domingo, septiembre 08, 2013

Reflexiones sobre Madrid 2020

Se me amontonan los pensamientos sobre el fracaso de Madrid 2020. El primero es que, de acuerdo con el sentir expresado en las encuestas oficiales que no me creo (las que hablaban del 91 por ciento de apoyo popular) y en contra de las opiniones que al parecer fueron mayoritarias en las redes sociales a lo largo de la jornada de ayer, yo sí quería esos Juegos Olímpicos, como quise los de 2016 o los de 2012 con el mismo resultado. Y son tantos los detalles a analizar, en contra del criterio de nuestro incapaz presidente del Gobierno ("hacer análisis no sirve de nada", dijo), que probablemente necesitaría un suplemento dominical para que cupieran todas. Pero como no tengo ese espacio, me conformaré con volcar aquí una serie de ideas desordenadas con las que intentar que se mitigue la decepción que siento al no poder convertirme en un fan olímpico total en la ciudad en la que vivo.

· Me resulta inevitable la sensación de que el lastre de la candidatura española estuvo en la política y en el nulo manejo de los políticos españoles en esas situaciones. Aunque algunos se quieran dar cuenta ahora de que el COI no es una organización que brille por su transparencia (¿se quejó alguien de eso cuando Barcelona superó así a París, Brisbane, Belgrado, Birmingham y Ámsterdam en 1985 para celebrar los Juegos de 1992?), la única clave para ganar reside en comprar votos, y comprarlos con más garantías que las de las candidaturas rivales. Por supuesto, hay que tener un buen proyecto. ¿Pero es que acaso se llega a la votación final sin ese proyecto?

· La importancia del inglés es capital, por utilizar uno de esos términos que tanto gasta Rajoy en sus discursos. Hoy en día se piden idiomas hasta para trabajar de dependiente. ¿Cómo puede ser admisible que la alcaldesa de la capital de un país haga semejante ridículo en el idioma de Shakespeare o que el presidente del Gobierno sea la nota discordante de toda una delegación al ser el único en hablar en español? Es la mayor utopía de todas, pero es necesario ya crear una serie de condiciones de formación para acceder a cargos de semejante responsabilidad. En el caso de Ana Botella, su suspenso no se limitaría al inglés. Su bochornosa actuación no estuvo sólo en su bajísimo nivel de inglés, que seguro dejó perplejo a más de un miembro del COI, sino en su vacío mensaje o en su tono idiotizante.

· A mi juicio, si hay una responsabilidad clara que se puede achacar a la delegación española, está especialmente en el turno de preguntas y, especialmente, en las dos cuestiones que se nos hicieron sobre el dopaje, porque evidenció que el "todo vale" que se gasta en España para cualquier situación nos pesa después en otros ámbitos. Los inquisidores fueron muy benevolentes con sus preguntas, podrían haber ido a degüello contra la candidatura por motivos sobradamente conocidos (crisis económica, corrupción) y las cuestiones fueron bastante light. Pero las respuestas fueron difusas. Ni sobre el dopaje ni sobre el nuevo modelo se escucharon frases contundentes y creíbles. Nos pusieron la alfombra roja para convencer y Madrid 2020 respondió con un enorme grado de improvisación e irrealidad. Encima cerrábamos las intervenciones. Podríamos haber ido a degüello sin pensar en que las otras dos candidaturas nos la pudieran devolver. Y no lo hicimos.

· España sigue siendo un país especial. No importa la magnitud del fracaso o de la incompetencia, nunca pasa nada. Presidir el Comité Olímpico Español que ha fracasado durante doce años en el intento de lograr unos Juegos para la única gran capital europea que no los ha tenido tiene que tener un coste. Bochornosas actuaciones personales como la de Ana Botella tienen que tener un coste. Pero ahí estuvo al quite el mayor estratega de esta técnica de tirar hacia adelante sin importar la cantidad o importancia de los fracasos, Mariano Rajoy, para decir que no iba a haber consecuencias de ningún tipo. El tipo que llegó a La Moncloa después de perder y perder elecciones generales hace de esa técnica un modelo de actuación al parecer irreprochable. "Así es la vida", dijo. Efectivamente, es así. Dimitir. El verbo existe, viene en el diccionario de la RAE. Pero igual habría que pedir la eliminación del término por caer en desuso.

