viernes, abril 26, 2013

Gobierno dimisión, ya

Hoy es el día en que, alto y claro, se tiene que exigir ya la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones cuanto antes. La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de hoy, en la que su presidente, Mariano Rajoy, ha demostrado una vez su cobardía política y personal con su ausencia, ha sido la manifestación de su incapacidad para resolver los problemas y la culminación de todo un programa de mentiras y falsedades que, de seguir adelante, pueden provocar que España se suma en unas catacumbas de las que nunca podrá salir. Ya me da igual Gürtel, Barcenas, lo pintoresco de algunas declaraciones de ministros, sus cortinas de humo o las continuas trolas que han soltado a todos los españoles y que tendrían que sentar todavía peor a quienes le dieron el voto aunque lo impida en demasiados casos el hooliganismo que se ha instalado en la política. Lo que me preocupa es el dato del paro, verdadero indicador de la crisis, el que el PP fijó como su gran prioridad, el que no sólo no sabe cómo atajar sino que agrava día tras día con sus decisiones.

Hoy, en esa rueda de prensa del Consejo de Ministros, el Gobierno ha dado sus previsiones de paro para lo que queda de legislatura. Según prevé, alcanzará el 27,1 de la población activa a finales de este 2013, lo que supone 6,2 millones de personas sin empleo, más o menos lo que ya tenemos ahora. Para 2015, esa previsión es del 25,8 por ciento. En 2015 se acabará la actual legislatura, si es que el actual Gobierno mantiene todavía en pie al país como para agotarla. Y ese Gobierno, que hizo del paro su ficticia bandera para engañar a tantos votantes, habrá fracasado en su principal objetivo, porque cuando llegó al poder el porcentaje de desempleo estaba en el 22,8 por ciento. Dado que todas las previsiones que ha hecho el Ejecutivo desde que las urnas le entregaron La Moncloa y una devastadora mayoría absoluta han ido cayendo una a una, podemos pensar que el escenario en 2015 será todavía peor. A mí no me sorprende lo de ahora, y no me sorprenderá esa nueva mentira en 2015.

Mienten cada vez que se les pregunta por el tema del empleo, mienten en sus previsiones, mienten en los objetivos y logros (¿logros?) de la reforma laboral, y si mienten sólo hay dos opciones para explicarlo. La primera es que intenten ganar tiempo para ver si la solución aparece por sí sola, un poco lo que hizo José Luis Rodríguez Zapatero con tantos aspectos de la crisis económica pero superando todos sus registros de mezquindad y empobreciendo a la sociedad en muchos sentidos con sus "reformas". La segunda es que todo esto les dé absolutamente igual, que estén preocupados por la mejora de los indicadores macroeconómicos que les den algo de aire, que justifiquen esas "reformas" que amenazan el futuro de todos los españoles por corta que sea su edad en estos momentos (y si no, al tiempo), y que el drama humano que se esconde detrás de las cifras de paro no tenga incidencia alguna en el mantenimiento de su sillón. Puede que las dos razones sean verdad al mismo tiempo.

Lo que es obvio y evidente es la mentira con la que esta gente ha contaminado el debate político y social desde hace ya demasiado tiempo. El "esto lo arreglamos en dos años", el "con el PP la economía siempre va bien", el "Zapatero es la prima de riesgo" y demás gilipolleces (sí, gilipolleces, no se me ocurre un calificativo mejor; ¡viva la riqueza del español!) eran una mentira electoral que demasiada gente se creyó y que algunos, a los que se nos decía que éramos parciales, no tragamos en su momento. Siempre se dice aquello de que "todos los políticos son iguales", aquello de que Zapatero hizo una campaña "por el pleno empleo" (se obvia, por cierto, que aquella campaña se sustentó en la tasa de paro más baja de la historia de la democracia española, que fue con él en el Gobierno; sobre un falso crecimiento que no supo anticipar ni detener, por supuesto, pero ahí queda el dato), pero hay que analizar más. Y la culpabilidad de los medios de comunicación que abanderan la derecha y que pidieron el cambio por el cambio, sin pensar en lo que venía o en la capacidad de quienes tendrían que sacarnos de ésta, es igual de alta que la de sus responsables.

