domingo, julio 28, 2013

Perplejidad por la información sobre el accidente de Santiago

Si tuviera tiempo escribiría un tratado sobre el tratamiento informativo del accidente de tren de Santiago, que en algunos casos me ha dejado perplejo. Abrumado por la tragedia, no me detuve a pensar muchos detalles que ahora me vienen como flashes a la memoria, que Internet me ayuda a documentar, y que me recuerdan que el periodismo se encuentra ante una peligrosísima encrucijada, en un cruce de muchos caminos de los cuales la mayoría conducen a su autodestrucción. El periodista, mucho más el director de un periódico, ha de asumir una responsabilidad social, y eso se olvida con tanta frecuencia que el dolor profesional ya no es el mismo cuando uno ve ciertas cabeceras, pero hay que seguir lamentando que estas sean las prácticas profesionales. No veo otra forma de entender la primera página de ABC del pasado viernes y de La Razón de este domingo, en las que ambos diarios dan el caso por sentenciado y culpan al maquinista.

Los juicios personales son libres y responden sobre todo ante la persona que los emite, los mediáticos no. Bueno, es evidente que en la práctica lo son, pero no deberían serlo. Los directores de ambos periódicos son terulianos habituales en radio y televisión y se les suele llenar la boca con presunciones de inocencia para aquellos que son de su cuerda, lo que en estos últimos meses obliga a pensar en la corrupción que acecha al PP. Ahí sí hay que esperar a que la Justicia actúe y, si no lo hacemos, somos todos unos impresentables que formamos parte de una causa general orquestada contra el PP. A un hombre anónimo no se le garantiza en la prensa, en esta prensa, la presunción de inocencia. Eso es mucho más grave de lo que parece. Lo peligroso es que nos dé igual. ABC descontextualiza una información para acusar, para dar una imagen que puede o no ser la real. La Razón dicta sentencia. No puede ser. Y más cuando después esos mismos responsables de medios de comunicación abanderan en otros asuntos una dignidad que ellos no manifiestan en materias mucho más sensibles. No, no puede ser.

La prensa económica en su conjunto se equivocó al no valorar este drama como merecía (un día más tarde, ya era su principal tema en la primera página), no supieron ver el alcance de lo que había sucedido, por mucho que el fondo de la noticia no sea de índole económica. Algunas cabeceras no mencionaron lo sucedido, otras lo llevaron a un rincón, y ninguna lo convirtió en su asunto central. Pero dentro de ese grupo de la prensa española me provocó una perplejidad inabarcable la primera página de La Gaceta de los Negocios del día siguiente a la tragedia. Una cosa es equivocarse en la apreciación de una noticia. Otra, muy distinta, es apostar por la propaganda ideológica (anti PSOE, por supuesto) para sustituir esa noticia. La Gaceta, de hecho, convirtió el accidente en el único tema de su primera al día siguiente. Cómo cambian las prioridades en 24 horas.

La televisión evidenció que ya no es el medio prioritario para conocer información de última hora. Y esa evidencia llega por muchos detalles. Ninguna televisión generalista estuvo a la altura de las circunstancias. Ninguna cortó su programación para informar en directo de la tragedia, y ese es un mal que resulta sangrante si se recuerdan otros asuntos por los que sí se altera la parrilla prevista, llegando al extremo de decir al día siguiente en alguna que la diferencia horaria permitió a cadenas como la CNN un mejor seguimiento (traducido eso quiere decir que nosotros nos fuimos a dormir y que, si eso, mañana ya informaremos). No olvidemos que todas las televisiones operan en frecuencias cedidas por el Estado, por lo que no comparto el argumento de que son empresas privadas que pueden hacer lo que quieran. Un medio de comunicación, además de sus finalidades comerciales o de entretenimiento, ha de tener una función social. Si no, no tiene ningún sentido. Pero es lógico que las críticas se centren en TVE por ser la televisión pública. Cuando se cierran redacciones, se recorta el número de profesionales o se les arrebatan los medios para hacer su trabajo, esto es lo que sucede, que la cobertura informativa de un asunto de esta magnitud es necesariamente deficiente. Al margen de eso, se informó mal. Y usar imágenes del accidente de Chinchilla de 2003 fue una decisión lamentable e injustificable.

El debate sobre qué imágenes se pueden usar desde un punto de vista ético surge de forma cíclica cada vez que hay una tragedia de estas características. A mí nadie me va a convencer de que ver cadáveres o personas malheridas es la mejor forma de mostrar un drama de estas dimensiones. Me quedo mil veces con las imágenes de ciudadanos anónimos o bomberos salvando víctimas antes que con las imágenes más morbosas. El País, especialmente en su versión digital, mostró imágenes aéreas en las que se veían cuerpos tirados en la vía con la suficiente nitidez como para ser reconocidos por las personas de su familia o de su entorno. En la argumentación del defensor del lector que tiene ese diario, un comentario de uno de esos lectores decía que tiempo atrás reconoció el cadáver de su hermano por la foto que publicaron de un accidente de coche sólo por la vestimenta. ¿Algún día nos daremos cuenta del daño que publicaciones así pueden hacer? La primera página de La Voz de Galicia, cuya foto he distorsionado, se lleva la palma. Esas son las imágenes que no hay por qué ver. Digan lo que digan quienes criticaron la cobertura de los medios norteamericanos del 11-S, para mí aquella fue una lección impresionante. Ni un solo cadáver se vio.

