lunes, noviembre 26, 2012

Sobrinos postizos

Hace ya algunos años -muchos, cómo pasa el tiempo-, un tablón de anuncios en la facultad tuvo la culpa de que conociera a un tipo que es hoy, y ha sido desde hace también muchos años, un amigo de los de verdad. Porque a lo largo de la vida uno se va encontrando amigos -¿por qué la gramática no obligará a que ese Amigos vaya con mayúscula inicial?- y esos que se dicen amigos pero que en realidad nunca lo han sido o en un momento dado han querido dejar de serlo, de esos con los que te cruzas en el metro o en la calle y no tienes ganas ni de cruzar un "hola". Este amigo, que son "esos amigos" porque ha tenido la inmensa suerte de dar con otra persona excepcional y son una pareja alucinante de esas que me dan una envidia descomunal, hace algunos meses nos dio la noticia de que se iban a convertir en "esa familia". Ya lo son. Y hoy ha sido el día en el que he conocido a su recién nacido. Mi sobrino postizo, que así es como llamo yo a estos críos que traen al mundo personas especiales para mí. Porque no es mi sobrino, no somos familia, no tenemos eso que llaman vínculos de sangre. Pero eso me da igual, lo que importa es el cariño y ese se gana por otros motivos.

Le tenía hoy en brazos -¡sus padres son unos valientes confiándomelo aunque solo haya sido durante unos minutos- y, antes de quedarse dormido otra vez después de lo que les ha costado despertarle, me miraba con sus ojillos entreabiertos. No sé qué estaría pensando. Igual "quién es el tipo este que me tiene en brazos". O "por qué me estará hablando como si le entendiera, si yo lo único que quiero es dormir". O igual es que ya se ha acostumbrado a nuestras voces, como decía hoy otro amigo de este brutal grupo en el que todavía no sé muy bien cómo he ido a caer -¿y eso cómo se agradece?-, y por eso está tan tranquilo ante semejante panda de tíos postizos raros. A saber qué le pasa por la cabeza a una criaturita que no tiene ni dos días de vida. Pero tengo muchas ganas de que me lo cuente.

Me acuerdo de mi primera sobrina postiza acordándose del autobús que yo cogía para volver a casa aunque nunca ha llegado a verme marchándome en él. O cuando esa misma chiquilla le preguntaba después a su madre qué le iban a traer los Reyes Magos si yo ya le había llevado un regalo antes. O cuando otro de mis sobrinos postizos me pedía que le leyera un cuento antes de irse a la cama y me decía que se lo leyera más despacio, que iba demasiado deprisa. O cuando este mismo se me ha puesto al teléfono y me ha contado algo sobre unas bolas de Navidad que no he sido capaz de entenderle y después me ha preguntado cuándo voy a ir a verle. Me acuerdo de cuando les he conocido a todos ellos, siempre en el hospital, porque no soy capaz de aguantar sin verles por primera vez en cuanto sé que ya están aquí. Y les vea más o les vea menos, siempre me acuerdo de ellos. Son mis sobrinos postizos, qué queréis.

jueves, noviembre 15, 2012

Perdimos todos... pero hay que ver lo importante

Ayer hubo huelga general. Sí, ya sé que llego tarde. Es que todavía estoy asimilando lo que pasó. Así, más o menos por orden, la huelga comenzó con los piquetes, las amenazas de siempre a quienes quisieron trabajar, la "normalidad" proclamada por el Gobierno y el "éxito" defendido por la oposición. Siguió con los detalles que unos y otros esgrimen sin piedad para mostrarse con más razón que nadie. Las redes sociales se inundaron de hechos más o menos graves que, se supone, debían demostrar que el otro estaba equivocado. Los más conservadores colgaban fotos y vídeos de gente insultando a comerciantes, de piquetes y huelguistas sobrepasando los límites de lo legal y de lo ético. Los más progresistas buscaban imágenes en las que la Policía se sobrepasara en su actuación, titulares reaccionarios y provocadores de los medios de derechas y falsedades en las cifras oficiales del seguimiento.

