No soporto reventar ni que me revienten películas. No creo que saber lo que va a ocurrir en un filme sea algo definitivo para evaluar su calidad (por ejemplo, cada vez que veo El sexto sentido me parece mejor película... aunque ya sepa la sorpresa final), pero si los responsables del producto se han guardado alguna sorpresa para buscar una sensación determinada en el espectador, ¿quién soy yo para reventarle eso a nadie? Y lo que es aún más importante para un servidor: ¿quién es nadie para reventármelo a mí? Pues casi todo el mundo lo hace. Y no, no hablo de esa conversación casual en la que a alguien se le escapa el final de la película de la que estamos hablando justo antes de preguntar "porque todos la hemos visto, ¿verdad?". No, hablo del premeditado arte de revelar datos esenciales de un filme aún a sabiendas de que se está haciendo. Un arte que lo único que consigue es robar momentos especiales para quienes saboreamos cada película, cada pase, cada visita a una sala de cine. ¿Por qué lo hacen? Ni idea.
Todavía recuerdo a un tipo que conocí una vez (y vi, afortunadamente, sólo esa vez) hace ya unos cuantos años. Según pasábamos por delante de un cine en el que proyectaban Seven, el individuo se puso a gritar "lo que hay en la caja es..."... y ahí lo dejo por si alguien todavía no ha visto Seven. Más de uno puso cara de querer reventarle la idem al chaval, y yo miraba para otro lado como si no le conociera. Este tipo estaba muy orgulloso de sí mismo, por haberse convertido en una versión pretendidamente malévola (insisto, ¿por qué?) del Homer Simpson que en un episodio rememoraba su juventud y cómo toda una cola de espectadores ávidos de ver El Imperio contraataca se enfadaba con él al revelar el secreto mejor guardado de la cinta de George Lucas. Sí, hay gente que se enorgullece de ser aún más descerebrado que Homer Simpson, así es el mundo que nos rodea...
A veces, los propios trailers de una película son demasiado reveladores (¡gracias, Spielberg, por no incluir a los dinosaurios en el avance de Parque Jurásico y dejarme la inolvidable sensación de verlos por primera vez en pantalla grande!). Y por descontado, si en televisión hablan de una película es importante revelar su final. No sé cuántas veces me han contado en la caja tonta cómo acaba El planeta de los simios (¡recuerdo hasta un anuncio de telefonía que se basaba en dicho final!), y ahora me viene a la cabeza un reportaje que emitieron en los Informativos de La Sexta en los que nos contaban cuántas veces moría cada actor y en qué película, con lo que creo que destriparon del orden de una docena de películas en apenas un minuto. Memorable y meritorio esfuerzo, sin duda. Recuerdo que muchos decidieron poner la última escena de Paul Newman en la gran pantalla cuando el mítico actor nos dejó. En ese momento, ya no sé si lloraba por la pérdida o por la insensatez de quien decidió reventar el desenlace de su última interpretación.
Y aunque todo esto es, como poco, impresionante, hay un terreno donde se supera todo: los CDs de las bandas sonoras. Si cogéis el disco con la música de la nueva película de Harry Potter, El misterio del príncipe (que para ahondar en la tragedia revientapelículas todavía no se ha estrenado) y llegáis al corte 26, os daréis cuenta de que su título es The killing of -------, y ahí lo dejo para no caer es eso mismo que tanta rabia me da. La palma, en todo caso, se la lleva el CD de Presunto inocente. La película es una intriga sobre un asesinato que se le cuelga al bueno (en realidad no tan bueno en esta película) de Harrison Ford. Él dice que es inocente, pero, como la víctima es su amante, las pruebas apuntan hacia él. Cuando uno escucha el disco, y llega al último corte de la película, excepción hecha de los créditos finales, se da cuenta de que su título es -------'s confession. ¡Nos adelantan nada más y nada menos que la identidad del asesino que confiesa al final, reventando el motivo por el que quieren que estemos dos horas delante de la pantalla!
¿Tan difícil es hablar de una película sin tener que revelar algo esencial del argumento...?
11 comentarios:
Recuerdo que hace un par de años estaba siguiendo con el alma el vivo el desarrollo de Desaparecida, que me pareció una serie estupenda.
Me perdí el capítulo final pero por suerte lo repusieron el domingo siguiente, por su éxito. Esa misma noche, antes del episodio, tuve la mala idea de ir a tomarme una caña. Se pusieron a hablar de la serie cuando de repente una de las que estaban allí dice: "el asesino es x, ¿no?".
¡¡¿?Por qué lo hizo?¿!! ¿Qué mecanismo cerebral le lleva a alguien a soltar eso? ¿Acaso obtiene algo? ¿Aporta algo a su vida? Encima, cuando me quejé, me dice: "tampoco pasa nada". Nada, que me reventó la serie entera, simplemente.
Excelente artículo.
En un mundo cada vez más globalizado resulta casi imposible que no se revienten las películas. De hecho, en buena medida, las productoras ya cuentan con ello y la mayoría de las superproducciones cuando llegan a la pantalla son casi del dominio público y los trailers y adelantos se han convertido en instrumentos inevitables de promoción. El que se hable y se cuenten las películas (o los libros) es una demostración de su éxito y casi resulta garantia del mismo.
Es una muestra de falta de civismo, si quieres, pero a mí frente a otras me parece menor y perdonable. (Quizás sea porque a mí no me molesta aunque entiendo que haya gente que sí).
