
El otro día, en una conversación sobre este tema, proclamé que no me identifico con nada ni con nadie. No sé si alguna vez lo he hecho, pero ahora mismo desde luego que no estoy en ese punto. Me negaron el argumento, me dijeron que sí tomo partido. Lógicamente, ahí les di la razón, pero el matiz está en las razones. No tomo partido por afinidad. Tomo partido por rechazo al otro. No soy socialista, aunque vote socialista. Tampoco soy comunista. Ni mucho menos conservador o progresista. Ni soy monárquico ni republicano. No tengo identificación política alguna porque nada ni nadie es capaz de moverme a tener esa identificación plena con unas ideas, un grupo o, siquiera, un personaje de este mundo. Estoy en crisis política.
Y en esto que sale la encuenta del CIS y me doy cuenta, parcialmente, de que no estoy solo. La confianza en los políticos está por los suelos, pero los interesados no van a darle importancia porque ya tienen su silla y el objetivo es mantenerla por el mayor espacio de tiempo. Nada más. Me parece de lo más razonable que el PSOE pierda apoyo electoral. Por muchas razones. Hablan de la crisis económica. Será eso. Me parece de lo más extraño que el PP no lo pierda. Y aquí es donde sí tomo partido porque no doy crédito a lo que pasa. No hay límite para la corrupción política, que a estos no les afecta lo más mínimo en las encuestas. No hay límite para la inacción, y poco importa saltarse lo que se exige a los demás o lo que tienen por escrito para exigir a los suyos. No hay límite para escuchar lecciones morales a los demás pero nunca para uno mismo. Y no lo entiendo. De verdad que no lo entiendo.
Entiendo perfectamente que la ministra peor valorada sea la de Cultura. Solía pensar que ese puesto lo ocupaba normalmente el miembro del Consejo de Ministros menos conocido, pero con ella se rompe la norma, porque la ministra de Cultura se ha dado a conocer precisamente donde mayor difusión encuentran las críticas: Internet. Entiendo que todos los ministros suspendan (bueno, en realidad no; sigo pensando que Rubalcaba es el mejor con diferencia y no hay más que mirar los logros en sus competencias, empezando por la lucha antiterrorista, para ser algo más indulgentes con él). Entiendo que suspendan todos los líderes de los partidos, porque no hay liderazgos de ninguna clase, no hay nombres que vayan a perdurar en los libros de Historia más que por el cargo que ocupan, ni tampoco hay alternativas a lo que hay.
Pero hay algo que no entiendo y que no conseguiré entender nunca. Lo que no entiendo es que los españoles vayan a colocar como presidente del Gobierno a alguien en quien no confían lo más mínimo. Si la crisis económica no se soluciona antes de las elecciones generales previstas para 2012, lo previsible es que haya cambio en La Moncloa. Más vale que nos vayamos haciendo a la idea, por si acaso. Y entonces España tendrá como presidente del Gobierno a alguien en quien no confía nadie, ni siquiera quienes le van a votar ni quienes le han votado en anteriores ocasiones. Eso lo dicen las encuestas, no yo. España tendrá como presidente a un político que para solucionar los problemas de su partido todo lo que ha hecho es esperar a que se calle quien los denunciaba. Huídas hacia adelante. Nada más. Y mucha lección de dignidad y ética a los demás, claro. Pero cuando toca hablar de lo mío, entonces no respondo preguntas. Madera de presidente, desde luego. Eso sí lo digo yo. Lo último con ironía, claro.
¿Esto es todo lo que puede ofrecernos la política? ¿Escándalos de corrupción más o menos publicitados y creídos según quién los protagonice? ¿Líderes en los que no confía nadie? ¿Titulares vacíos de contenido? ¿Nula capacidad de gestión? ¿Oportunismo político para ofrecer reformas sobre casos concretos pero nunca con un modelo serio y sosegado? ¿Doble rasero para todo? ¿Unos medios de comunicación que han desistido de la labor de vigilar al poder para dedicarse a vigilar sólo al contrario... y a veces ni eso? ¿El deseo de mantenerse en la silla por encima de los problemas de los ciudadanos? ¿Aprovecharse de la posición política para conseguir, en el extremo más indigno dinero ilegal y en el más liviano pero igualmente grave (aunque nadie lo diga) viajes a Francia para ver el final del Tour con la excusa más peregrina? Si está viva la política, que hable. Que hable ya o no sé si va a quedar alguien para escuchar...