¿Y sabéis qué? Yo estoy convencido de que perdimos todos. La perspectiva se ha perdido. Ya no importa lo que se haga, sino quién lo haga. Ya no importan las razones, sino quién las esgrima. Y no vemos lo importante. En primer lugar, no nos damos cuenta de que la huelga ha dejado de ser un derecho. La gente no elige libremente si quiere sumarse. Algunos privilegiados sí, la mayoría no. Por supuesto, algunos piquetes coaccionan y hubo personas que tuvieron que cerrar sus comercios o no entrar en sus lugares de trabajo por miedo. Eso es grave. Pero eso se ve en las imágenes. Lo que no se ve es igualmente importante. No se ve, salvo que un jefe se vanaglorie de ello en las redes sociales, cuando un trabajador está abiertamente coaccionado por sus superiores para no sumarse o que tras tantos recortes no pueda permitirse el lujo de hacer huelga porque necesita cada céntimo que gana. ¿Hizo huelga todo el mundo que quería hacerla? No lo creo. La prueba está en que las manifestaciones, a decir de todo el mundo, fueron un éxito mayor que el paro.
Para mí es importante que quien se pase de la raya pague por ello. Ha habido muchos detenidos (para mí eso no es "normalidad", no sé por qué tiene que serlo), y me imagino que pagarán por ello. Pero también hay mucha impunidad. Y me refiero a quienes se supone que tienen que velar por la seguridad de todos. Parece que cuando hay una manifestación, las normas se olvidan. Es demasiada casualidad que en todas estas últimas concentraciones haya habido heridos de tanta consideración o casos de violencia alevosa e injustificable. Pero lo peor de todo es que, efectivamente, se justifique. Antes de saber que había un vídeo con un mosso golpeando en la cabeza a un crío de trece años, se hablaba de mala suerte. Yo lo que veo en el vídeo es un tipo repartiendo a diestro y siniestro, a la altura de la cabeza, con ganas de conseguir lo que consiguió de la víctima equivocada: sangre. He llegado a leer en redes sociales que el chaval se buscó el golpe por estar donde no debía. Con un par.

Pero es casi peor lo de la chiquilla de 16 años a la que agreden después. Ni les insulta, ni les amenaza, ni supone un riesgo para su integridad. Pero dos agentes, dos, le propinan un empujón y tres golpes con la porra ¿Una adolescente grita a un policía y la respuesta policial es la violencia? ¿Es eso admisible en un Estado de Derecho y en una democracia? ¿Lo es que un responsable policial lo justifique? ¿Significa eso que si pasa un delincuente a mi lado entonces estoy en peligro de recibir una cobarde agresión policial que quedará impune? No voy a generalizar. Yo valoro a la Policía. Muchísimo. Pero precisamente por la responsabilidad que tienen son los primeros que no pueden sobrepasar ciertas líneas. Algunos las están sobrepasando. Y lo que es peor, con la justificación (¿con las órdenes?) de sus superiores y con la comprensión de quienes no comparten las protestas. Eso es una fractura social brutal.
Como la que provocan los políticos. Olvidémonos por un momento de las razones de la protesta. Es decir, no condicionemos nuestra opinión en base al acuerdo o rechazo que sentimos por sus motivos. Todos tendríamos que estar de acuerdo en que la huelga y la protesta en la calle son derechos. Todos tendríamos que velar por su cumplimiento. No tendríamos que tolerar la mofa o el desprecio hacia quienes protestan, sea del signo que sea su protesta. Y sin embargo lo hacemos. Con estas protestas surgen términos como "perroflautas". Pero, aún más, asumimos sin más que se menosprecie su protesta. Indigna que la Delegación del Gobierno hable de 35.000 personas. Es un mal endémico aquello de que el Gobierno de turno falsee las cifras de asistentes a un acto o protesta. Pero en algún momento hay que decir basta. Ojalá hubieran contado con la misma precisión los asistentes a la famosa fiesta de Halloween en el Madrid Arena. Y basta ya de mensajes de "sí, pueden protestar pero voy a hacer lo que me da la gana". Ese era el peligro de la mayoría absoluta. Y eso es importante.
Lo es también el papel de los medios de comunicación. Una manipulación, una falacia, un insulto o un menosprecio a quien ejerce su derecho a la huelga, por el motivo que sea, tendría que tener una condena unánime precisamente porque es un derecho democrático. Portadas como la de La Razón tendría que conllevar una severa reprimenda del colectivo periodístico y, también, de la propia sociedad. Recibirla con forofismo solo conduce a una fractura social inevitable. "Fracasados", dice. Es un titular calculado para ofender a todo aquel que hizo huelga o la defiende, pero circunscrito a los líderes sindicales de la portada para que nadie le pueda decir que insultaba a los manifestantes (lo que recuerda a aquel argumento de Andrea Fabra y su famoso "que se jodan" que fue o no fue para los parados). Explicaba hoy Francisco Marhuenda, director de La Razón, que el titular era impecable, porque quien fracasa es un fracasado. En ese caso, supongo que aceptará que quienes piensen que La Razón es un panfleto que fracasa en su objetivo de informar y hacer periodismo, le llamen fracasado a él como director de dicho periódico.