Impacientes Saludos.
Lo peores cuando lo hacen con las series que llevas a medias. A fin de cuentas con un película te destrozan dos horas, pero cuando van periódicamente destrozándote horas y horas... se te queda una cara de tonto impresionante.
Pues debe ser que lo llevamos en los genes porque mis hijos se adelantan a los diálogos y casi sin darse cuenta te explican quien es el malo, quien el que muere al final y quien es el culpable de toda la historia.
Habrá que educarles...
Ves, hasta me asaltan el ordenador y termino mandando los comentarios con su nombre...¡hijos!
Yo es que soy de los que piensan que a veces es incluso más interesante el cómo se cuenta que el qué se cuenta. Sabiendo el final de El sexto sentido y revisionándola por ejemplo reparas en más detalles que la primera vez que la ves.
Al final de algunas películas clásicas se hace constar al espectador mediante un rótulo que no revele el final a nadie para mantener el factor sorpresa. Recuerdo el caso de Testigo de cargo de Billy Wilder. Este recurso se utilizó también en una peli más reciente, Presunto inocente de Alan J. Pakula.
Ahora esto práctica es una quimera. En el caso que citas de El planeta de los simios es flagrante, la carátula del dvd - y supongo que los affiches de la época- incluye la imagen definitiva, el spoiler final.
Por no hablar del caso de Rodrigo Rato que en una sesión del congreso destripó el final de Los otros - cuando ésta estaba todavía en cartel- diciendo que los diputados socialistas estaban igual que sus protagonistas y se quedó tan ancho.
Es lo malo de las películas porno, pues al final siempre sabes que terminan casándose.
No sé cuántas veces habré visto "El planeta de los simios", pero el final nunca deja de impresionarme. Ni creo que jamás deje de hacerlo.
¡Hola! He entrado en tu blog a través de el de Bebita y me ha gustado mucho tu artículo. Muchas veces me he sorprendido porque mientras menos sabía de una película, más me ha gustado luego. Creo que las promociones que hacen son cansinas y estropean la emoción de encontrarte con algo por primera vez, pero supongo que son casi-necesarias.
Javier, es que muchas veces parece que se hace a propósito, no falla... Yo intento abstraerme de la importancia de las sorpresas y valorar el conjunto, pero me sigue sorprendiendo la facilidad con la que la gente revienta historias y priva de emciones personales...
Pablo, ese es uno de los motivos de mi asombro. No entiendo que para hablar de cualquier película, serie o libro, de cualquier historia de ficción, haya que hablar del final, de lo que el autor quiere guardar celosamente. Creo que en la amplia mayoría de los casos se puede evitar, pero se opta por lo más fácil. A mí me molesta el detalle, pero no terminará nunca de arruinarme una película porque busco más cosas.
S.Dedalus, pues sí, puede que tengas razón, que con las series es más complejo por su mayor duración. Pero como series veo pocas, mi experiencia es mayor con el cine.
Inés, ¡benidta inocencia la de los críos, je, je, je...! Bueno, la intuición es algo fantástico y el valor que puede tener una película para cada persona es algo que se acaba aprendiendo.
Dexter, estoy de acuerdo, por eso me gusta ver tanto el qué como el cómo. El sexto sentido es un ejemplo perfecto. Hitchcock también usó el cartel de Psicosis para pedir a la gente que no revelara el final. Y lo tenía olvidado, pero me has recordado lo de Rato, sí...
Impenitente, ni a ti ni a mí nos dejará de impresionar el final de El planeta de los simios, pero... ¿y a las futuras generaciones? Porque ahora la juventud ve las películas de otra forma, distinta a la nuestra, y ya no sé si provocará ese impacto. Una pena.
Tilde (¿te llamo así?), me alegra verte por aquí, te devolveré la visita. Estoy de acuerdo contigo en que la promoción es muchas veces causante de este mal, y la verdad es que estoy convencido de que hay formas mejores de promocionar una película que reventándotela. Pero todavía no se han dado cuenta.
Todavía recuerdo la pequeña regañina que me soltaste cuando, en un post sobre malvados fascinantes, delaté quién era el Kaiser Sauzee de "Sospechosos Habituales" (no fue malicia, simplemente no podía evitar relacionar personaje con actor y quería hablar de ambos).
No obstante, no puedo darte la razón. Una vez, antes de ir a ver Mouline Rouge, un colega me dijo aquello de "ah, es aquella en la que muere... (x)" y mientras pensaba cómo estrangularle, intentó arreglarlo con aquello de que al principio del film ya te lo avisa (aunque eso no significa nada: sé de películas cuyo inicio da pie al engaño).
Qué mal habremos hecho los aficionados al cine para convivir con los "revienta"?
Es malo que haya revienta-películas profesionales, pero peor es que trabajen en medios de comunicación. Todavía recuerdo con furor a cierto periodista de TV 3 que desveló la parte final de "Million dollar baby" cuando todavía estaba en cartelera.
Conocer el final no evita que uno pueda disfrutar viendo una película, pero le resta alicientes. Por ejemplo, no es lo mismo ver "Psicosis" cuando se estrenó que verla ahora, porque todo el mundo sabe cuál es el final. El caso de "El sexto sentido" es más curioso todavía, porque si uno la ve sin saber absolutamente nada, se lleva dos sorpresas: primero, porque lo que al principio es una película de un niño con problemas pasa a ser una película de fantasmas; y segundo, porque... bueno, ya sabemos qué pasa al final...
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