
Estoy cansado de que las huelgas tenga siempre como objetivo primordial destrozar la vida del ciudadano, porque es él, como se ve en esta foto de El País que encabeza la entrada, el único afectado. Estoy cansado de que los sindicatos no cumplan la función para la que fueron creados y ahora sólo sirvan para ir eligiendo a qué clase de ciudadanos van a incomodar con sus tácticas. Estoy cansado de que cualquier imbécil, reclamando no sé muy bien qué, se tome la libertad de incumplir la ley que le salga de las narices. Estoy cansado de que por las grandes injusticias sociales nadie mueva un dedo y, en cambio, monten la revolución en una ciudad por un puñado de euros. Y estoy cansado de que nunca se haga nada para evitarlo, por lo que confío en que la Comunidad de Madrid llegue hasta el final para sancionar y despedir a quienes han incumplido los servicios mínimos que marca la Ley.
Si lo hacen, estaré encantado de ver cómo el protegido sindicalista que ha alentado esta salvajada ilegal le explica a la familia del conductor despedido por incumplir los servicios mínimos que ésto era realmente necesario. Estaré encantado de ver las caras de todos los que hoy han colpasado Madrid al darse cuenta de que la amplia mayoría de los ciudadanos les tienen ya como enemigos públicos a ellos mismos y no a quienes ellos querían situar en la diana. Estaré encantado de que, de una vez por todas, se impida el uso del derecho a la huelga (y que no lo utilicen, además, clases privilegiadas de esta sociedad) como una sucia y ponzoñosa coartada para chantajear a todos los ciudadanos para saciar intereses particulares. Estaré encantado de que pierdan sus trabajos los insolidarios de esta sociedad, porque seguro que hay mucha gente parada dispuesta a trabajar en las condiciones por las que estos tipos han secuestrado Madrid.
Dicen que mañana la huelga seguirá en las mismas condiciones ilegales. Es decir, que no habrá servicios mínimos. Eso es un delito y espero que se aplique el castigo que dicta la Ley para dicho delito. ¿De verdad esperan estos huelguistas que me ponga de su lado cuando ellos se alejan tanto del mío? ¿De verdad confían en que yo sea solidario con ellos cuando su insolidaridad es tan evidente? ¿De verdad creen que voy a llorar por ellos cuando ellos sabotean mi vida de esta forma? ¿De verdad esperan que alguien cumpla las normas con ellos cuando ellos deciden saltárselas de una forma tan evidente? Y ya que estamos, ¿qué se puede esperar de una sociedad en la que los delitos quedan impunes? La huelga es un derecho, pero si no respetamos sus normas, ¿qué nos queda? No me quedaré tranquilo hasta que no vea las sanciones, multas y despidos que, ojalá, se impongan a quien han alentado, desde su protegida silla sindical, a que todo un colectivo quebrante la Ley.
Qué harto estoy de que todo el mundo decida qué leyes se quiere saltar, de no poder hacer nada para evitarlo y de que quien cumple las normas y protesta por los canales racionales nunca consiga ni la mitad de lo que sí logran los salvajes insolidarios... Porque eso es lo más triste de todo. Estoy convencido de que después de uno, dos o más días de huelha salvaje e ilegal, estos tipos van a conseguir cosas. O, al menos, que no se aplique la Ley con ellos. Qué asco.