Como si fuera el intercambio de cromos de los niños en el colegio. Así actúan los dirigentes del PP. Cambio un Camps ahora por una Moncloa cuando sea. Y el caso es que se puede decir sin que nadie se asombre. A mí me asombró que un presidente autonómico dimitiera ayer alegando que lo hace para no entorpecer el camino del presidente de su partido hacia La Moncloa. No dimite porque esté procesado. No dimite porque se le acuse de un delito o por su relación con una trama mafiosa y criminal. Dimite para que el juicio no le coja como presidente autonómico, no vaya a ser que por eso perjudique a su superior y le prive del chiringuito que intenta asaltar por tercera vez. Para mí, esto es una perversión democrática que hace un daño incalculable a los que todavía pensamos que la política tiene algo bueno que decir en esta desencantada sociedad en la que vivimos.
El caso es que Camps ya no es presidente de la Comunidad Valenciana. Menos mal. No entiendo cómo no se ha regulado ya en España, aunque sea por los propios partidos políticos (regulado de verdad, no las tonterías esas de códigos éticos que incumplen sistemáticamente), que situaciones como la vivida con Camps y el caso Gürtel no puedan darse. No me parece lógico que un presidente en ejercicio de sus funciones y con tanto tiempo como ha tenido para tomar decisiones (dos años, nada menos) haya estado tan cerca de sentarse en el banquillo como tal. Y, por lo que dicen, parecía dispuesto a hacerlo, a ésto o a aceptar su culpabilidad siendo el principal representante de todos los valencianos. Ambas cosas me parecen aberrantes. La buena noticia de la dimisión es que no vamos a ver ninguna de esas dos imágenes, ni la de un presidente enjuiciado, ni la de uno delincuente y condenado (si así lo estiman los jueces). Es un alivio.
No lo es que este presidente autonómico haya estado una semana desaparecido por este tema, que es problema personal suyo y no de los valencianos. No lo es que haya sido un presidente que ha despreciado a la prensa que no le era afín con una desfachatez que debiera ser intolerable en democracia (y que ha tenido su último episodio en su declaración final, que no se pudo ver en directo). No lo es que un presidente autonómico dimita menos de un mes después de tomar posesión como tal por un asunto que se conoce desde hace dos años. No lo es que tenga la desfachatez de acometer una campaña electoral pensando en este horizonte de marcharse o deshonrar la institución que presidía. No lo es que la separación de poderes sea un juguete en manos de los políticos para administrar sus tiempos como mejor convenga a sus intereses partidistas.
Y no lo es que Mariano Rajoy haya actuado como lo ha hecho. Ya ni siquiera pienso en la pasividad absoluta que ha mostrado sobre este asunto. Como en otros muchos, ha dado la sensación de que prefería no intervenir a ver si con suerte bien se olvidaba o bien se solucionaba solo. Lo que me preocupa, y aquí le tengo que dar toda la razón al nuevo portavoz del Gobierno, José Blanco, es que el presidente del PP zanje la dimisión de un presidente autonómico acusado de cohecho y perteneciente a un partido con un simple comunicado. Un papelito. Sin dar la cara. Por supuesto, sin contestar las preguntas de la prensa. Después de días y días de silencio, ese silencio que tanto le gusta a Rajoy. Silencio que no podrá tener (¿o sí?)como presidente del Gobierno, si es que sucede como creo la desventura de que llegue a La Moncloa. Silencio que, me temo, mantendrá siendo jefe del Ejecutivo cuando no vea algo inteligente que decir.
Ahora salen dirigentes del PP y exigen (no sugieren, no piden, no creen que sea lo mejor; simplemente exigen, aunque para ellos no hay exigencias que valgan) que Rubalcaba siga el mismo camino que Camps por el caso faisán. Curioso, porque Rubalcaba no está imputado en nada. Curioso, porque la presunción de inocencia que exigen (de nuevo exigen) para uno de los suyos no es ni siquiera imaginable para los otros. Será que ahora que hemos visto a un destacado dirigente popular presentar la dimisión (algo que, creo, no veíamos desde que el ministro Pimentel dimitió... ¡¡¡en marzo de 2003!!! y fue por desavenencias personales con José María Aznar, no por un escándalo), le han cogido el gusto en Génova a esta práctica tan saludable y democrática de dejar un cargo cuando no se está en condiciones de asumirlo. O será que eso de la autocrítica o de perdir perdón no va con ellos. Nunca ha ido con ellos.
