No sé qué habría hecho hoy de haber tenido un motivo personal para odiar a Bin Laden. No sé si, como han hecho miles de personas, habría salido a la calle para celebrar su muerte a manos del ejército norteamericano. Quizá yo también habría sido una de esas personas que se sintió en la necesidad de expresar su júbilo en el corazón de Nueva York, Times Square. O en la Zona Cero que hasta hace diez años dominaban dos Torres Gemelas, dos magníficos colosos de cristal, acero y hormigón. Igual, de haber estado en Washington, me habría acercado hasta la verja de la Casa Blanca, en un gesto casi de agradecimiento a quien dio la orden final de abatir al tipo responsable de tantas miles de muertes y de tanto odio expandido por todo el mundo. No me siento con fuerzas para criticar a la gente que evidenció así todo su dolor. Ni siquiera para soltarles un sermón sobre que una muerte no puede provocar tanta alegría, sobre las consecuencias que ésta en concreto puede tener sobre el mundo o la Historia. No sabría qué decirles. Quizá incluso viéndoles me contagiara de su alegría.
Pero, estando tan lejos, lo que tengo es una sensación extraña. Muy extraña. Hoy es un día histórico porque Bin Laden es un personaje del que se hablará en los libros de historia, y los días históricos marcan. En esos libros se hablará de su terrorismo. Se hablará del 11-S. Se hablará de su muerte. Y, sin embargo, enterarme de que alguien le ha metido una bala en la cabeza no me ha provocado ninguna reacción especial. Era algo tan esperable como aparcado. Van a cumplirse diez años del 11-S. Y diez años es mucho tiempo. Bin Laden ya no era parte del día a día. Ya ni siquiera se le consideraba parte esencial de los dramas bélicos y terroristas que dominan la actualidad. Sí, ahí seguía en la lista de los más buscados. Pero ya no era el enemigo a batir, ya no se escuchaban cada poco tiempo esos mensajes grabados en los que sólo teníamos constancia de su voz. Yo, al menos, no lo sentía presente. Pero, claro, como digo yo no tengo razones personales que encuentren consuelo en su muerte. Ni siquiera le veo, desde ese prisma personal, detrás del 11-M.
Lo extraño es que veo las imágenes de júbilo y tengo la sensación de que la gente está celebrando un triunfo deportivo o algo por el estilo. No veo detrás de esos rostros la muerte de un terrorista internacional, un cambio en la historia o la llegada de un periodo de paz. La alegría de los americanos y la muerte de Bin Laden me llegan como fenómenos disociados, aunque sé que no lo son. Pero veo imágenes que no encajan y sin embargo van de la mano. Tanto como, por lo visto, la necesidad de matar a Bin Laden. El ojo por ojo, la vieja ley del talión. La sentencia de muerte sin juicio previo. Son cosas en las que no creo, pero miro a toda esa gente feliz y como poco me entran dudas. Pero no dudas de lo que habría que haber hecho o sobre la conveniencia de esa cruel forma de actuar, de esa interminable espiral de violencia y odio. Sí tengo dudas sobre lo que la gente espera que sus dirigentes hagan. Dudas sobre dónde están los límites que se pueden y no se pueden cruzar. No tengo dudas sobre mis principios, tengo dudas sobre los principios del mundo en el que vivo. Y eso es una sensación extraña.
9 comentarios:
A mí me ha pasado algo parecido.Muchos lo han celebrado y se han felicitado por ello,pero es triste que la muerte de una persona sea una buena noticia.
Lo mismo que tú. ¿Es una buena noticia? Sí, pero...aquí hay algo que no funciona.
Por cierto, Obama es premio Nóbel de la paz. Otra cosa que no encaja.
Tengo las mismas dudas que tú y no entiendo que haya que celebrar que se hayan cargado a un tío, por mucho que se lo merezca, que se lo merece. Ni siquiera estoy convencida de qué esté muerto!
Yo cuando me enteré lo primero que pensé fue que era una buena noticia pero claro lo que comentas de las celebraciones... no sé. La verdad es que no tengo claro lo que pienso. Hay algunos temas que son tan delicados que me cuesta tener una posición clara.
