viernes, abril 06, 2012

Económicamente viable

Siempre he sido un admirador de Un día de furia. De la película pero, sobre todo y en realidad, de su protagonista. Sí, ya sé, está un poco chalado, tiene tendencias un tanto violentas y algunas sus reacciones son poco menos que inaplicables en la vida real. Al menos si quieres seguir pareciendo el bueno de la película. Pero su ambigüedad me intrigó. Me atrajo la idea de un tipo que, por muy mentalmente desequilibrado que se le vea, va por ahí luchando contra las injusticias de la vida cotidiana, esas pequeñas cosas que a todos nos cabrean y con las que tragamos y tragamos sin poner nunca un punto final a nuestro aguante. Y dentro de esa película, no sé si lo suficientemente valorada o recordada tantos años después de su estreno (es de 1993 y, para mí, el mejor trabajo como director de Joel Schumacher), hay una escena que me llamó poderosamente la atención, la del tipo que no era "económicamente viable".



Cuando uno tiene quince años normalmente no se para a pensar en esas cosas. Pocos con esa edad están pensando en el futuro o son verdaderamente consciente de la necesidad de manejar dinero para poder sobrevivir en esta vida. E incido en lo de sobrevivir. No creo que entendiera aquella escena del todo cuando la vi por primera vez. Todo lo que implicaba. El porqué de la desesperación de aquel tipo que pegaba gritos pancarta en mano. Lo que escondía detrás de su reclamación pública. La clase de mundo del que estaba hablando, hace ya veinte años, un mundo en el que las personas nos hemos convertido en números, en balances, en gráficas, en estadísticas. Ya no somos personas. No para demasiada gente que tiene poder de decisión sobre nosotros y nuestras vidas. Ahora entiendo ese "no me olvides" con el que ese hombre se despide el carismático personaje de Michael Douglas.

Y ahora leo, veo y asumo que no sólo no hemos mejorado, sino que hemos empeorado. Si hace veinte años las personas ya eran números, ahora son menos que eso. No me gusta ese mundo. No me gusta este mundo. No lo entiendo. Los números dejaron de gustarme por culpa de una profesora de instituto que estaba más pendiente de los números que de que sus alumnos aprendieran algo. Y así me hice de letras. Sigo siéndolo, claro. Y por eso sólo me quedan las palabras para lamentar que se estén difuminando cada vez más las historias que esconden los números. Las personas que hay detrás de una cifra. Las vidas que se pierden, se malogran o se malgastan detrás de una estadística. Ese "no me olvides" se refería a esto precisamente. A que en el momento en que no le pongamos rostro a una cifra estaremos cayendo en la negrura del olvido. Y estamos en ese camino, ya lo creo que estamos en él. Si no nos detenemos, llegará un momento en el que casi todos dejaremos de ser económicamente viables. ¿Y entonces qué?

2 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

C., bueno, tuve una profesora de matemáticas preocupada por los números. Profesores preocupados por el aprendizaje de los alumnos, más bien poquitos...

El Impenitente dijo...

Curioso. He tenido dos conversaciones de manera muy reciente con dos personas distintas las cuales llevan mucho tiempo en la misma empresa, una en el sector de la alimentación y otra en el los ascensores. Las dos me dijeron lo mismo: antes las personas las llevaban los técnicos, personas que sabían lo que hacían y que amaban su trabajo. Ahora las personas las dirigen los economistas, los cuales no tienen ni idea de a lo que se dedica su empresa y que sólo saben de números y de resultados. Y ambos llegaban a la misma conclusión: antes éramos personas, ahora no somos nada. Insoportable para los dos.

Y rompo una lanza a favor de la gente de ciencias.