lunes, agosto 03, 2009

Mentira acreditada, nula consecuencia

Viendo el entusiasmo con el que Mariano Rajoy ha celebrado el archivo de la investigación contra Francisco Camps, a mí me asalta de nuevo esa sensación de que Spain is different. Todo este caso ha provocado una revolución. Sí, sí, una revolución. Porque del Gürtel han nacido nuevas figuras que, dentro de nada, tendrán que ser de estudio obligatorio en manuales de nuestros futuros jueces, fiscales y políticos. El tesorero del PP, Luis Bárcenas, ha creado una nueva figura, la del "dimitido temporal", y Camps hizo lo propio con la del "imputado feliz". Lo que ahora resulta de la sentencia no lo voy a valorar con una denominación tan específica como esas tan oportuna y acertadamente creadas por ellos mismos, no vaya a ser que me caiga a mí una querella por decirlo.

Pero la conclusión es obvia, y lo dice la sentencia que ha traído tanta felicidad a Rajoy. Camps ha mentido en sede parlamentaria y, siempre y cuando mantuviera allí la misma versión que ha sostenido siempre en público, en sede judicial. Los regalos existieron. Existen. Son algo tangible. Los jueces así lo asegura en la sentencia. Si no se prosigue con la investigación es porque dos de los tres magistrados entienden que no se puede inferir que los regalos se producen a causa de que Francisco Camps sea presidente de la Comunidad Valenciana o del PP valenciano ni que las personas que los hicieron consiguieron beneficio directo con sus dádivas. Me pasa como al magistrado que ha emitido un voto particular, no entiendo esa interpretación. Camps no es presidente valenciano ocho horas al día y el resto deja de serlo. Si recibe regalos importantes de gente que anda procesada en casos de corrupción, es factible pensar que alguna relación puede haber.

El caso es que con este auto se acredita así la mentira continuada. No lo digo yo, lo dicen los jueces. Ni Camps pagó los trajes, ni Camps rechazó regalos, ni Camps desconocía a las personas que dijo desconocer. Por el momento, no hay juez que haya dicho que hay ilegalidad alguna en todos estos extraños movimientos. De acuerdo. Pero hay mentiras. Claras, manifiestas y verificables. No es cuestión ya de opiniones, ni de confianza en Camps, ni de afinidad política hacia el sujeto de este asunto. ¿Qué va a pasar ante este panorama? Absolutamente nada. Hemos cruzado hace demasiado tiempo un punto de no retorno en el que nuestros políticos tienen manga ancha para hacer cualquier cosa. Pueden mentir. Pueden decir una cosa y la contraria según les convenga. Pueden valerse de sus mentiras para ganar elecciones. Y ahora han demostrado que pueden saltarse leyes a la torera.

Con esto de los regalos a los cargos públicos pasa algo parecido a lo de las primas a terceros en el mundo del fútbol: son ilegales, todo el mundo las conoce y nadie hace nada, ni por perseguirlas ni por legalizarlas. Un presidente del Gobierno, un ministro, un presidente autonómico, un alcalde, no puede recibir regalos. Punto. Lo dice la ley. Es así de sencillo y no cabe aquí debate moral y ético alguno. Como todos se la saltan, qué graciosa es la ley pero cómo vamos a hacerla cumplir. Y cuando cogen a uno saltándosela, en lugar de utilizar este asunto como inicio de una limpieza total y radical de la política, pasamos de la negación más absoluta o decir que es que todos hacen lo mismo. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza por admitir públicamente que se salta la ley. Rita Barberá nos lo demostró, con un rizo de la historia sencillamente portentoso. Primero quiso que se procesara al presidente del Gobierno por recibir regalos y después nos dijo que ella también los recibía como todos. ¿Pedía implícitamente su propio procesamiento? Seguro que no. Pero con su habilidad para hacer declaraciones así, seguro que se ha ganado una nueva mayoría absoluta en las próximas elecciones. Tiempo al tiempo.

Lo de Camps me deja otra preocupación. Muy honda. La misma que me dejó el caso del Yak y el hecho de que el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, se haya ido de rositas. Y es que parece que la política cuenta con un paraguas judicial especial, con una protección extraordinaria por parte de los jueces de la que el ciudadano de a pie jamás gozará. Por más pruebas documentales, testimoniales y periciales que haya, da la impresión de que el político goza de una inmunidad casi total. A menos que haya una conjunción de planetas políticos, judiciales y mediáticos, un responsable público actual o pasado jamás sufrirá el azote de la Ley y de la Justicia. Eso es lo que sucedió con los GAL, los Fondos Reservados, Roldán y demás. Desde entonces, y mira que ha llovido desde entonces, esa conjunción no se ha producido. Algunos, como hoy Rajoy, lo celebran. Para mí, es una puñalada más en el corazón de la credibilidad política y judicial.

