Andan muy satisfechos por la calle Génova por la victoria de Mariano Rajoy en el Debate sobre el estado de la Nación. No es para menos, es la primera vez que vence oficialmente. Extraoficialmente gana siempre para los suyos, por supuesto, y es que la política se ha dejado vencer por el hooliganismo, pero ahora lo dice también la encuesta del CIS. Bueno, lo dice la encuesta del CIS cuando se pregunta directamente por el ganador del Debate. Ahí sí gana. Claro que esto de los datos tiene su gracia. Y empezamos por esa misma pregunta: "¿Quién cree que ha ganado el debate?". Resulta que el 50,5 por ciento de los encuestados no dice a nadie. Desde el PP se puso en cuestión el resultado del referéndum que se hizo en Cataluña en 2006 para validar su nuevo Estatuto de Autonomía... porque tuvo una participación del 49,42 por ciento de los censados. Cifras casi clavadas a las de esta encuesta. Obviamente, una encuesta no es un referéndum, pero si lo que se trata es de dar valor a un resultado habría que tener claro cuándo se puede y cuándo no. Pero con cifras, no con intereses particulares, por favor.
Luego uno profundiza en lo que dice la encuesta del CIS y aparecen cosas muy curiosas que, en lo que a la valoración de Rajoy se refiere, no invitan precisamente al optimismo. Por ejemplo, que aunque el líder del PP ganara según esa pregunta principal, la que todo el mundo ha llevado a los titulares de la información, resulta que no es, ni de lejos, el que mejor valoración recibe de los ciudadanos. "¿Cómo le parecieron...?" se le pregunta a los españoles y resulta que dicen "Muy bien" más personas que cuando se le menciona a Rajoy cuando son cuestionados (por orden de mejor a peor) por Duran i Lleida, Rosa Díez, Zapatero y Llamazares. Pero es que además dicen "Bien" más encuestados en los cuatro mismos políticos (y aquí el que más porcentaje logra es Zapatero) que en la valoración a Rajoy. ¿Pero sabéis qué? Que ahí no acaba la cosa. No hay político que consiga más apoyos que Rajoy en las valoraciones de "Muy mal" (una décima por encima de Zapatero), "Bastante mal" (supera al presidente del Gobierno por un 4,6 por ciento ) e incluso en "Regular".
Ganar, ganó, pero es que aún hay más. No hay nadie que le supere en el apartado en el que se pregunta a la gente que señale al líder político con el que está de acuerdo "con nada o casi nada de lo que dijo" (32,3 por ciento por el 30,5 del tan contestado y criticado presidente del Gobierno, y no estoy entrando en si justa o injustamente) y no es, para su desgracia, el político que logra el mejor porcentaje cuando se pregunta a los encuestados con quién estuvieron de acuerdo "con la mayoría de las cosas que dijo" (ahí vence Duran i Lleida). Y aunque en las opciones de la siguiente pregunta sí vence con holgura a Zapatero (al parecer única vara de medir de todas las cosas en este momento de nuestras vidas), lo cierto es que el 70,4 cree que tiene pocas o ninguna propuesta real frente a la política del Gobierno, el 70,2 que es poco o nada capaz de hacer una oposición constructiva, el 68,4 le ve poco o nada capaz de infundir confianza a la sociedad española y el 59,7 le considera poco o nada preparado para asumir el Gobierno del país.
Según la encuesta, Zapatero es más moderado que Rajoy (70,9 opta por el presidente del Gobierno por el 48,5 que elige al líder de la oposición; ¿se podría invertir esta pregunta y preguntar quién es más radical?), tiene más sensibilidad hacia los problemas de los españoles (53,3 por 51,4), tiene más capacidad de comunicarse con los ciudadanos (48,1 por 37,1) y tiene más capacidad de encajar las críticas que le hacen (63,6 por 44,9). Y para completar el cuadro, el 53,8 por ciento mantiene la misma opinión sobre Rajoy y el 25,4 incluso tiene peor opinión sobre él. En todo esto, Rajoy pierde con bastante claridad. Son muchas valoraciones negativas. Y a veces son muy negativas. Indudablemente, Rajoy ha ganado el Debate para los españoles, lo dice el CIS, y sigo bastante convencido de que, salvo hecatombe, será el próximo presidente del Gobierno. Pero vistos los altos niveles de desconfianza y de crítica que revela la encuesta, si esto no es una pírrica victoria, no sé qué puede serlo. Salvo que importe la imagen más que los ciudadanos, claro.
3 comentarios:
Desde luego, tiene gracia que las cifras callen bocas cuando favorecen a mi bando y sean desdeñables cuando favorecen al contrario. Es la estrategia del PP desde no sé ya cuánto tiempo y les da igual.
A mí las encuestas no me gustan, no me fío de los datos. Creo que sirven más para crear tendencias que para constatar lo que realmente pensamos, pero bueno, en el fondo me alegro de la desconfianza, aunque algunos quieran ver en el hastío un motivo para alegrarse.
Pero si es lo mismo, Rajoy va a ganar por castigo, a nadie le gusta, nadie se fia de él, pero como a alguien hay que echarle la culpa de lo que pasa, pues ahí está Zapatero, que probablemente tiene mucha culpa, pero que tambien es verdad que lo que arrastra consigo es el haber negado la envergadura de la crisis en su momento.
Si él desde el primer momento se hubiera plantado y hubiera dicho. "señores, lo que viene es muy gordo por esto, por esto y por esto, y vamos a hacer estas medidas, todo el mundo a apretarse un poco el cinturón, TODOS" Otro gallo nos hubiera cantado a todos, y Rajoy se hubiera quedando cacareando.
Pero los cuentos no siempre acaban como a uno le gusta. Y esto también va para el propio Rajoy.
Un abrazo
Trilce, pues desde hace todo ese tiempo lleva criticando esa estrategia que pasa desapercibida para tanta gente... Ya me han convencido de que la desconfianza siempre es buena en asuntos de esta índole. (Y me alegra ver que tienes blog otra vez, me lo apunto para ir leyéndote aunque sea más especializado).
José Vicente, lo que yo quisiera es que se dijera abiertamente eso, que cuando Rajoy gane será porque no hay otra posibilidad, ni dentro de su partido le va a toser nadie para que no se rompa el juguete ni la gente va a apostar por la otra alternativa de forma suficiente. Que se diga. Y que se trabaje para reveritr, si se puede, esa sensación. Ojalá lo del final de los cuentos sea verdad, ojalá.
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