El Gobierno no da la cara, pero la prensa tampoco. Y ya está bien. ¿Queréis saber por qué el periodismo está tan mal valorado? ¿Por qué las cabeceras de papel pierden lectores a pasos agigantados? ¿Por qué los políticos campan a sus anchas con sus decisiones corruptas, ilegales e inmorales? Porque la prensa ya no ejerce de cuarto poder. Porque se toleran primeras páginas como éstas que acompañan a mi lamento. Porque ahora el periodista vive de lo cercano que está al poder y no de su control. Porque el trasvase de periodistas políticos a gabinetes de prensa de partidos y ministros, cuando no directamente a escaños, está a la orden del día. Porque tienen que sacar por fuerza algo de su apoyo incondicional y desmedido. Porque salen rumores publicados de que los sobres de Barcenas llegan a sus voceros de la prensa y no pasa nada. Porque se descubre que el PP envía correos electrónicos a sus líderes de opinión mediática dictándoles lo que tienen que decir y parece lo más normal del mundo. Y no puede ser. No podemos seguir así. Hace falta un periodismo nuevo, pero también una política nueva. Un Gobierno nuevo, sin duda. Dimisión ya. Si ellos mismos reconocen que no van a hacer aquello para que lo fueron elegidos, es la única salida digna. La que, por supuesto, no se va a producir.

jueves, abril 25, 2013

La peor profesión del mundo

Dice una consultora de trabajo estadounidense llamada CareerCast.com que el de periodista es la peor profesión de las doscientas, repito, doscientas, que han analizado para saber cuáles son los trabajos más y menos apetecibles en estos momentos. El de periodista ha caído con respecto al mismo informe del año pasado, en el que estaba por encima, atención, del trabajador de una plataforma petrolífera, soldado profesional, granjero y talador de árboles. No me voy a detener en el triste análisis de la comparación con las profesiones mencionadas porque hay más. En su explicación, detallan las razones por las que la de periodista (en realidad hablan de "newspaper reporter" pero imagino que podemos generalizar) es la peor elección que puede hacer alguien que busque una vocación profesional. Y las dividen entre las de siempre y las nuevas.

Entre las primeras están el sueldo ("nunca ha estado terriblemente bien pagado con respecto a otros trabajos"), el estrés ("trabajas con un cierre (...). Sufres el juicio del público") y el horario ("esencialmente, estás de servicio todo el tiempo"). Ahora vienen las segundas razones, las nuevas, las que hacen que sea "un peor trabajo de lo que solía ser". La primera que cita es el menor número de salidas, lo que parece obvio teniendo en cuenta el alto número de medios que se han ido cerrando y los despidos que han vivido los que todavía siguen en pie. La segunda, una mayor demanda de trabajo para cada periodista, porque al artículo en cuestión hay que sumar la visibilidad en las redes sociales, la edición de vídeo o la escritura de un blog añadido. Y la tercera es la incertidumbre, no sólo por el puesto de trabajo de cada uno, sino por el futuro del medio en el que trabajas, si sobrevivirá o cerrará, o si se venderá a un grupo que tenga otros planes.

Así que ya podemos decir oficialmente, con un informe de esos que nos avala, que la del periodista es la peor profesión que hoy en día se puede desempeñar. Y eso que el informe habla sólo de cuestiones que sus autores tachan de objetivas y no se detienen en otras muchas que pueden ser más o menos opinables, como las injerencias políticas y empresariales, los intereses de lobbies y grupos de presión, las insolidarias e imprudentes gestiones de los medios que han realizado muchos de sus mandamases (desde la silla del director o desde la del dueño), el impulso obcecado para convertir el periodismo en la transcripción de declaraciones o en el griterío fanático y tantas otras circunstancias de las que tanto (¿o en realidad tan poco?) sabemos los que hemos pisado una redacción alguna vez.

Y sin embargo, con todos estos problemas, el periodista muchas veces quiere seguir siendo periodista. Ahora nos preguntamos todos por qué y los que todavía sientan ese gusanillo que ayuden como puedan y desde donde puedan a que la profesión siga viva. Viva de verdad.

martes, abril 16, 2013

La Ley de Godwin

En 1989, Mike Godwin dijo lo siguiente: "Se puede deducir que una discusión en USENET caduca cuando uno de los participantes menciona a Hitler y/o a los nazis". Un año después, esa frase le sirvió para formular una ley que toma su nombre: "A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad que aparezca una comparación en a que se mencione a Hitler o a los nazis, tiende a uno". Se entiende que cuando alguien menta a la bicha, ha perdido la discusión. Pues bien, esa norma que se puede usar en Internet ha dado el salto a la vida real. Y no precisamente en tertulias de bar, que imagino que ahí se llevará poniendo en práctica desde hace mucho tiempo, sino en la vida política y social. Porque ahora resulta que son los que tendrían que marcar la diferencia los que caen en el barro más sucio.

Me acuerdo de aquellos gritos de "nazi" que Miguel Ángel Rodríguez, nada menos que ex portavoz del Gobierno con rango de secretario de Estado, dedicó en un programa de la televisión pública al doctor Montes (fue condenado después por ello en los tribunales), pero sobre todo veo ahora a María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, tachando de prácticas nazis las protestas por los desahucios que ya se conocen como escraches. Es moda. Si eres del PP y quieres ser guay, tienes que llamar "nazi" a quien protesta por los desahucios. Seguro que está en los idearios. Pero hay más. Resulta que Toni Cantó, ese diputado que tiene como mérito previo a su carrera política una como actor y que le encanta meterse en berenjenales dialécticos sin ningún motivo, ahora tacha de "nazi" al presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas. Y antes había hecho lo mismo contra el mismo destinatario catalán Juan Carlos Rodríguez Ibarra, aquel ex presidente de la Junta de Extremadura que nunca ha tenido como virtud la contención verbal, y que seguramente por eso alguna vez dijo algo interesante.

