Después de las declaraciones que ha hecho la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, creo que es hora de contarlo todo. Sí, es cierto que el Gobierno ha empleado el aparato de las fuerzas de seguridad del Estado, en connivencia con varios jueces, para espiar al principal partido de la oposicón. Lo que es grave es contar los motivos. Y aquí van. Tras consultar a mis fuentes y darme estas permiso para contar lo que en los medios periodísticos españoles es conocido desde hace años, creo que es el momento de desvelar toda la verdad. Un periódico, una radio o una televisión jamás se atreverían a publicar la información que voy a revelar aquí porque tienen mucho que perder. En un blog no hay censura de ninguna clase y tengo toda la libertad del mundo para decir todo lo que sea necesario. Y es necesario decir muchas cosas, porque muchas cosas y muy graves son las que hay detrás de esa información.
El origen de las escuchas y espionajes al PP parte de antes de las elecciones de 2004. En aquella época, el Gobierno de José María Aznar, obsesionado con el fin de ETA y ante las informaciones que le llegan de que grupos terroristas de otro índole están planeando atentar en España, se reúne con varios de estos grupos, intentando que la ofensiva de Al Qaeda en Europa quede minimizada. El trato es claro: nada de atentados en España bajo ninguna circunstancia. A cambio, y a pesar de la foto de las Azores (más de consumo nacional que de ayuda efvectiva a la misión de Estados Unidos contra Sadam Hussein), España se compromete a mediar en las diferentes zonas de conflicto: Irak, Irán, Líbano, Afganistan e Israel. Por eso no había medios en el CNI contra el terrorismo de origen islamista. El 11-M coge por sorpresa al Gobierno de Aznar por este motivo. Había un acuerdo y un grupo terrorista islámico se lo saltó. Por eso Acebes expresó con tanta insistencia la teoría de que ETA estaba detrás de la matanza de Madrid, porque para él no había otra posibilidad en las primeras horas. Después no le ha quedado al PP más remedio que mantener la teoría de la conspiración para no desvelar su acuerdo previo.
Todo esto está incluído en las grabaciones que jueces y cuerpos policiales hacen, no sólo ya en Génova, sino también en La Moncloa durante los últimos años del PP en el Gobierno. Mediante estas escuchas, las fuerzas de seguridad descubren también numerosas tramas de corrupción. Gürtel es sólo la punta del iceberg y, de hecho, consecuencia de posteriores enfrentamientos en el seno del principal partido de la oposición. En Madrid una maniobra tan poco ética como legal es la que permite que el socialista Simancas no se convierta en presidente madrileño. Con diversos pagos de por medio, incluyendo a los dos diputados tránsfugas del PSOE, se logra la repetición de las elecciones y la victoria de Esperanza Aguirre. En Baleares, bajo el Gobierno de Jaume Matas, se hacen decenas y decenas de operaciones ilegales de las que ya se empieza a conocer algo. La trama en Valencia es mucho más profunda. Con varias operaciones de blanqueo de dinero, tráfico de influencias y cohecho se consigue para la capital del Turia la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la concesión de la Copa América de Vela o el Gran Premio de Fórmula 1. Todo de forma irregular.
El nivel de implicación de los altos cargos del partido es total. Mariano Rajoy no sólo conoce sino que además ha impulsado varias de estas operaciones. El apoyo de Camps y los populares valencianos en el último congreso se debe precisamente a favores de esta índole. La animadversión de Aguirre y los populares madrileños, justo a lo contrario: a ese favoritismo que Rajoy concede a la Comunidad Valenciana. La cúpula del PP entiende que en Madrid no puede ya ganar más votos para las elecciones generales y por eso se vuelca en otros territorios. La rebelión en Navarra del UPN de Sanz también obedece a maniobras oscuras. Sanz se siente utilizado en la campaña contra el Gobierno durante la tregua en la ETA porque no ha conseguido beneficios económicos de ningún tipo, ni legales ni ilegales, y por eso rompe con el PP. Zaplana deja la primera línea de la política cuando considera que ya ha conseguido suficiente. Pizarro no llega a entrar porque le habían prometido manejar muchas partidas ministeriales en caso de ganar las elecciones de 2008, pero como es sabido venció el PSOE.
