Pues sí, aquí estamos. Hablando de anchoas. Yo no sé si es que este país se ha vuelto loco, si lo ha estado siempre o si el loco soy yo, pero me resito a creer que la palabra más repetida en los informativos de hoy y en las declaraciones de nuestros políticos sea esa: "anchoas". Y todo por una ocurrencia que si la hubiera dicho un amiguete en el bar podría ser hasta graciosa, pero que si sale de la boca de un dirigente político lo único que debiera provocar es la constatación de la incapacidad de esa persona para ejercer un cargo público. Porque, señoras y señores, me temo que no es una inocentada, sino que ha sucedido de verdad: la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ha propuesto públicamente reformar el Código Penal para perseguir al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por recibir dos botes de anchoas del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. Para "poner las cosas claras", dice.
Las cosas claras. Vale, pues pongamos las cosas claras. Hay que decir muy claramente que lo que es perseguible es que un político acepte regalos a cambio de favores. Ya que Rita Barberá menciona las anchoas, espero que cite a continuación los privilegios ilegales de los que gozan Revilla o Cantabria gracias a esos botes de anchoas. Hay que decir muy claramente que esos botes de anchoas los han recibido otras muchas personas, como ha dicho el propio Revilla los ha recibido hasta Francisco Camps. Supongo que eso no moverá a Rita Barberá a reclamar públicamente una ampliación de la investigación al presidente de la Comunidad Valenciana. También hay que decir muy claramente que la investigación a un presidente autonómico no es surrealista, ridículo ni alocado, como he oído decir desde las filas populares con respecto al proceso contra Camps. Es legal y necesario, es una demostración del funcionamiento del Estado de Derecho, porque nadie está por encima de la Ley.
Vamos a seguir diciendo cosas claras. No seré yo quien pida la dimisión de Camps, pero sí hay que decir claramente que el PP está incumpliendo con el presidente valenciano (y, ya que estamos, con su tesorero, Luis Bárcenas) el código ético que aprobó hace unos cuantos años y que habla de suspensiones de militancia para aquellos cargos de su partido perseguidos por la Justicia. También hay que decir claramente que Mariano Rajoy se esconde de la prensa y de los ciudadanos (incluso de sus ciudadanos, aquellos que le dieron su voto y que parece que no le exigen las explicaciones a las que tienen derecho) para no hablar de estos temas, perdiendo la elocuencia que exhibe cada vez que se trata de atizar a un socialista (culpable o inocente, qué más dará). Y con el mismo nivel de claridad hay que decir que la presunción de inocencia es para todo el mundo (no sólo para el PP) y que los tiempos de la política (y la asunción de responsabilidades) no tienen nada que ver con los tiempos de la justicia (y el cumplimiento de penas).
Porque, claro, está muy bien eso de pensar en anchoas, pero parece que no se dicen muchas cosas con la suficiente claridad. Y con la misma claridad que pide Rita Barberá, me limito a recordar que Mariano Fernández Bermejo no cometió delito alguno, pero dimitió (¿conocen ese verbo en la calle Génova; es fácil y regular: yo dimito, tú dimites, él dimite...) como ministro de Justicia. Que todavía no hay condena alguna contra Alberto Saiz, pero presentó su renuncia al cargo de presidente del Centro Nacional de Inteligencia. Y que el juez Garzón, por muchas veces que Rajoy le llame "socialista" pretendiendo restarle valor a su trabajo y por acertado o equivocado que sea éste, no cometió ninguna irregularidad en la dichosa cacería, ni con su viaje a Estados Unidos, ni mucho menos investigando una trama criminal asociada a un partido político. Por mucho que sea el PP. Para ninguno de los tres hubo presunción de inocencia. Las hemerotecas están llenas de ejemplos.
Lo de las anchoas, como buena parte de lo anterior, es lo que provoca que la política sea hoy una actividad tan desprestigiada entre los ciudadanos, lo que lleva a la gente a pensar que los políticos son todos iguales y lo que hace que en los días de elecciones muchos se queden cómodamente en sus casas. No sé si he sido lo suficientemente claro para Rita Barberá.
6 comentarios:
Sí Juan, es absolutamente lamentable.
Lo más triste es que esta gente, a pesar de lo impresentables y corruptos que son, continuan sacando mayoría absoluta. Yo no sé que más tienen que hacer para que la gente se decida a darles una buena patada en el trasero.
Además, ¿Sabes quién sería la alternativa del PP en caso de que Camps tuviera que dimitir?. Pues sí...... Rita. Es como para salir huyendo de esta comunidad.
Edurne
Rita Barberá es una pesadilla viviente para los valencianos, en especial para los vecinos del barrio de El Cabañal, cuyas viviendas quiere destruir. Ahora, con el "tema anchoas" el resto de habitantes del Estado Español podrá conocer las ocurrencias y sabiduría de esta señora, a la que siguen votando muchos valencianos (misterios de la naturaleza humana).
hola,
creo que corren malos tiempos para la política, y los políticos son los culpables
creo que me repito, pero al pp le va bien así, cuanta peor prensa tienen, más votos consiguen
nos compran con una lata de "anchoas"
besitos
A mi me gusta la Sra Barberá pero ni me parece argumento válido el de las anchoas ni creo que justifique otras actitudes.
Vale ya de payasadas que hay mucho que arreglar y mucha cuenta que poner en orden...supongo.
Es una comparación poco afortunada, cierto es, sobre todo por la parte que también les salpica a ellos. Siempre se hace. Lo de la viga en el ojo, digo.
Bebita, claro que te entiendo, pero es que escucho ciertas como éstas y no me veo capaz de callarme, es sencillamente indignante...
Edurne, yo iría incluso más allá en eso que dices. Más allá de darles su voto (que ya tendría que ser un acto de confianza importante), me sorprende la gente que se agolpa en las puertas de los juzgados para arropar a un imputado, como si de verdad tuvieran la certeza absoluta de que es inocente...
Carola, yo reconozco que no tenía tan mala imagen de Rita Barberá como sí la tenía de otros compañeros suyos de partido (Camps incluído). Esto no demuestra nada bueno, desde luego.
Muchacha, es cierto y es lamentable: cuanto peor mejor. La política vive momentos negrísimos.
Inés, me alegra de que alguien que dice que le gusta Rita Barberá llegue a esa conclusión. Ojalá los políticos tuvieran esa capacidad de ver las cosas más allá de la ceguera provocada por sus colores partidistas.
S. Dedalus, ya, ya sé que es inevitable, pero me sigue pareciendo delirante. Absolutamente delirante. Y sorprende que haya gente que se lo siga creyendo...
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