Y a partir de ahí, por supuesto, se ha desatado el amarillismo. Las preguntas morbosas. La falta de sensibilidad. A un chaval herido, en el hospital, le preguntaron si "se te pasó por la cabeza que no salías vivo de ahí". Las televisiones que no tuvieron el acierto, el valor o la sensatez de cortar sus programaciones para INFORMAR de lo sucedido, llevan ahora varios días haciendo de esto un espectáculo inagotable. Ahora, por lo visto, todo el mundo sabe qué tratamiento psicológico deben recibir las víctimas y sus familiares, todos saben de seguridad ferroviaria, todos tienen derecho a emitir juicios sobre lo sucedido. ¿Información? Qué difícil de encontrar entre esta maraña de comentarios, muchos de ellos gratuitos y desinformados. Se dice por ejemplo que Twitter ha ofrecido la mejor información de este asunto, sobre todo en los momentos iniciales de la tragedia. Y puede ser cierto. Sin duda, su inmediatez supera todo lo que pueda ofrecer la televisión. Pero hoy por hoy es imposible distinguir qué fuentes de información son fiables y cuáles no. Absolutamente imposible, salvo que se conozca al informador y se tenga confianza en él.

Hay muchísimos más aspectos sobre este asunto, pero me quedo con dos más. Resulta asombroso que Renfe tardara tres horas en anunciar oficialmente, con un comunicado de tres líneas, que se había producido el accidente. Renfe podría haber sido el centro de información de este asunto, tendría que haberlo sido, y su comportamiento fue como si con ellos no fuera la cosa. Y no quisiera olvidarme de la impresentable equivocación de la gente de prensa de Moncloa, que se limitó a coger un modelo, hacer un corta y pega insensible, y mezclar la tragedia de Santiago con el terremoto de Gansu. Eso sí que tendría que causar, más que perplejidad, absoluta indignación. Luego muchos minutos de silencio, muchas condolencias obligadas. Pero tardar cinco minutos en redactar un comunicado real y sentido, no. Eso no. Que estamos en julio, era ya de noche, y por lo visto todo puede esperar al día siguiente.

miércoles, julio 17, 2013

Dimisión

El primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Jancker, dimitió este mismo mes de julio por las irregularidades durante años por parte de los servicios secretos del país. Las escuchas afectaron al propio Jancker y al jefe del Estado, el gran duque Enrique. Jancker era el primer ministro europeo que más tiempo llevaba en su cargo, nada menos que 18 años.

También en este mes ha dimitido el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Seiji Maehara. Aceptó una donación de 50.000 yenes, el equivalente a 435 euros, procedente de una ciudadana coreana. La legislación de su país prohíbe recibir donaciones de ciudadanos extranjeros. Maehara llevaba en el cargo desde septiembre de 2010, y con anterioridad había sido ministro de Transporte.

En febrero de 2012 renunció a su cargo Chris Huhne, ministro de Energía británico. El motivo de su renuncia fue que se inició su procesamiento por una infracción de tráfico cometida en 2003, que intentó ocultar y después negó que se hubiera producido. Huhne superó los límites de velocidad, fue sorprendido por un radar, y pidió a su mujer que asumiera la infracción para que no le retiraran a él el carnet de conducir.

Liam Fox, ministro de Defensa británico, dimitió en octubre de 2011. Lo que le llevó a tomar esa decisión fue el escándalo que se generó tras descubrirse que su amigo y padrino de boda, sin ningún cargo oficial que lo justificara, le acompañó en 18 viajes oficiales al extranjero y mantuvo con él 22 reuniones en el Ministerio sin justificación oficial.

La dimisión de la ministra de Educación alemana, Annette Schavan, llegó en febrero de 2013. El motivo, la decisión de la Universidad de Düsseldorf de anular el título de doctora de Schavan por las acusaciones de plagio en su tesis. Ocupó el cargo de ministra durante casi dos legislaturas completas. En marzo de 2011, otro ministro alemán dimitió por el mismo motivo. Karl Theodor zu Guttemberg fue desposeído de su doctorado en Derecho por la Universidad de Bayreuth.

Allá por el año 1993 dimitió el ministro presidente de Baviera, Max Streibl. El detonante de su marcha fue que había aceptado que un amigo empresario le costease unas vacaciones en Brasil y en Kenia. Ese hecho no constituía delito, pero la presión social ante un comportamiento que se consideró inapropiado acabó provocando su dimisión.

En mayo de 2008 dimitió el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, Maxime Bernier. Adoptó esta decisión al reconocer que que se dejó olvidados unos documentos confidenciales de la OTAN en el domicilio de su entonces compañera sentimental, que además había sido en el pasado miembro de la asociación de los Ángeles del Infierno.

Petr Necas, primer ministro checo, dimitió el mes pasado tras verse salpicado por un escándalo de espionaje ilegal y corrupción en el que poco antes había sido detenida su jefa de gabinete, Jana Nagzyoba, acusada de abuso de poder por espiar a la esposa del primer ministro saliente. Necas llevaba en el cargo desde 2010 y se le conocía dentro de su partido como Don Limpio. El anterior jefe del Gobierno, Mirek Topolanek, dejó el cargo tras perder una moción de censura planteada por sus críticas a judíos, homosexuales y la Iglesia y tras ser fotografiado desnudo y en compañía femenina en una de las fiestas de Silvio Berlusconi.

En otros países, la gente dimite. Spain is different. Dimisión ya.