Contaba el otro día Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, una anécdota que me pareció tan hermosa como triste. Explicaba en TVE la última vez que había visto a Severiano Ballesteros. Fue en el aeropuerto de Barajas y ambos venían a Madrid. En el pasillo del aeropuerto, decenas de personas detenían a Revilla para hacerse fotos con él. El fotógrafo, ese al que le damos la cámara en un momento así simplemente porque está cerca, era Ballesteros. "¿Pero sabéis quién es éste?", preguntaba el propio Revilla a esas personas que preferían inmortalizarse con él antes que con el legendario jugador de golf. Está claro que no sabían quién era Severiano Ballesteros. En realidad, lo más probable es que ni siquiera sepan quién es Miguel Ángel Revilla y sólo piensen que es ese tío gracioso que sale por televisión. La anécdota me parece tan triste como hermosa.
Hermosa porque demuestra que Seve (me dejas que te llame Seve, ¿verdad?) era un buen tipo, que aguantó con elegancia la escena, seguro que incluso con una sonrisa. No me cabe la menor duda. No le conocí. Ojalá lo hubiera hecho. Pero era un buen tipo. Se le ve en la cara, en los ojos, en la sonrisa. Se ve en él y en lo que de él han dicho quienes le conocían. No son buenas palabras ante un muerto producto de la corrección o la hipocresía. Son elogios sinceros hacia la persona que hay detrás de la leyenda. Y es ahí donde me entra la tristeza. En que la leyenda era, para demasiada gente, sólo un nombre conocido. No creo que haya demasiada gente que entienda lo que supuso Severiano Ballesteros para mucha gente, para muchos lugares, para todo un deporte. Seguramente yo tampoco lo entiendo, pero creo que tengo una idea bastante precisa porque mirar la vida desde su propio tiempo y lugar es una tarea que me fascina.
Los británicos, esos que tanto adoran el golf, le hicieron un homenaje en 2009. Multitudinario. Precioso. Inolvidable. Se nota viendo la emoción contenida en el rostro de Seve. Lo veo ahora y se me pone la piel de gallina. Aquí eso no fue noticia para casi nadie. Algo se dijo en algún sitio porque fue Txema Olazabal, el segundo gran golfista español, el que le entregó el premio. Pero no se puede transmitir el fervor y la idolatría que tanta gente demostró en aquel momento para con Seve. Para mí, Seve fue siempre parte de mi vida. Me encanta el deporte y el nombre de Seve siempre estuvo ahí. Quizá como para las nuevas generaciones estará el de Miguel Induraín. Quizá como para las próximas esté el de Rafa Nadal. pero estaba. No soy, ni mucho menos, un experto en golf, aunque algo he visto, pero sabía quién era aunque no recuerde estar delante de la pantalla en sus grandes momentos.
Y ahora parece que todo el mundo sabe de golf, que todos esos que día tras día demuestran su ignorancia incluso hablando de fútbol ahora tienen palabras para explicar lo que significó Seve. No lo saben, no. Todos los homanajes que se le hagan serán insuficientes. Eso lo dijo Olazabal, el mismo que, con sus lágrimas del pasado viernes, cuando se conoció la noticia del empeoramiento de Seve, ya me dejó claro que era cuestión de horas que conociéramos su muerte. Al menos, Seve pudo disfrutar en vida, en una vida demasiado corta, del cariño de la gente y de los reconocimientos y premios que a otros sólo les llegan cuando mueren. Pero aquí, que tan patrióticos somos para lo que queremos, no hemos sido capaces de entender lo que representaba. Lo que representa.
Adiós, Seve. Ojalá tengas más suerte en tu próximo torneo. Ya llevas una tarjeta impresionante.
7 comentarios:
Genial post, seguro que Seve lo puede leer desde allí donde esté y esbozará otra de sus preciosas sonrisas.
Pues yo he sido una forofa suya desde que empecé a jugar al golf. Mi campo, donde yo jugaba, está diseñado por él.
Celebré su chaqueta verde y he sentido mucho su muerte tan temprana.
Pienso, como tú, que ha sido una figura no demasiado reconocida en España pero no cabe duda que era un ídolo en muchos paises.
Aupa Seve!! Un abrazo Lola
Para mí Seve es el tío que me hizo quedarme hasta las tantas viendo el Masters. Y el tío que me hizo vivir fines de semana intensísimos siguiendo la Ryder Cup. Me hizo incluso sentirme europeo. Ver a Seve en la Ryder era un espectáculo. Ahí te dabas cuenta de que ese tío era alguien muy grande. Fueron muchos años en los que se dijo que Severiano era el español más famoso en el mundo.
Y los que no saben quién es y quién ha sido Ballesteros deben de ser los mismos que piensan que Beethoven es un perro y que ven a Belén Esteban por televisión. No pasa nada. Para qué se lo vamos a explicar.
Qué lastima! Ese hombre fue un gran deportista a la vez que un gran impulsor del deporte. Tambien creo que no se ha reconocido como se merece su excelente trayectoria. Gran homenaje, el que le haces en estas líneas.
besos
Una lástima, tan joven. Se ha ido un gran deportista. Ahora estamos, más o menos, acostumbrados, pero cuando Seve era un icono mundial, en este país no andábamos sobrados de talentos y de referentes precisamente.
Descanse en paz.
Saludos
Le has dedicado unas palabras muy bonitas y emotivas. Pobre hombre. No somos nada..
Besos.
Arual, muchas gracias. El cariño llega a todos sitios, desde luego que sí.
Lola, me ha encantado leer tu comentario, de verdad.
Impenitente, te lo digo lo mismo que a Lola. Pero ya sabes que soy ingenuo, así que mientras me queden fuerzas me pelearé por estas causas perdidas.
Jo, lo mejor de los homenajes a Seve es que los pudo ver en vida. Es cuando tienen que hacerse, aunque algunos contribuyamos también cuando se van.
José Vicente, tienes toda la razón: era un icono. Lo seguirá siendo siempre. Y, como dices, tan joven...
Claire, muchas gracias. Y no te creas, somos mucho y seguramente para más gente de lo que pensamos. Hay que quedarse siempre con lo bueno.
Publicar un comentario