Besitos y feliz semana.
Tampoco lo tengo tan claro. ¿Sólo él es el responsable de todo lo ocurrido? ¿Muerto el perro se acabó la rabia? Además, creo que actuar como ellos, es decir, matando, no nos hace mejores. Un saludo.
Copio y pego mi comentario sobre la muerte de Bin Laden en el blog de Joselu:
No se si Bin Laden se merecía morir así o no, yo no lo juzgo, pero si que voy a juzgar a la condición humana: oir la frase "hemos matado" ya no impacta a nadie. Hemos llegado a tal grado de degeneración que vemos la sangre y los muertos con la misma emoción que vemos pasar los coches por las calles.
Que un presidente de una nación se congratule de que "ya lo hemos matado" a mi me hace pensar mucho. Yo no quiero ser así, yo no soy así y lo quiero gritar muy alto. Sé, que si viera hacer daño a los mios, pediría venganza y sería capaz de tomármela con mis manos, pero también sé, me lo ha enseñado la vida, que la venganza deja un sabor amargo y no te devuelve lo que has perdido, no puedes decir: ahora me quedo en paz. El mal atrae al mal .
Estoy muy confusa con este tema, sé que Bin Laden era una persona que nos podía hacer mucho daño y que ya lo hizo en su momento, pero esta frivolidad con la muerte de una persona me entristece. Todos se alegran... y yo no sé si ponerme a llorar.
Lola
3 de mayo de 2011 18:38
Torturas en Guantánamo (¿pero no se había comprometido Obama a cerrarlo?), disparos a un hombre desarmado, escandalizados profesionales y demás ramas de la progresía anestesiados y mudos. Esto cada vez se pone más interesante. Confío que a Obama le vuelvan a dar este año el Nóbel. Y el próximo. Y el próximo.
Podría venir, ya que en España estamos a favor de la pena de muerte y de las torturas, como se está viendo en estos días, cualquier funcionario de Guantánamo a ver si resolvía el caso de Marta del Castillo. Aparecía el cadáver al cuarto de hora.
Supongo que, como bien dices, la óptica no es la misma desde aquí, en Europa. Pero a mi me rechona mucho el fondo y la forma.
Si para acabar con el terrorismo un estado tiene que convertirse en estado asesino, mal vamos.
¿A alguien le suena el GAL y las consecuencias que tuvo?
Saludos
Doctora, triste, desde luego. Pero es que esto de la muerte o el asesinato parece que está dejando de remover conciencias...
Impeniente, todos los "sí pero" los veo como una buena noticia. Igual es que pensamos más de lo que algunos creen. Ya lo creo que no encaja lo del Nobel. Ya lo creo. ¿Y, ya que lo menciona en su comentario José Vicente, los GAL qué? Malísimo para los contertulios de siempre. Pero bien pegado el tiro a Obama, nos dicen ahora. Ah, la coherencia...
Jo, yo sí pensé desde el primer momento que está muerto. ¿Te imaginas que no es verdad y le reaparece Bin Laden a EE UU? La que se podría armar...
Claire, es que es un tema difícil, pero me quedo con la buena noticia que supone expresar dudas.
Tilde, está claro que la serpiente queda descabezada. Pero rabia hay, queda mucha en el mundo. Como tú, no veo en qué nos hace mejores copiar algunas de sus tácticas. Si a "nosotros" nos valen las torturas, las amenazas y las represalias, ¿por qué a "ellos" el terrorismo no? Qué gran debate ético éste...
Lola, tienes toda la razón, y me alegra leer todo lo que has escrito, porque creo que es la postura más razonable de todos (sin despreciar ninguna otra). Es difícil no tener dudas. Es difícil sentir alegría por una muerte. Pero también es difícil no sentirse mejor sabiendo que hay un terrorista menos. Qué cosas.
José Vicente, está claro que la óptica es distinta. Como distinta será allí de nuestros problemas. Y a lo mejor es ahí donde está lo que nos chirría, en que para casos análogos defendemos posiciones contrarias en función de que sea un tema "nuestro" o no. Pero cómodo no es el tema, eso está claro...
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