martes, noviembre 08, 2011

Un debate pobre

No sé si soy una excepción o sólo un desencantado, pero a mí el debate entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba de anoche me pareció pobre. No tuve la impresión, en ningún momento, de estar viendo a alguien preparado para ser el próximo presidente del Gobierno. Más confianza, en ese sentido y a pesar de todo, me genera el candidato del PSOE que el del PP. Y si tenemos en cuenta que la victoria parece ya decidida (¿por qué la prensa de derechas ha destacado con tanto asombro y relevancia que Rubalcaba asumiera la victoria de Rajoy... si es lo que ellos mismos llevan meses haciendo y lo que todas las encuestas sin excepción reflejan?), tengo que confesar que lo de anoche me dio bastante miedo. Miedo porque cada día que pasa veo a Rajoy menos preparado para ser presidente del Gobierno. No sabe articular un discurso, es repetitivo, lanza cifras sin explicar su valor... y sobre todo se escuda en el pasado para no hablar del futuro.

Es decir, el debate le sirvió a Rajoy para decir que el PSOE lo había hecho fatal, peor imposible, un desastre sin paliativos. Vale, perfecto. Ya me parece triste que ese sea el discurso único de un líder de la oposición (y llevo siete años reprochándoselo, porque ese ha sido el único trabajo que ha hecho un partido con once millones de votos en las pasadas generales), pero es peor que siga siendo el discurso de un candidato a la Presidencia del Gobierno y, más aún, del más que probable vencedor de las elecciones. Por lo visto, es suficiente, porque la gente y la prensa le han aplaudido. A mí me asusta. Hay muchas cosas que no me gustaron de Rubalcaba, pero lo que sí me gustó es que dejó meridianamente claro que Rajoy no sabe responder a las preguntas directas (no en vano rehuye las ruedas de prensa abiertas), que su programa es ambiguo (como él mismo ha sido siempre), que sólo sabe emplear palabras bonitas (¡con la cera que le han dado a Zapatero precisamente por eso!) y que está más preocupado en restar votos al PSOE por los deméritos de aquellos que en ganarlos por sus propios méritos.

Y eso es fantástico dentro de la concepción, en realidad trágica para la política de altura, del partido político entendido únicamente como maquinaria electoral. Sin duda, esa estrategia da votos. No hay más que ver las encuestas que se han publicado sobre el debate, que dan como claro ganador a Rajoy, o el entusiasmo con el que celebran esos ya mencionados periódicos de derechas el resultado del cara a cara (La Razón abre hoy con un "Rajoy presidente" que invalida ya cualquier titular que quiera colocar en su primera página del día 21). Pero es triste si hay gente que de verdad está supeditando todas sus ilusiones de salir de esta crisis en la victoria del PP (que los hay, y muchos, empezando por el propio Rajoy, que citó el cambio de gobierno como primer paso para la mejora económica... sin más explicaciones de por qué será así). ¿Medidas? Ninguna. ¿Ideas? Muy poquitas. Muy bonitas todas, eso sí, pero nada concreto. Supeditó todo el futuro de España a la creación de empleo. ¿Cómo lo va a conseguir? No se sabe. No lo dijo. Lo dio por hecho, en realidad. Y ya veremos a partir del día 21, día en el que las cuentas se le pedirán ya a él. O al menos eso espero.

No será así, por supuesto. Ese mantra en el que se ha convertido la frase "la culpa es de Zapatero" le puede durar todavía al PP uno o dos años más, del mismo modo que el 11-M les duró toda una legislatura para justificar la primera de las dos derrotas que ya acumula Rajoy en unas generales (su triunfo, por estos antecedentes, será el triunfo de la inacción, el de "dejemos que los que gobiernan se estrellen y yo cogeré los restos"; triste, sí, triste...). Ese es el único valor que tiene el lapsus de Rajoy de referirse a Rubalcaba como "Rodríguez..." y luego rectificar a tiempo. Es una tontería, pero es lo que hay. No hay responsabilidad alguna en los gobiernos municipales y autonómicos (esos que ahora están muy mayoritariamente en las manos del PP), ni la habrá en el gobierno central durante un periodo más o menos largo, probablemente hasta la mitad de la próxima legislatura. Si tenemos a Zapatero, aunque ya no esté, para qué vamos a pensar en nada más. Rubalcaba tampoco estuvo a la altura que yo esperaba de él. Le considero mejor político y mejor orador de lo que vi ayer. Por momento, estuvo algo nervioso, incluso tartamudeando. Fue el único que intentó que hubiera debate de verdad, con interpelaciones y preguntas, pero tampoco fue claro a la hora de responder a los pocos retos lanzados por Rajoy.