Así que nada, vamos a llamarnos nazis los unos a los otros y tan contentos. ¿Que no hay relación alguna? ¡Qué más da! No sé, para mí los nazis eran aquellos que invadían países, forzaban guerras mundiales y enviaban judíos a campos de concentración primero y a cámaras de gas después. Y miro por todas partes, pero en España no acabo yo de ver cosas así, aunque haya algunos que quieran verse como herederos de su estética y su pensamiento que lo que necesitan es viajar un poco y conocer otros mundos para desintoxicar sus cerebros. Igual me equivoco y esos viejos amigos de los que hace tiempo que no sé nada, esos que tenemos todos, han sido víctima de tanto nazi como parece campar a sus anchas por España. O igual es simplemente que usamos el término con una ligereza insultante y pretenciosa, achacable sin duda alguna a la ignorancia tanto de la Historia como de la realidad. Así que aplico la ley de Godwin y la llevo a sus últimas consecuencias. No es que cada vez que uno de estos tipejos llame "nazi" a otro pierda la conversación. Es que pierde automáticamente mi respeto y mi atención. ¿Por qué diablos tendría que perder el tiempo escuchando a ignorantes que no saben lo que dicen? Lástima que estos pensamientos tan poco iluminados sigan teniendo eco en los medios.

sábado, abril 06, 2013

Entradas populares

Si es que no se puede estar en todos los sitios y tengo Un Mundo Peculiar algo abandonado. Mea culpa, indudablemente, aunque hay explicaciones en las que tampoco voy a entrar para no aburrir a nadie. Lo que sí está claro es que no llego a las cosas por las que abrí este blog. La idea era seguir hablando un poco de aquello a lo que me dediqué durante seis años largos (unos más largos que otros), la información política, pero la actualidad me arrolla con facilidad. Desde que tenemos de presidente a don Mariano Rajoy Brey siento la tentación de gritar algo todos los días, pero cuando saco tiempo ya es un tema agotado o superado por la siguiente genialidad que acontece en España, un lugar en el que todo vale, todos mienten y casi nada pasa. Paseos en yates de narcos, infantas procesadas y no procesadas, presidentes que no tienen en mente medidas para favorecer a la Casa Real y de repente llevan dos meses trabajando en ellas, un periodista que dice que ha visto pruebas de sobres de los que nadie quiere hablar, alcaldesas y presidentes que creen que recibir 300 horas de clases de golf gratis es normal... Eso es de hoy. Y así hasta el infinito.

Pero lo de "entradas populares" del título no iba por ahí, porque, como digo, no llego y si llegara estaría todo el día aquí despotricando. Me refiero en realidad a que he añadido ahí, en la columna de la derecha, ese gadget que te destaca las entradas populares de este blog. Y, qué cosas, ninguna de ellas versa sobre política. Igual es una lección que me da este inagotable mundo de Internet o igual es que aquí llega mucha gente por alguna palabra absurda que se cuela entre mis textos y se marcha a la misma velocidad a la que comprueba que no es lo que está buscando. A saber. Pero miras mis diez entradas más populares y encuentras una sobre deporte femenino, otra sobre el Monopoly, otras sobre amores y San Valentín, alguna sobre tenis, otra acerca de Superman, e incluso otra sobre el pequeño oso del parque de Cabarceno que seguro que ya no es tan pequeño ni entrañable. Y vas a las estadísticas del blog y resulta que la más vista, la mencionada del deporte femenino, la han visitado más de 9.100 personas desde octubre de 2010 que la publiqué.

Intentaré de aquí en adelante tener más vivo también este blog, si el tiempo y la informática me lo permiten. Lo malo es que La Sala de Cine y Corazón Txuri Urdin obligan a seguir un ritmo, el de los estrenos y el de la jornada, y mi actividad en Suite 101 no baja, además de otras historietas que tengo en marcha, pero buscaré rincones en mi agenda. Y, ya puestos, intentaré que los temas se acerquen más a eso que parece que le gusta más a la gente que, aunque sea sin querer, cae entre mis líneas. No dudéis en darme vuestra opinión y sugerirme temas o decirme si os aburro con alguna cosa. Porque es verdad, o al menos así lo veo yo, que cuando uno escribe lo hace para satisfacer necesidades propias, pero también lo es que no hay nada más bonito de escribir que abrir así debates, recibir comentarios e historias de otras personas y fomentar relaciones que enriquezcan a quien escribe y a quien lee.