"Esos judíos... Siempre sacan más dinero. (...)Trabajé muy duro para ese ascenso y se lo dan a un judío cualquiera. ¡Maldita sea, qué más quieren, si son los dueños de todo! (...) ¿Arabes? ¿Qué diablos es eso? Un negro envuelto en una sábana? (...) Voy a deciros una cosa. No se lo que pasa en este país, pero cada vez es más difícil ganarse la vida. ¿Y sabéis por qué? Os diré por qué. Por culpa de los judíos, por los negros, por los orientales...".En los límites de la realidad (1983, segmento de John Landis).
Este primer relato de la película que Steven Spielberg produjo basada en la clásica serie de televisión
The Twilight Zone se hizo famoso por un accidente durante el rodaje que le costó la vida a tres personajes, incluyendo al actor Vic Morrow, y eso limitó el alcance de lo que realmente contaba. Es la historia de un americano racista y de mal humor porque le han dado un ascenso que esperaba a un judío. Como en el bar en el que se encuentra con dos amigos empieza a demostrar que sufre de incontinencia verbal para expresar sus ideas a los cuatro vientos y esas incluyen ofensas hacia todo el que no es como él, un negro se levanta y le dice que si no se calla habrá problemas. Cuando el tipo sale del bar, ha cruzado los límites de la realidad y se encuentra en medio de la Alemania nazi. Y él es el perseguido por los soldados alemanes. Él es entonces el judio.
Siempre me acuerdo de esta película cuando escucho a alguien que habla con mucha ligereza de dictaduras, nazis, fascistas y terroristas. Cuando me topo con gente que habla con una total despreocupación de cosas que no sabe lo que significan o lo que representan. Soy de una generación que ha vivido siempre en libertad, que no ha padecido guerras o regímenes totalitarios. Que los ha visto sólo en películas o libros de historias. Ese, por desgracia, parece ser un rasgo de quienes idolatran a dictadores caídos o muertos o de quienes utilizan estos términos para referirse a personas que nada tienen que ver con aquello con lo que se les quiere equiparar. Eso se ha visto en algún que otro politiquillo actual, que cree que llamando nazi o terrorista a otro dirigente político está ganando votos. Y a lo mejor es verdad, pero al mismo tiempo está demostrando su estupidez. Por si alguien de verdad no lo sabe, desde 1975 no hay ningún régimen dictatorial en España. Los terroristas son los que matan, coaccionan o extorsionan en nombre de unas pretendidas ideas políticas. Los demás no somos ni defensores de una cosa ni practicantes de la otra. Por mucho que haya gente que se llene la boca con grandes palabras.
Y entonces escucho a un tipo que se llama José Eugenio Arias-Camisón. Es dueño de un restaurante en Marbella. Y el 2 de enero decidió que quería saltarse a la torera la nueva ley anti-tabaco que entraba en vigor ese día. En poco más de un mes, se lo ha pasado bomba dando declaraciones a todos los medios de comunicación que han querido darle cancha y su caso ha saltado a la fama porque había colocado unos carteles en los que anunciaba que, en contra de lo que dicta la ley, en su restaurante sí se puede fumar. Sí, José Eugenio Arias-Camisón es uno de esos tipos que hacen que me acuerde de ese segmento de
En los límites de la realidad. Por supuesto, tras más de un mes de incumplimiento reiterado de la ley le han clausurado el local y pesa sobre él una amenaza de multa de 145.000 euros. Parte de su respuesta es ésta: "Esto es un atropello, una dictadura asquerosa que no había ni en los tiempos de Franco. (El Gobierno es) dictatorial, rojo, marxista y terrorista. No pueden hacer lo que quieren, son unos ladrones. Tienen dos caminos, o me matan o me meten en la cárcel".
Veamos. Estamos ante un señor que se salta la ley, pero eso le parece bien. Dice que el Gobierno es "ladrón", "terrorista" y "dictatorial", y decir eso le parece igualmente bien. Compara esos términos con "rojo" y "marxista", y ya no sé si es que eso le parece bien o es simplemente una evidencia de incultura e ignorancia. Y nos ofrece dos alternativas que sí son propias del régimen en el que se cree vivir, eso sí. Lo malo es que, para su decepción, no son las alternativas que le ofrece la vida real. Porque, afortunadamente, la Ley sirve para evitar que tipos con esas ideas nos digan lo que tenemos que hacer. Si uno se salta un texto legal, sea el que sea, hay previstas unas sanciones. Y eso, nada más y nada menos que eso, es lo que le va a pasar a este buen señor. Es curioso que una de las respuestas que anuncia este señor es que, si le obligan, cerrará su local y despedirá a las 16 personas que emplea en estos momentos. Y yo que pensaba que los hosteleros
rebeldes estaban preocupados precisamente por sus empleados cuando decían que la ley anti-tabaco iba a menguar su volumen de negocio. Va a ser que no.
A partir de ahí, yo creo que ya va siendo hora de que los medios de comunicación hagan examen de conciencia y dejen de dar voz a gente que lo único que sabe es descalificar, gratuita e injustificadamente, a todo el que no piensa como él. Démosle voz si lo que quiere es defender sus ideas, pero no cuando lo único que sale de su boca es el insulto permanente. Hay muchísimas formas de luchar contra una ley que creemos injusta, y negarse a su cumplimiento con premeditación y publicidad no es una de ellas. Un tipo que se permite el lujo de insultar a todos los que no le respaldan (somos, dice, unos cobardes) o a un gobierno que, le guste o no, ha sido elegido democráticamente, un tipo que viola simplemente porque no le gusta una decisión adoptada por los representantes de la sobernía popular, pierde el derecho a ser escuchado. Y, ya que estamos, podríamos dejar de utilizar términos como "rebelde" para definir a este señor. No es rebelde quien no paga impuestos, quien roba un banco, quien se salta los límites de velocidad o quien le parte la cara al primer tipo que pasa por la calle. Tampoco quien se salta esta ley. ¿O es que hay leyes vinculantes y leyes no vinculantes?
Yo creo que ha llegado el momento de dejar de hablar de este asunto, porque al final da la impresión de que se glorifica a quien busca sus cinco minutos de gloria. Es un hecho que la ley anti-tabaco la cumple la mayoría de la gente. Creo, porque nadie ha informado de lo contrario y todos los sectores profesionales son muy dados a quejarse cuando las cosas les van mal y no cuando se están enriqueciendo, que los miedos de que la hostelería se iba a resentir eran falsos (yo, desde luego, no he visto menos gente en locales en los que hace sólo un par de meses me ahogaba con el humo). Creo que la amplísima mayoría de los fumadores ha entendido la nueva situación y, como hacemos todos en cada ocasión, ha buscado fórmulas para hacer de forma legal lo que realmente quiere hacer, porque el que quiere fumar puede seguir haciéndolo. Y creo que el día que dejemos de hablar de estas cosas con la singularidad que le estamos dando ahora, tipos como José Eugenio Arias-Camisón dejarán de salir en los medios.