Si hay algo que soporte menos que un político haciendo el vago, eso es un político de prestigio haciendo el vago. En el Congreso hay unos cuantos diputados que gozan de ese prestigio (independientemente de lo bien o mal que me caigan a mí) que cobran por acercarse de vez en cuando a pulsar un botón y contribuir así al bloque partidista de forma anónima, sencilla y sin responsabilidad alguna. Desde que se constituyeron las cámaras después de las últimas elecciones generales, hace ya quince meses, hay siete diputados (otros seis que están en la Cámara sólo desde abril de este año se sumarían a esta nefasta lista) que sólo han hecho eso: pulsar un botón.
Ni preguntas, ni iniciativas, ni petición de documentos, ni intervenciones en el pleno o en una comisión. Nada, absolutamente nada. No es que trabajen poco. Es que, aparentemente, no trabajan. Y cobran por ello, ya lo creo que cobran. Entre 4.000 y 6.500 euros, según diversas variables. Cobran por no trabajar. Es una de las vergüenzas de la democracia, y así hay que decirlo. Y decirlo bien alto, porque esta es una de esas noticias que nunca llega al primer plano de la actualidad, una de esas que no llega al ciudadano con la fuerza suficiente. Pensad en el compañero vago que os amarga cada mañana, ese que os lleva a preguntaros como es posible que vuestro jefe le mantenga en su puesto de trabajo aún a sabiendas de que no hace nada. Pues a estos, además, les estamos pagando entre todos y les hemos encomendado con el voto nuestra representación en el poder legislativo.
Más vergonzosa resulta esta práctica porque da la impresión de que en esa posición se colocan tipos con cierto bagaje, gente a la que parece que se le debe algún favor, barato y sencillo de pagar de esta forma. En esa lista están dos ex ministras que pasaron por el Gobierno con su actual presidente: María Antonia Trujillo y Carmen Calvo. El PSOE dice que sus diputados, por lógica, tienen que ser menos activos, puesto que no van a ejercer oposición al Ejecutivo. Así se configura el favor definitivo, puesto que el partido mayoritario siempre tendrá la capacidad de colocar a más personas a las que tenga algo que pagar... a cambio de nada. El sueldo lo paga el Estado, cuando tengan que votar acudirán a su escaño y el resto del tiempo, con una buena nómina bajo el brazo, podrán trabajar en lo que quieran. O en nada, que con 4.000 euros al mes no se vive mal.
Estas dos ex ministras no se encuentran precisamente entre mis políticos favoritos. Mucha más pena me da ver dentro de ese declive político, de ese desperdicio de capital económico y personal (por su presencia o por la ausencia de otra persona con más que aportar) a otras dos socialistas de relevancia: Alfonso Guerra (supongo que todo el mundo, incluso los más jóvenes, conocen a Guerra, pero por si acaso es el del centro en la imagen) y Txiki Benegas (el de la derecha). Es de suponer que el PSOE les está recompensando así por sus años de dedicación. Y así el primero se puede dedicar a sus cosas, a la Presidencia de la Fundación Pablo Iglesias y a sus artículos de opinión, y el segundo a escribir libros, algo que viene haciendo con regularidad desde los años 80. ¿Merece la pena que el Congreso de los Diputados, la institución para la que votamos cada cuatro años, el lugar donde se supone que estamos representados los ciudadanos, se llene de gente que no trabaja? Rotundamente no. Algo tendría que hacerse.
En el caso del PP, uno de los dos diputados que no ha hecho nada en lo que llevamos de legislatura ofrece una lectura diametralmente opuesta. Se trata de Carlos Aragonés (en la imagen, a la izquierda), el principal asesor de José María Aznar durante casi toda su carrera política. Una de las primeras cosas que hizo Mariano Rajoy cuando sucedió a Aznar fue cargarse el puesto que tenía Aragonés en la Ejecutiva del partido. En la crisis de liderazgo que vivió el principal partido de la oposición el año pasado, en vísperas del Congreso en el que finalmente se reelegió a Rajoy, Aragonés fue uno de los más críticos con su líder. Incluso llegó a decir que de su proyecto para el PP sólo se sabía "que Rajoy quiere ser presidente". Pero es diputado, aunque no haga nada, y cobra por ello. ¿Es un pago a su silencio? ¿Se utilizan escaños para comprar complicidades? ¿Es esa realmente la democracia que tenemos? Tiemblo sólo de pensarlo.
He abogado muchas veces por una reforma de la Ley Electoral, imprescindible para revitalizar una política que en España vive momentos complejos, que se enfrenta a una pérdida brutal de ilusión en la ciudadanía, por mucho que los partidos quieran cerrar los ojos ante las muchas evidencias. Si algún valiente se decidiera a hacer esa reforma, éste es uno de los problemas que debiera incluir en la lista de cambios. Basta ya de que el Congreso sea un cementerio de elefantes, un lugar de compra-venta de favores o un sitio donde la gente no vaya a trabajar, sino simplemente a cobrar dinero público que no se gana ni se merece.
4 comentarios:
Completamente de acuerdo en el razonamiento que haces.
Si se planteara un cambio en la ley electoral creo que uno de los principales elemento a tener en cuenta debería ser la apertura de las listas. Con el actual sistema nos valdría un diputado de cada partido con el numero de votos igual a los escaños que supuestamente hubiera sacado su partido. Me parece contradictorio que las listas sean cerradas y luego algunos diputados voten en función de sus creencias personales y en contra de la posición de sus partidos. Si yo no he tenido la oportunidad de juzgar esas creencias, ellos no deberían saltarse la disciplina del partido que, al final, es la que se ha votado. Reconozco que esto me indigna más cuando las creencias del diputado de turno no coinciden con las mías.
¿No se podría exigir a los diputados algún rendimiento concreto?
Yo gano muchísimo menos y trabajo más horas, me evalúan cada trimestre y me piden alcanzar unos objetivos concretos y si no...a engrosar las listas del paro.
A estos los cesan y les dan un sueldo de por vida...una verguenza.
Garraty, lo mínimo exigible con el sistema que tenemos es que los diputados elegidos por cada circunscripción antepusieran su propio territorio a todo lo demás, como sucede en Estados Unidos, donde los congresistas sí tienen que ganarse a sus votantes. Hace falta una nueva ley electorla sin duda.
Inés, creo que es justo esa comparación la que es sangrante. Ya sé que no es muy popular, pero fíjate que yo ni siquiera me opongo a que tengan pensiones vitalicias. Pero porque entiendo que hacen un sacrificio por dedicarse a la política. Mejor dicho, debieran hacer ese sacrificio y el Estado compensárselo. Pero con la cantidad de diputados pluriempleados (trabajan en lo suyo y votan como diputados) y vagos que tenemos, es como plantearse muchas cosas.
Buenísimo post! De acuerdo contigo, lo comparto y lo exteriorizo y si hace falta hacer algo más, pues también.
Me ha gustado por la objetividad entre otras cosas.
Me he encontrado con tu blog y he leido cine y este. Volveré.
Si quieres leerme estoy en http://boheme.zruspas.org
Un saludo Lola
Publicar un comentario