lunes, marzo 22, 2010

Star Wars in Concert

Pienso en los sueños que tenía de niño. Los sueños de niño, quiero decir, no los del adulto en que se convertiría ese niño. Cuando no existía Internet, cuando el DVD era pura ciencia ficción, cuando vivíamos con el VHS y el cassette, cuando los sueños imposibles parecían de verdad imposibles. Y me acuerdo de uno de esos sueños: ver a una orquesta tocar los temas de Star Wars, la prodigiosa e inolvidable música de John Williams. Un sueño hecho realidad el sábado por la noche. El espectáculo Star Wars in Concert llegó a Madrid para un único día de función. Y un gran amigo se acordó de este sueño. Quizá no sabía que era, en realidad, un sueño tan anhelado. Pero sabía que era un sueño, sabía lo mucho que iba a disfrutarlo. Cuando consiguió las entradas, hace ya meses, me dijo que no hiciera planes para el sábado pasado. No me dijo por qué. No hacía falta. Un sueño hecho realidad, sí.

Dirk Brossé dirigó a la Royal Philarmonic Concert Orchestra a lo largo de casi dos horas, separadas por un descanso de veinte minutos. No sé si se puede llegar a disfrutar en un espectáculo de cualquier tipo tanto como yo lo hice el sábado con éste. Y aún así, el fanático que llevo dentro, hecho de menos dos cosas. La primera, escuchar a un gran coro entonar alguna de las melodías como el Duel of the fates del Episodio I, La amenza fantasma. La segunda, que no apareciera el que, para mí, es el corte musical más hermoso de toda la saga, el que acompaña al duelo de sables de luz entre Luke y Darth Vader en el Episodio VI, El retorno del Jedi. Bueno, y faltó también la presencia del inigualable John Williams, un genio absoluto al que me hubiera encantado poder aplaudir en vivo. ¿Pero qué son estos pequeños inconvenientes al lado de dos horas de pura felicidad?

El espectáculo lo condujo Anthony Daniels, un actor que, dentro de la carcasa de C-3PO, ha aparecido en las seis películas de la saga. Sólo por él ya hubiera merecido la pena estar allí. Muy de agradecer ese pequeño detalle de ofrecer el saludo y la despedida en un forzado castellano. Muy divertidos los momentos en los que se metía de lleno en la piel del androide de protocolo más famoso de la galaxia (y que hicieron reír a todo el auditorio). Yo no paraba de pensar la suerte que tiene este hombre, la que tuvo cuando allá por los años 70 George Lucas decidió escogerle para dar vida a este personaje. Ahora es un emblema de lo que significa Star Wars. Y cómo se lo debe de pasar el tío en espectáculos como el del sábado, con el aplauso y el cariño de la gente.

Durante la primera mitad del espectáculo, me entró cierto miedo. Temía que la nueva trilogía ganara en minutos a la clásica. La música de las tres primeras películas es legendaria, maravillosa. Es Historia pura del cine, porque, además de su gran calidad, cambió la concepción de la música cinematográfica para siempre. Son temas que muchos llevamos en la cabeza y en el corazón desde hace décadas. La nueva trilogía tiene muy buena música, a ratos excepcional, pero en esto no hay color. Mi temor, en todo caso, era infundado. Fue una fusión magnífica de los temas de ambas trilogías, de los personajes de todas las películas, de las imágenes de toda una vida. Y todo contado en orden cronológico, pero de la cronología de la galaxia. Anakin primero fue un niño esclavo, después aprendiz y caballero Jedi y, finalmente y antes de su redención, Lord Sith. Y así nos lo fueron enseñando en el espectáculo.

Darth Vader es, para mí, el más grande villano de la ficción cinematográfica. Su tema musical, la Marcha Imperial, una gozada difícil de igualar. Estos cuatro minutos de este espectáculo forman ya parte de mis recuerdos más hermosos. Cuatro minutos con los que acabó la primera parte del espectáculo, un subidón de adrenalina, de recuerdos, de imágenes y de sonidos. Una maravilla. Cuando acabó, el pensamiento era lógico: con esto tiene que acabar el concierto. Y con eso acabó. La Marcha Imperial fue la respuesta de la maravillosa orquesta a una salva de aplausos de un público puesto en pie. Anthony Daniels nos pidió un momento de silencio y, con marcadísimo acento británico, nos preguntó. "¿otro?". Y otro nos dieron. Otra Marcha Imperial. Otro momento de gloria, aderezado además por el momento más divertido de la noche: un primer plano en la pantalla gigante de la artista que tocaba el triángulo. Un preciso y precioso toque, sólo uno. Qué maravilla.

Al maravilloso sonido del Palacio de los Deportes (tan maravilloso como absurdo el comportamiento de su departamento de prensa, que, al parecer, si no llegas de parte de un gran medio de comunicación, ni siquiera se digna a contestar a tus correos pidiendo información; y eso no sólo lo digo por no haber recibido respuesta a dos correos sobre este espectáculo, sino a otras experiencias que ya me han contado), hubo que añadir un buen espectáculo visual. La selección de las imágenes, muy buena, como no podía ser de otro modo. El tono de luz para cada pieza, magnígfico. Los haces de luz con los que comenzó la segunda mitad del concierto casi parecían sables de luz. Daban ganas de alargar la mano para cogerlos y seguir disfrutando de una experiencia única.