Y luego está Hermann Tersch, que en una muestra de que el periodismo en España es ya una basura infumable e injustificable, grabó su evaluación sobre la huelga... antes de que la huelga tuviera lugar. Pensadlo fríamente. Un periodista hizo un artículo de opinión sobre un hecho antes de que el hecho sucediera. Le daba igual lo que sucediera porque su opinión vale más que el hecho. ¿Es lícito eso en el periodismo? No tendría que serlo. Pero lo es. La prensa de derechas ha convertido a Tersch en una especie de ídolo por su forma de oponerse a la huelga, cuando en realidad es aplaudido por voceros ideológicos a los que el periodismo no les importa lo más mínimo. Y ahora nos preguntamos porque el periodismo es la profesión con más paro y una de las peor valoradas por los ciudadanos. Por cosas como ésta. Porque la credibilidad es cosa del pasado. Porque Tersch jamás se saldrá de lo que se espera de él. Y puede que eso pase en todos los espectros ideológicos, que ya sabíamos que los sindicatos y su prensa afín venderían la huelga como un éxito, pero hasta que no veamos quienes son los que realmente abusan de estas reprobables prácticas no podremos solucionar el problema.

Ayer hubo huelga. Y la sensación que tengo yo hoy es que vivo en un país cada día más cercano al abismo social. Y me refiero a los motivos por los que se convocó la huelga, sí, pero también al hecho de que ninguno de sus actores, a nivel político, sindical, periodístico, policial y social actuó movido por el bien común. Qué mal vamos. Mal de verdad.

lunes, noviembre 12, 2012

Sunshine Award

La pereza y la falta de tiempo son malos consejeros a la hora de llevar un blog. Al menos no es una pereza por escribir (porque no paro), pero sí de escribir aquí. Esos temas políticos que tanto me gustan cada vez me parecen más deprimentes y sin solución, así que llevo unos días más volcado en mis otros rincones de la blogsfera y del mundo 2.0. Pero como he visto por ahí uno de esos premios que, en realidad, son excusas para hablar de cosas de las que normalmente no hablaría, pues he decidido apropiármelo y contestar a esas preguntas. Digo que me lo apropio porque del blog de donde lo he cogido no salieron nominados. Pero lo hago porque empieza a haber confianza entre la autora de dicho blog y yo, que ya llevamos un tiempo leyéndonos, y además me consta que no le importa que recoja el contenido de esta entrada desde su blog, porque para eso lo ha dicho ella en sus comentarios.

Por lo visto hay cinco normas.
1. Incluir el logo del premio en un post en tu blog.
2. Contestar a 10 preguntas.
3. Nominar otros 10 blogs.
4. Poner un link a tus nominados y comunicarles a través de sus blogs que han ganado.
5. Haz link a quien te haya nominado.

Me voy a saltar lo de nominar a otros diez blogs, que reine la libertad en la propuesta y que lo coja quien quiera. Lo del logo no, porque si no queda una entrada muy sosa con tanto texto. Y lo del link, obviamente, tampoco lo puedo pasar por alto, porque el lugar al que os lleva merece mucho la pena. Lo he cogido de Uno de estos días, de BkindZanks. No me seáis insensatos y pasaos por allí, que la muchacha sabe lo que escribe y a mí me alegra el día cada vez que sube algo a su rincón en Internet. He dicho. Y tras esta introducción, paso a contestar las preguntas de las que se compone este cuestionario:

¿Cuál es tu color preferido o con el que te sientes más favorecido?
Será que le tenía poco miedo a las supersticiones, pero de niño mi color favorito era el amarillo. Con los años me fui haciendo más sensato y provocaba menos a la mala suerte, por lo que me quedé con el azul. Sigo pensado que la culpa la tiene la camiseta de la Real, para qué engañaros. La segunda parte de la pregunta me lleva a pensar que esto, en realidad, no era una elección de color, sino de color de ropa. Y ahí la verdad es que tampoco tengo muchas preferencias. Para casi todo me suelen gustar los colores oscuros, pero no, no soy un gótico que va siempre de negro.

Si pudieras aparecer como por arte de magia en otro país, ¿en cuál sería?

El país en el que está el lugar en el que querría aparecer es demasiado grande, así que no empiezo diciéndolo, no vaya a ser que de verdad exista la magia suficiente como para mandarme para allá y, en realidad, aparezca a centenares de kilómetros de donde quisiera estar. Nueva York. Quiero ir a Nueva York. Sueño con ir a Nueva York. Y estoy seguro de que la palabra "magia" tiene otro significado desde allí. ¿Veis por qué no podía decir Estados Unidos? Mira que si me mandan... qué sé yo... a un pueblo perdido de Texas...

