en privado y otra en público? Eso es hipocresía, cuando no directamente un engaño.
Lola, muchas gracias, me alegro de que aprecies los razonamientos y los argumentos. La verdad es que no merece la pena escucharle estas palabras. No hace falta ver el vídeo, ya te aseguro yo (y cualquiera) que no te pierdes nada, sólo un momento de cabreo con el protagonista.
Noelia, sí, y por desgracia Telemadrid lleva demasiado tiempo en el ojo del huracán. No sé qué hay de malo en criticar ambas cosas, unas palabras desagradables y de mal gusto y una acción barriobajera (¿delictiva?) filtrando un vídeo a escondidas.
Arual, sí, asqueroso es el adjetivo que me sale a mí también. Gracias como siempre por tus palabras.
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