Al final, estuvo todo lo que tenía que estar. Los grandes temas de la trilogía original (Yoda, la Fuerza, Luke y Leia, la Marcha Imperial, el campo de asteroides de El Imperio contraataca, Leia, la cantina...). Todo, absolutamente todo. Incluso momentos de disfrute muy personal, como el prodigioso final de la música de la batalla de Endor, unos segundos que adoro. El aplauso fue genuino por parte de un público muy diverso. Había gente joven, había gente no tan joven ya, había adultos. Nuevos y viejos aficionados. Esa es la magia de Star Wars, que apela a gente de todas las edades y condiciones. Siempre he pensado que la mayor fuerza de esta saga es su poder para generar sueños, ilusiones y entretenimiento. Lo del sábado no fue más que una confirmación más de eso. Bueno, fue mucho más que eso. Fue un sueño hecho realidad, y hecho realidad en muy buena compañía. La Fuerza sigue siendo poderosa. Ya lo creo que sí.

No puedo terminar esta entrada sin referirme a este hombre, que rápidamente se convirtió en el ídolo de cuantos le rodeábamos. En la entrada para el evento aparece la siguiente advertencia: "Queda prohibido cualquier filmación, grabación o reproducción en el interior del recinto salvo autorización expresa del Organizador. Al efecto, se prohíbe la entrada de cámaras de fotos, vídeo y/o aparatos de grabación de cualquier tipo". Yo quería hacer fotos. Y llevé mi cámara pese a la advertencia. Metí el cuerpo de dicha cámara en el bolsillo de mi chaqueta y el objetivo en el bolsillo interior. Al entrar, una guardia de seguridad me preguntó qué llevaba en el bolsillo. "Una cámara", le contesté. "¿Qué tipo de cámara?". Ahí no supe qué decir y me dispuse a mostrársela para que saliera de dudas. Antes incluso de que asomara más que un lateral de la cámara, ya me dejó pasar. Me quedé con la duda de saber qué tipo de cámara no se podía pasar.
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En el interior, todo el mundo estaba haciendo fotos. Pero es que fue llegar al patio de butacas y conocimos a este hombre. Llegó solo, mochila al hombro y se sentó en nuestra fila de delante. Abrió su mochila. Sacó su cámara de vídeo. Sacó después un trípode. Colocó el trípode. Después la cámara sobre el trípode. Y una vez completó la operación, pulsó el botón "REC" y grabó la totalidad del concierto. Como decía, mi ídolo. Hasta tuvo tiempo de hacer alguna que otra fotografía con otra cámara mientras trabajaba su cámara de vídeo. Estuve tentado de pedirle una forma de contacto para que me pasara una copia. Pero no, en realidad no hace falta...

12 comentarios:

Lola dijo...

Que maravilla verte tan emocionado!! Son ratitos de felicidad en la vida que hay que agarrarlos al vuelo. Eso ya no te lo quita nadie.
Un abrazo muy fuerte Lola

Reverendo Pohr dijo...

Impresionante!!!

El Impenitente dijo...

Yo también me quedo con tu entusiasmo, con tu felicidad, con la felicidad de un niño. Como dicen de los toreros, de los buenos toreros, transmites.

Arual dijo...

Jo debió ser alucinante, qué envidias Juan!!

Jo Grass dijo...

Qué emoción, Juan. Después de leerte es como si yo también hubiera estado allí ( algo que me hubiera encantado, of course y te aseguro que yo también llevaría una cámara encima, jajaja)

Claire dijo...

¡¡Que detallazo por parte de tu amigo!! Me alegro un montón de que lo hayas pasado tan bien, y de que hayas vivido intensamente la experiencia. Tienes razón al decir que no necesitas la copia, porque seguro que la esencia del espectaculo se te ha quedado grabada. Felicidades por haber echo realidad un sueño.
Besos.

Anónimo dijo...

Me enseñaron este video de youtube y viendo lo fan que eres de la guerra de las galaxias he pensado que te podría gustar.
http://www.youtube.com/watch?v=Rb1Mc0cQ7ck

Edurne

Juan Rodríguez Millán dijo...

Lola, pues sí, fueron unas horas estupendas para recordar siempre...

Reverendo, lo fue, lo fue...

Impenitente, ese elogio me lo guardo, me ha encantado.

Arual, una pena que estas cosas no se hagan más a menudo y por más lugares...

Jo, ya iamgino que tú no entras en un sitio así sin tu cámara, je, je, je... Me alegro de haberte hecho sentir como si hubieras estado.

Claire, él me dice que no es nada, pero se lo agradeceré toda mi vida. Muchas gracias.

Edurne, el ordenador se me ha rebeldado hoy y tarda mucho en cargar el vídeo, pero lo tengo ya en favoritos para verlo más adelante. Muchas gracias, ¡estoy seguro de que me va a gustar!

Espe dijo...

¡Yo también estuve allí! Casi no soy capaz de describir con palabras lo que sentí durante todo el concierto. Ya sólo al escuchar la melodía de la Twentieth Century Fox se me puso la carne de gallina, así que imagínate con todo lo demás... Me alegro de que lo disfrutaras.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Espe, pues yo también me alegro mucho de que lo disfrutaras, la verdad es que todo fue sensacional. Y bienvenida a este pequeño rincón, espero que vuelvas.

PAblo dijo...

Hala, otro suertudo que se atreve a contarlo para ponernos los dientes largos a los demás ;-D

Impacientes Saludos.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Pablo, es que es como para poner los dientes largos, je, je, je...