7 comentarios:

Silvia dijo...

A mí lo que me flipa es que unos de los jueces sea amigo del de los trajes y nadie diga nada de nada. Sin lugar a dudas Spain is diferent...

Bss.

Reverendo Pohr dijo...

A mi me gustaría leer la resolución. Es comprensible que no esté completamente probado que estos "regalos" constituyan sobornos y, claro está, uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario más allá de toda duda razonable. Pero si ha habido imputación, es porque había indicio de delito, por lo cuál la absoluta honradez pregonada queda en entredicho. En el caso también está el hecho de que muchos comerciantes se puedan encontrar en una situación de indefensión ante la presunta morosidad de importantes y populares cargos políticos, pero parece que éste no era el tema que se trataba. Pero quizá se debería tratar, ya que la época de "La Collares" (y sus regalos) es algo que debería quedar en el pasado.

Un sobreseimiento con un "aquí no ha pasado nada" no queda muy bien, aunque haya quién lo "celebre" como un éxito. Una cosa está clara: ser receptor de presentes (instigados o voluntarios) no es sinónimo de "ser una víctima". Camps, como otros tantos repartidos por España, tiene más de jeta que de mártir. Igual es inherente al cargo.

Anónimo dijo...

Si es que todos mienten. Yo me acuerdo de lo que me asombró cuando Zapatero, después de decir innumerables veces que no se dialogaba con ETA, pasó sin que nadie se alarmase al «dialogamos pero no pactamos». Ay, como lo hacía por el Bien de España estaba justificado el acto de mentir.

Ahora no me sorprendería, creo que aunque haga pocos años de eso todavía era muy pura en asuntos políticos. En unos pocos años me he asqueado de la política hasta el extremo de no podérmela tomar con seriedad. El caso Gürtel es otro ejemplo más de ello.

El Impenitente dijo...

Un funcionario no puede aceptar regalos. Por ley. Ninguno. Desde el último hasta el primero, es decir, el Rey.

Sobre la mentira, Juan, eres un ingenuo. Mienten siempre y no pasa nada pues, al final, se protegen y todo es electoralista. No les importa ni la verdad ni la mentira. Sólo los votos. Es el gran timo de la democracia, el gran timo de la política.

Si Camps hubiese dicho la verdad desde el principio no habría pasado nada. Si se ha estirado tanto este tema ha sido por su culpa. ¿Qué político puede acusar a otro político por recibir regalos? ¿Quién tiraría la primera piedra?

Arual dijo...

Eso que el político que no ha recibido regalo alguno tire la primera piedra... bufff cuánta hipocresia!!! Y ahora a perder el tiempo recurriendo la decisión y ale temita largo todo el verano!!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Silvia, por ese punto paso de puntillas porque creo recordar que ya me he quejado alguna vez... Pero es de lo más alucinante de este caso, sí...

Reverendo, me temo que es inherente a muchos cargos y que Camps tiene pinta de ser uno de ellos...

S.Dedalus, todos mienten, pero todavía veo diferencias. Sin ser positivo en ningún caso, y sin ánimo de desviarme del tema, no es lo mismo mentir para proteger una negociación del Estado que afecta a su seguridad que mentir por proteger unos dinerillos que un político se ha ganado de forma ilegal. Pero entiendo tu punto de vista. Comparto asco por esta política. Tiene que ser posible otra.

Impenitente, sí, más de una vez he admitido mi ingenuidad en estos temas. Pero no me preocupa que los políticos se tapen unos a otros (el tres por ciento de Cataluña fue eso). Me preocupa que la Justicia y la Prensa no hagan nada para controlar al poder político. Eso sí es duro.

Arual, eso es lo malo, que no es más que una serpiente de verano. Un día un perro morderá a un niño y nos olvidaremos de todo. La hipocresía con este tema está fuera de toda duda. Yo contrataba un equipo de funcionarios que investigara a TODOS los políticos de España, empezando por el Gobierno y acabando por el concejal del pueblo más pequeño. Que ya está bien...

Juan Rodríguez Millán dijo...

Tercera Opinión, eso es lo asombroso, que comportamientos reprobables, los tenga quien los tenga, encuentren apoyo. Pasaré a leerte. Gracias por tu visita.