Visto el debate, la triste conclusión es que no hubo grandes cosas a analizar (y por eso hay mucha anécdota que ha adquirido relevancia), que cada candidato salió a contentar a los suyos y poco más. Por eso hoy todos dan los objetivos por cumplidos. Por eso la derecha saluda al próximo presidente y la izquierda se conforma con que no haya una debacle histórica. Ah, y que no se olvide un tristísimo detalle, el de Rajoy asegurando que él no lee la prensa cuando Rubalcaba le mencionó una información periodística. "Pues debería", le contestó el socialista. Desde luego que debería.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo: miedo es la palabra justa. Y que nadie se engañe: el PP tiene un plan que no quiere explicar. Sin embargo, hay indicios de lo que supondrá. Solo hay que leer y escuchar sobre lo que está ocurriendo allí donde gobierna y creer lo que los mismos populares declaran con cuentagotas. Rubalcaba lo intentó y no hubo manera. Debe ser duro. Mas recortes, más privatizaciones, menos derechos.
En cuanto al debate, ¿por qué lo llamamos así? Temas pactados, reparto de tiempos, ridículas exigencias como las que tu has destacado. Y un presentador al que no se le permite intervenir si no es para saludar y cronometrar. ¿Cómo es posible que, por ejemplo, se admita con naturalidad el hecho de que Rajoy lea sus intervenciones sin que esté presente un profesional de la información que le saque del guión electoralista? ¿Un debate?
Un verdadero debate solo necesita de buenos periodistas que pregunten y repregunten con libertad y sin límites.
Pero ya sabemos la consideración que sobre el periodismo se tiene desde algunos sectores políticos.
Como eres periodista, ya lo sabes. Y el futuro no será mejor, me temo.
Saludos.
Luis

Jo Grass dijo...

Me parece que ya lo habéis dicho todo. Reconozco que me puso de humor de perros perder el poco tiempo que tengo en ver el dichoso debate. Miedo me da este PP que se nos viene encima.

Curiosidades: a ver si la próxima vez le dan clases de acting a Rubalcaba. Nos guste o no esto es un espectáculo televisivo que trasciende las palabras de los que intervienen frente a un vasto público que no se entera mucho del contenido pero aprecia las formas (gestos, miradas a cámara y hasta el tinte rejuvenecedor que le pusieron a Rajoy)
En fin, que sigo pensando en emigrar en vista de lo que se nos viene encima.

Lola dijo...

Pues yo, Juan, le voy a dar un voto de confianza a ese Rajoy que no me gusta demasiado.
¿Tu crees que merece la pana votar a UPyD? Un abrazo Lola

Juan Rodríguez Millán dijo...

Cris, es que eso es lo malo que tiene la política. "El otro es muy malo". Vale, ¿y qué? ¿Y tú eres bueno? Eso es lo que tendrían que explicar. Me gusta ese detalle, lo de ganar por ser bueno o por ser mejor. Sobre todo porque a veces no es mejor, sino menos malo...

Luis, eso lo tengo claro, hay un plan que no quieren explicar pero que, curiosamente, se les va deslizando entre líneas y con declaraciones que no tienen tanta resonancia. Y debate, efectivamente, es otra cosa. Todavía tenemos mucho que aprender.

Jo, todavía no emigres, que ahora empieza la parte divertida, ya verás, je, je, je... Es curioso, porque Rubalcaba es mucho mejor orador de lo que demostró. No sé qué le pasó.

Lola, yo creo que vale la pena votar a cualquier partido, de verdad, siempre y cuando lo hagamos con razones. Seguro que tú tienes las tuyas. Ya sabes lo que pienso de Rajoy, de todos modos. Y en cuanto a UPyD, si la gente está tan en contra del bipartidismo tendría que sacar mejores resultados. Pero la verdad es que no tengo muy buena opinión de Rosa Díez. Pero es una opinión personal, vaya...