· Dejemos de considerar periodismo a lo que no lo es. Todos saldremos ganando. Si La Razón decide que el titular de lo acontecido en este asunto es "Tongo olímpico" y se permite el lujo de decir, como se ha publicitado con toda la sorna que merece en las redes sociales, que "la sorpresa agradable provino de Ana Botella, natural, inglés fluido y relajada", hay que colocar este periódico en los quioscos en otro lugar, junto a las publicaciones de humor. Y que me perdonen éstas, porque sin duda su calidad será mucho mayor que la de La Razón. Información y análisis. Eso es lo que hay que exigir al periodismo. Lo demás sobra o tendría que estar en otro ámbito.

· Nos falta respeto personal y social para entendernos. Veo insultante que se menospreciara con simplismo patriotero o ideológico a quien argumentaba con razones que no quería estos Juegos Olímpicos, a quienes pensaban que el país no estaba para sostener esta aventura o los que creían que unos Juegos entran dentro de una lista de prioridades en la que nunca podrían ocupar uno de los primeros lugares. Los ha habido y sus opiniones eran edificantes. Pero tampoco entiendo a la gente que se ha burlado de las ilusiones de tantas personas por vivir unos Juegos en casa. Se puede estar en contra de algo sin reírse de los demás. Y sí, hay personas que han disfrutado riéndose de los demás por este hecho. Allá ellos con sus resquemores personales. Pero el caso es que, en general, no tenemos respeto ni empatía y así hablar, debatir, conversar o compartir opiniones es algo absolutamente imposible.

· Y nos sobra cara dura para aprovecharnos del gasto público. Leo por ahí que la delegación española era la más numerosa. ¿Cuál ha sido el trabajo en Buenos Aires de todos y cada uno de los integrantes de la delegación? ¿Han hecho algo para conseguir votos? ¿O simplemente se han aprovechado de un viaje gratis? Muy sonado ha sido el caso de Amaia Salamanca. ¿Me explica alguien qué hace allí una actriz, con perdón de sus fans, desconocida en el panorama internacional? Una cosa es hacer un vídeo con profesionales conocidos en todo el mundo como Plácido Domingo, Antonio Banderas o Alejandro Sanz y otra muy distinta plagar una delegación olímpica de personas que no se sabe muy bien qué hacen allí. ¿Y periodistas invitados por la candidatura? Los buenos, imagino, ¿no? Menos mal que alguno hay que aclara que, por coherencia personal, no aceptó esa invitación. Y aún con la que está cayendo, cómo le sigue costando a la gente resistirse a los canapés gratis...

· ¿Hay culpables de que no nos den los Juegos? Lo digo porque en 2005 hubo quien se apresuró a apuntar uno: José Luis Rodríguez Zapatero. Fue portada en bastantes medios y señalado, oh, casualidades de la vida, por quien hoy está en sus zapatos de presidente del Gobierno y dice que "no pasa nada". Mariano Rajoy no aparece hoy en la portada de ningún medio de comunicación, no se habla de su papel en el fracaso, ni del de la "Marca España" en esta decepción, ni de la nula influencia internacional de su Gobierno como causa de que Madrid se cayera en la primera votación. Por mucho que se desmienta o se rebata su existencia, otro ejemplo más de la fuerza propagandística que hay en España para culpar siempre de todo a los de un lado del espectro político y tratar de salvar a los del otro.

· Decían muchos por las redes sociales que la derrota de Madrid 2020 tendría que llevar el dinero que se pretendía dedicar a los Juegos a cuestiones básicas como la Educación o la Sanidad. Mira que yo soy ingenuo, pero en esa no caigo. Ese dinero se escapará por otros sitios. Los Juegos no habrían sido más que una fuente más de corrupción y problemas económicos. Ni la principal, ni la peor. Y en contra de lo que sí sucede en otros ámbitos, algunos de los cuales siguen siendo social, política y mediáticamente aplaudidos incluso en el marco de la crisis, habría tenido muchas consecuencias positivas. En cambio, no tener estos Juegos no va a redundar en nada bueno por sí mismo y hace que se pierden oportunidades de imagen, comercio, turismo y deporte. Creo que hemos perdido mucho más de lo que algunos creen que hemos ganado. Obviamente, eso nunca será cuantificado.