Y como tengo mucha imaginación, me imagino un escenario interesante... Pongamos que se adelantan las elecciones generales. Pongamos que las gana el PP. Pongamos que pocos días después de que Mariano Rajoy sea investido como presidente del Gobierno, Camps es juzgado. Pongamos que el ex presidente valenciano es condenado. Y ahora ya no sé qué poner. ¿Hablará Mariano Rajoy entonces de este asunto? ¿O tendremos que decir y lamentar que el presidente del Gobierno no quiere hablar de la corrupción que afectó a un presidente autonómico de su partido? Como ya tendremos el cromo de La Moncloa en nuestro fajo, tanto nos dará...
6 comentarios:
En el escenario que tu presentas te digo yo que Rajoy pasará página y no hablará del tema Camps "nunca mais"!
«No lo es que un presidente autonómico dimita menos de un mes después de tomar posesión como tal por un asunto que se conoce desde hace dos años.»
La culpa de eso no es ni de Camps, ni de la prensa, ni de nadie más que de nosotros. «Hacen» dimitir a un presidente 2 meses después de haber sido elegido porque el escándalo en el que se halla metido convierte la situación en insostenible. Pero es que lo hemos votado nosotros, señores. Es para llorar o mandarlo todo a la mierda y tomárselo a risa...
La desverguenza que ha mostrado el PP con todo el asunto de la trama Gurtell es para nota.
Camps ha dimitido porque eran las brasas o el fuego. Rajoy, el gran Rajoy, que es posible que sea el proximo presidente del gobierno, le pedía que asumiera la culpa y que siguiera como presidente de la Generalitat. Su abogado llego a ir al juzgado ocn los papeles preparados, es decir no le hubiera importado un pimiento que aquí en la C.V. hubieramos tenido un presidente culpable y confeso, si con eso conseguía sus objetivos. Lo único importante, para él, es alcanzar el poder, caiga quien caiga, y tragando lo que sea necesario.
Este será el que dirija España dentro de poco.
Y el "martir", y toda su tropa, saben perfectamente que no ha dimitido, lo han tirado por lo anteriormente comentado. Camps estaba muerto, políticamente, desde el momento en que se supo que tenía amiguitos a los que quería un huevo, y que resultaron ser delincuentes de la peor calaña, a los que él acogió con los brazos abiertos.
Pero que se estén. que lo peor está por llegar. Camps con su dimisión aspira a un ministerio en el próximo gobierno de Rajoy. El resto son todo paripés de políticos de la peor calaña.
¡Que país!
Rajoy ha evolucionado a peor. Cuando era ministro, fue él quien dio la cara en el asunto del Prestige, y siempre se dijo que esa había sido una de las principales razones por las que Aznar le nombró como sucesor. Ahora, sin embargo, mantiene un silencio clamoroso, a la espera de que la tormenta amaine.
Respecto a Camps, pues nos podíamos haber ahorrado todo esto si hubiese dimitido a tiempo. Supongo que confiaría en tener suerte y evitar el jucio oral; por cierto, el presidente del TSJ de Valencia, que inicialmente rechazó la apertura de juicio oral contra Camps, ha quedado en una situación bastante comprometida... Y sí, yo también creo que, si finalmente es exculpado, Camps llegará a ser ministro; solo espero que no lo sea de Justicia.
Casi opino como Arual, que Camps querdará en el olvido y punto pelota. En fin. ¡Que me voy de vacaciones!, nada, es que pasaba para despedirme, y desearte que pases un feliz verano. Disfruta al máximo.
Un abrazo muy grande.
Arual, desde luego que es lo que hará Rajoy, no tengo muchas dudas... Sólo espero que haya moscones periodísticos que le sigan con esa pregunta hasta que diga algo...
Trilce, estoy de acuerdo contigo en que resulta grave el papel del votante, pero al final sigo pensando lo mismo: nada de esto habría sucedido si Camps hubiera actuado con sensatez y hubiera tomado esta decisión antes. Hoy la Comunidad Valenciana tendría un presidente votado en las urnas y él tendría la misma capacidad de defenderse. La culpa es de Camps. Los demás podemos ser colaboradores imprescindibles, pero la culpa es de Camps.
José Vicente, la situación es de traca, desde luego. Y hasta ahora me acordaba siempre de todos los valencianos, sobre todo de aquellos que, como tú, denuncian estas cuestiones públicamente. Pero si Camps pasa a ser ministrable, entonces el problema ya será general... Veremos qué pasa.
C.C.Buxter, no hay duda: Rajoy ha sido una enorme decepción. Yo esperaba al menos otro tono en su labor de oposición. Y lo único que ha demostrado es que esconde la cabeza en la tierra mejor que nadie. En lo de Camps, coincidmos.
Claire, ojalá sea un olvidado y no un ministro, ojalá... ¡Disfruta mucho de tus vacaciones y a la vuelta nos seguimos leyendo!
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