¿Cuál es tu película/serie preferida?

Soy y seré siempre un adorador de Star Wars. Es una parte inmensa de mi vida como espectador cinéfilo, un título que me hizo soñar, reír, llorar, emocionarme, disfrutar y tantas otras cosas positivas que si tengo que decir una película siempre diré esa. Y eso que siempre he dicho que para mí la película más perfecta que existe, se ría quien se quiera reír de mí, es E.T. El extraterrestre. En cuanto a series, tengo que decir Friends. Digo tantas veces que "todo está en Friends" (todo lo que te sucede en la vida entre los veintitantos y los treintaytantos) que no podría decir otra. Pero de nuevo me hago trampas jugando al solitario y menciono dos más, la serie que más me impactó de niño y la que más lo hizo de adulto. La primera es Canción triste de Hill Street (ya he pasado por la sensación de sentirme muy, muy, muy mayor al decirle ese título en una conversación a una amiga de 21 años) y la segunda es Battlestar Galactica. La moderna. Que el encanto de los 70 era grande, pero no tanto...

¿Con qué diseñador de moda o firma te encantaría trabajar?

Creo que esta pregunta no es adecuada para un tipo como yo y evidencia que el cuestionario estaba pensado para otro tipo de público... Pero si la entrevista es interesante y cuenta como "trabajar con", me apunto a lo que sea, que en el fondo sigo siendo periodista.

¿Tonos flúor o pastel?
Esta pregunta me recuerda estas maravillosas conversaciones en las que tengo que admitir que mi vida se rige a través de los colores primarios... Que no se me ofendan los expertos en moda ni los apasionados de los tonos flúor o pastel, por favor...

¿Prefieres el campo o la playa?
Soy urbanita, me temo, pero entre estas dos opciones tengo claro que el campo. Da más libertad, se pueden hacer más cosas, los paisajes son más variados... La playa siempre, siempre, siempre me ha cansado. Me refiero al concepto tradicional de playa, ese de pasar todo el día al sol, en la arena o bajo una sombrilla. La playa la adoro para pasear. Descalzo si el tiempo lo permite, aunque luego me esté acordando de cada uno de los granos de arena que no he conseguido quitarme de los pies. Pero es que me fascina eso de recorrer una hermosa plata paseando, sin mirar a ningún sitio en particular y escuchando el ruido de las olas.

Algo que te encantaría hacer pero por el momento no has podido:
¿Solo una cosa? Imposible. Hay tantas cosas que quiero hacer en la vida... La mayoría de ellas me las callaría por un motivo muy sencillo: son mías, personales e intransferibles, y de ser escuchadas tendría que ser por oídos muy, muy selectos. Esto es como los deseos cuando se soplan las velas de la tarta de cumpleaños o cuando pasa una estrella fugaz (por cierto, la del verano pasado en Torrevieja no me ha cumplido todavía el deseo que pedí...), se estropea si se cuenta. El hecho de firmar con nombre y apellidos también hace que la prudencia me impida contestar a esta pregunta. Que no se sabe quién puede estar leyendo...

Algún personaje histórico que te encante...

Hace algún tiempo me cayó otro meme en el que había que escoger al personaje histórico al que más se admirase. Y ya entonces no supe qué contestar, porque me falta información. Puedo admirar la imagen, las acciones o la trascendencia de un personaje, pero al personaje en sí mismo no lo creo. Me falta mucha información y todos tenemos cadáveres en el armario. Y creo que de estudiante me enseñaron tan mal la historia que no he sido capaz de encapricharme de nadie. Aunque, puestos a decir uno, me quedo con el Cid. Y es que impone eso de ganar batallas después de muerto...

¿Chocolate o fresa?
¿Hace falta responder a esa pregunta? Chocolate. Sin duda. Casi de cualquier manera, negro, blanco, con leche...pero le tengo cierta manía al chocolate con fruta (y mira que a la gente le encanta ese chocolate con naranja, oye...) y al chocolate con licor (abstemio que es uno, qué le vamos a hacer...). Y me gustan las fresas, que conste. Hace años las tomaba siempre con nata, pero no nata montada, sino nata helada, que siempre me ha gustado mucho más, pero ahora me he acostumbrado a tomarlas solas.

Alguien en quien inspirarte...

Creo que esta es la pregunta más difícil de todas... No creo que ahora mismo haya una sola persona en mi vida que se pueda llevar todo el crédito de mis inspiraciones. Cojo un poco de cada una de las personas que me han demostrado que son importantes y que me dedican unos minutos de su vida para que lo pueda entender.

Y esto es todo. Quien lo quiera coger, que se sienta libre de hacerlo...