Como viene siendo el funcionamiento habitual de la política española, conocer lo que gana María Dolores de Cospedal por su dedicación a esta antaño noble disciplina ha generado una nueva polémica. Una polémica política y mediática, pero al fin y al cabo una polémica de cortísimo recorrido que la semana que viene ya estará más que olvidada. Que la secretaria general del PP gane 241.000 euros al año es únicamente un arma arrojadiza entre los partidos políticos. Así han entendido la noticia y así la están utilizando. Que si el PSOE dice que cómo es posible que gane tanto, que si el PP responde que algunos socialistas ganan lo mismo, que si el PSOE dice que cómo es posible que gane más que Zapatero, que si el PP dice que todo es transparente y legal. Nos quedamos en la superficie, cuando lo que debería importarnos es el fondo. Pero será que en España no tenemos grandes nadadores. Lo que seguro no tenemos es buenos periodistas ni buenos políticos. Al menos no en las esferas que dominan el cotarro.A mí lo que me preocupa no es que la secretaria general del PP gane 241.000 euros. A mí lo que preocupa es lo que se desprende de esa cifra y del resto de la situación económica, política y social en la que vive España. Siempre he tenido claro que la mayor responsabilidad política de este país es la del presidente del Gobierno. Por eso, me parece inaudito e injustificable que una persona que se dedique a la política, cualquier persona y del partido que sea, pueda ganar más dinero que el presidente del Gobierno. No seré yo quien diga si hay que bajarle el sueldo a los políticos en general o subírselo al presidente del Gobierno, pero creo que el sueldo del inquilino de La Moncloa tendría que ser el baremo a seguir. Todo lo que se salga de él, es injusto e inmerecido. Quizá también tendría que ser ilegal. Pero ojo, que no sólo la secretaria general del PP gana más que el presidente del Gobierno. Hay alcaldes que ganan mucho más que Zapatero. Y eso tampoco puede ser.
Pero es. Y eso da la impresión de que la política es un magnífico negocio para lucrarse, incluso por vías legales. No estamos hablando de corrupción, no se trata de calificar aquí de ladrones a los políticos. Están ganando el dinero que les corresponde por ley. Lo que hay que hacer es modificar la normativa que fija los sueldos de los cargos electos, sean nacionales, autonómicos o municipales. Así de sencillo y así de imposible, porque, claro, ¿cómo van los propios políticos a modificar la norma que les permite tener sueldos holgados y vidas relajadas? No lo han hecho nunca, no lo van a hacer ahora. Para eso se necesitaría una altura de miras que hoy por hoy no existe en la política española. También para estudiar en profundidad el dinero que gestionan los partidos políticos, en gran medida dinero público, porque de esos 241.000 euros que percibe María Dolores de Cospedal nada menos que 167.864 son de su sueldo como secretaria general del PP (esta cifra ya supera lo que gana el presidente del Gobierno). Si ya estamos pagando del erario público los sueldos de senadores y diputados, ¿por qué tenemos que sufragar también estos sobresueldos, aunque sólo sea parcialmente?
El caso es que seguro que hay muchos políticos que tienen sobresueldos parecidos y cifras tan enormes de ingresos. La que hemos conocido es la de María Dolores de Cospedal. Me daría igual que fuera la de Leire Pajín, la de Alfredo Pérez Rubalcaba, la de Joan Puigcercós o la de Gaspar Llamazares. Lo importante es que la política recobre la dignidad que hoy en día ya no tiene. Y eso pasa por no tomar el pelo a la ciudadanía con estos sueldos y, sobre todo, por la comparación con los discursos. Que la secretaria general del PP, ganando 241.00 euros al año, proclamó a su partido como el de los trabajadores, como ha hecho en alguna ocasión, suena a pitorreo. No suena, es que es un pitorreo. Se está riendo de las personas que tienen sueldos mileuristas en el mejor de los casos. Y personalizo en María Dolores de Cospedal, en sus cifras y en sus frases sólo porque es el caso que ha salido a la luz. Es de sobra conocido que los políticos no hablan, sólo reaccionan a lo que pasa. Ojalá tuviéramos una lista completa de los cargos públicos que tienen estos sueldos, pero esa hay que irla investigando organismo por organismo. Ojalá supiéramos de verdad qué políticos ganan más ahora que por ejemplo hace dos años, cuando se siguen llenando la boca con esos mensjaes de austeridad por la crisis.
Hace ya algunos meses, en diciembre de 2009, publiqué en Suite 101 un artículo que hablaba sobre los sueldos de los políticos españoles. Es obvio que no ha perdido actualidad. No me cansaré de seguir retomando el tema cada vez que surja una noticia que me sirva de excusa. Y no me cansaré de seguir pidiendo que la política vuelva a ser algo digno. O igual es que nunca lo ha sido y yo soy un ingenuo.
Hace pocas fechas, leía en el diario Marca una entrevista que Olga Viza le hizo a Amaya Valdemoro, la mejor jugadora de la selección española de baloncesto que acababa de conseguir la medalla de bronce en el Mundial. Y entre todas las cosas que decía, se me quedó grabado lo siguiente, una reflexión sobre qué hacer para atraer medios de comunicación y público al deporte femenino: "No sé lo que le pasa a la gente. Se está luchando por la igualdad, pero por mucho que digan no la hay. (...) En un partido nuestro se pueden ver más detalles técnicos que en uno de hombres, donde cada vez gana más terrerno el físico. (...) Se buscan soluciones, pero lo primero que dicen es que tal vez debiéramos cambiar las equipaciones. ¿Qué pasa, que tenemos que ir enseñando cacha para que vengan a ver el baloncesto femenino? ¡Pues no! Estoy harta de tonterías de esas. Yo voy a jugar al baloncesto".
Lo más curioso del caso es que he leído comentarios de gente que ve partidos de esta liga y existe un acuerdo casi unánime en que no juegan nada mal. ¿Por qué entonces parece necesario que vayan casi desnudas? Podríamos pensar que esta competición es una rareza, una excentricidad, un capricho de un grupo de empresarios (hombres) salidos que lo único que quieren es ver carne (de mujer) sobre la cancha. Pero no es verdad. Nada tan exagerado, claro, pero el mundo del deporte tiene ejemplos a patadas. La tenista Caroline Wozniacki lució hace poco un vestido, que no uniforme, de lo más peculiar para jugar al tenis, diseñado por Stella McCartney. "Yo creo que es bonito. Además, así gano muchos aficionados masculinos", dijo. No sé si con esa frase se responde al pensamiento de Amaya Valdemoro. El vestido es este.