El motivo de que ningún juez haya abierto ninguna investigación conocida es que el comienzo de las escuchas fue ilegal. No existen sumarios, pero hay jueces que conocen estos movimientos, que son los que dan pie a Garzón a abrir el caso Gürtel. Al margen de la vía judicial, las fuerzas de seguridad decidieron saltarse la cadena de mando, ante el grado de corrupción conocido y la gravedad de los delitos cometidos, y acudir directamente a la Zarzuela. El Rey conoce todos los movimientos que ha hecho el PP, y ha sido precisamente él quien ha impedido que se difundiera la información. El monarca entiende que publicitar una trama de corrupción tan extensa, que abarca al principal partido de la oposición y al gobierno de bastantes comunidades autónomas, puede suponer la quiebra de la España actual. Para el Rey Juan Carlos estaría en peligro incluso la monarquía. La Corona cree que, ante unos hechos de tanta gravedad, sería imposible detener una protesta social de una magnitud desconocida en España. Por eso, lo que el Rey intentó hacer fue mediar con Mariano Rajoy no en una sino en muchas reuniones secretas.
Los acuerdos entre la Corona y el PP eran simples: detener la maquinaria de corrupción a cambio de que ningún cargo popular acabara sentado en un tribunal. Y un pacto de silencio por las dos partes. Pero Rajoy fue perdiendo poco a poco el control de los suyos y la corrupción, que antes se inicaba en Génova, ahora tiene numerosas ramificaciones locales. Eso es lo que se está conociendo ahora gracias a Correa, el tesorero Barcenas y los trajes de Camps. Cada vez que un dirigente del PP hacía algunas manifestaciones fuera de tono y ponía en el ojo de la polémica al Gobierno, a los jueces o a la Policía, el Rey llamaba a capítulo a Rajoy. El último atentado de ETA, que resultó con la muerte de dos guardias civiles, pareció que iba a significar el fin de esta pugna entre Génova y Zarzuela. Pero es entonces cuando se producen las declaraciones de Dolores de Cospedal, denunciando públicamente las escuchas ilegales a su partido, exactamente lo que Zarzuela no quería que se conociese. El Rey está tremendamente molesto con Rajoy y con el PP y la Casa Real le ha tenido que parar los pies al monarca, que estaba dispuesto, previo despacho con Zapatero en Mallorca, a contarlo todo, tenga las consecuencias que tenga.
Y un detalle más de toda esta historia. Es MENTIRA, es un relato cien por cien ficticio. Todo esto me lo acabo de inventar sobre la marcha, ni siquiera he partido de un borrador previo. Es sencillísimo decir algo sin pruebas de ningún tipo. Los medios de comunicación se han autoimpuesto la palabra "supuesto" cada vez que hablan de algo, sea lo que sea y aunque tengan la más fiable de las comprobaciones o las fuentes, pero los políticos parecen tener una impunidad que asusta y a la que todavía nadie ha puesto freno, lo que redunda en el desprestigio de la propia política. Yo no tengo ni la más remota idea de si se ha espiado al PP. Quiero creer que no. Pero lo que sí tengo claro es que un demócrata no puede lanzar una acusación como esa gratuitamente, sin pruebas, poniendo en tela de juicio el funcionamiento de todo el Estado de Derecho, desde las fuerzas de seguridad, a varios ministerios, pasando por los servicios de inteligencia y el propio Gobierno. Y eso es lo que ha hecho María Dolores de Cospedal. Exactamente eso.
Creo que el Fiscal General del Estado tiene que actuar. Tiene que levantar el teléfono y llamar a María Dolores de Cospedal para plantearle una alternativa: o presenta pruebas que respalden su información para que se abra una investigación (si hay algo, adelante; caiga quien caiga) o se enfrenta a un proceso penal por calumnias en la que Gobierno, jueces y cuerpos policiales se personen como acusación. Ya está bien de que cargos públicos, que gente que pretende gobernar este país, puedan decir lo que quieran. Ya está bien de ampararse en la libertad de expresión para decir auténticas barbaridades. Ya está bien de esconder casos de corrupción reales e investigaciones necesarias detrás de cortinas de humo en la que todo el mundo conspira contra el PP. Ya está bien. Porque cualquiera puede apuntarse al juego de inventarse historias con tal de ganar unos cuantos votos o subir una décima en las encuestas. ¿Que nos cargamos por el camino el Estado de Derecho? Qué más da...
3 comentarios:
Buenísimo el post!Tienes toda la razón.
Un saludo
Me gusta tu perfil,periodista y vividor del mejor futbol:)
Un saludo
Carlos, gracias. Es que me molesta mucho que la libertad de expresión lo ampare todo y no se exija responsabilidad a nadie por casi nada.
M@r@, pues muchas gracias, es un placer leerte por aquí y ya verás que te he devuelto la visita.
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