miércoles, octubre 31, 2012

En una galaxia muy lejana...

Ayer me dio un subidón de adrenalina de estos que me producen las noticias sobre los temas que me apasionan cuando leí que Disney compraba Lucasfilm y, de paso, anunciaba una nueva película de Star Wars para el año 2015. ¡¡¡Una nueva película de Star Wars!!! Aquellos que me conocen, saben lo que es Star Wars para mí. Para aquellos que no, simplemente les diré que allá por el mes de mayo de 2005 estaba yo sentado en un cine viendo el pase de prensa del Episodio III, La venganza de los Sith, y, muy cerca del final, en un instante que no voy a desvelar por si acaso, no pude evitar que se me escapara una lágrima porque estaba viendo el final, para siempre y definitivo, de una saga que ha estado conmigo literalmente todo mi vida, y es que nací después de que se estrenara la primera de las seis películas y desde siempre hubo muñequitos de Star Wars en mi casa. Sí, volviendo un par de frases más atrás, derramé una lágrima hacia el final. Qué le voy a hacer. Soy un sentimental, y además un sentimental friki.

Y el caso es que después del subidón de adrenalina, me entró la duda de no saber qué pensar. Por un lado, es Star Wars. ¡Y si es Star Wars no hay discusión posible! Pero por otro lado, me siento un poco estafado, como cada vez que George Lucas sacaba una nueva edición que había que comprar porque tenía 35 segundos nuevos, porque yo soy de los que se creyó el discurso que Lucas mantuvo durante años que la saga cinematográfica era la historia de Darth Vader, y que estaba más que cerrada con esas seis películas. Pero, claro, las posibilidades de un universo tan amplio como éste... ¡son ilimitadas!, y se pueden hacer tantas películas como se quiera con montones de tramas y personajes diferentes. Eso sí, habría que hacerlas siguiendo los códigos de la saga. Pero muchos piensan, y, aviso, yo no estoy entre ellos, que Lucas se los cargó con la segunda trilogía. Y, claro, me entra el pánico de que le den esto a gente como Michael Bay. ¡¡¡Pero como se lo den a Joss Whedon y monte una como Los Vengadores, a J. J. Abrams y haga algo más grande que su Star Trek, o a Spielberg... y que haga lo que quiera, me vuelvo loco!!!

Vale, vale, ya paro, que el friki que hay en mí se desboca. Pero es que es Star Wars. Sé que ahora está de moda darle palos a esta saga (como en su día, por lo menos en España, se solventaba la universal contraposición entre los seguidores de Star Wars y Star Trek con palos a Spock y los suyos); que la crítica disfruta despedazando cada una de las películas de la segunda trilogía, que el favor que tenía este título en nuestra niñez y adolescencia, casualmente cuando dejaron de hacer estas películas, ha ido pasando a otros títulos y sagas (contra las que, por cierto, parece que eres un sacrílego si sueltas alguna mínima crítica). Y yo no, yo sigo siendo fiel. Para mí Star Wars es lo más grande cuando hablamos de cine. Sí, Jar Jar es un petardo para niños. Sí, no hay dios que se crea el repentino enamoramiento de la reina Amidala. Totalmente de acuerdo, hay escenas que parecen pensadas para lucir efectos especiales y poco más. Por supuesto, me parece una tontería que haya androides de combate que hablen de una forma tan poco carismática. Y el Boba Fett niño es insoportable. Ah, y los midiclorianos. Sí, eso también es una estupidez.

Pero me da igual. Star Wars es Star Wars. Y yo soy un friki. Así que ya estoy pensando dónde estaré allá por el año 2015 cuando la pantalla se quede un mágico segundo en silencio después de leer aquello de "hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana" (¡maldita sea, acabo de darme cuenta de que ya no sonará la melodía de la 20th Century Fox! Ya me han hundido en la miseria poniendo el castillo de Disney en ese momento memorable...), estalle en la pantalla el logotipo amarillo de Star Wars sobre el estrellado fondo negro y resuene otra vez en todo su esplendor la mejor fanfarria jamás escrita para el cine. ¿Se viene alguien a compartir ese momento... y todo lo que venga después?

jueves, octubre 25, 2012

El discurso del Rey

Suelo prestar atención al Rey en su mensaje navideño. Sí, sí, ya sé, soy uno de los pocos que lo hace junto con algunos dirigentes de partidos nacionalistas, deseosos de reaccionar a cámara al día siguiente. Suelo prestarle atención porque es el jefe del Estado y en algo tendría que contar esa condición. Pero cuando el jefe del Estado pierde la perspectiva de la situación del Estado en el que ejerce la jefatura se está ganando que nadie le haga caso. Entre su justificación tras saberse de su accidente de caza, los disgustos que le está dando la familia y su creciente adhesión a las políticas del Gobierno actual, algo que no forma parte de sus atribuciones constitucionales y obligaciones sociales con su pueblo, está sumando muchos puntos para que las ideas republicanas cuajen con fuerza en España. Y lo digo sin tener demasiado apego ni desafecto por la monarquía constitucional o por la instauración de una nueva república. Veo pros y contras en todos los sistemas políticos y no soy entusiasta de ninguno. Raro que es uno en este mundo frentista.

El caso es que hoy el Rey ha dicho en Bombay que "las serias medidas de política económica" ya han "comenzado a dar sus frutos". Vale. Como respuesta a esa afirmación, no voy a entrar siquiera en la contestación social que hay a esas medidas ni voy a juzgar si es o no mayoritaria. Simplemente voy a abrir un par de periódicos digitales de hoy en busca de esos primeros frutos de los que habla. El mejor ejemplo de que las palabras del Rey, por muy obligadas que sean para que fuera se crean el mensaje y traigan inversiones a España, no están muy cerca de la realidad lo da el suceso más triste del día. Un hombre se ha suicidado pocos minutos antes de que le embargaran su casa en Granada. A eso es a lo que nos está abocando la forma de responder a esta crisis. A estas soluciones deshumanizadas en las que el banco gana y la persona pierde. Lo pierde todo.Y al mismo tiempo no pasa nada. Todo parece normal. A este hombre no le importan ya las medidas económicas, por muy serias que sean o muchos frutos que estén dando.

Y mientras los jueces denuncian los evidentes abusos legales en este terreno, pero eso no parece urgente de reformar, porque importan más los bancos que las personas, los números que la dignidad de las vidas. Lo que sí es importante regular, como han dicho varios cargos políticos en las últimas semanas, es el derecho de manifestación. No para atender lo que dice Amnistía Internacional sobre el uso excesivo de la fuerza en algunos casos o la impunidad absoluta de quienes se exceden en el uso de la porra con un uniforme y un casco, no. Para proteger a esos que confunden la Ley con la represión. Que serán uno o dos, porque yo no voy a hacer un alegato contra la Policía, pero que, por muy policías que sean, tendrán que responder ante la Justicia como cualquier otro. Porque si hay que protestar contra la financiación ilegal de un partido político o contra la privatización encubierta de la sanidad, tantas veces denunciada como desmentida, para favorecer a amiguetes con dinero público, se hace. Sería mejor que las administraciones paguen los servicios esenciales, porque en Cataluña las farmacias están de huelga por eso. Para otros gastos hay dinero, para medicinas no.

España ofrece mucho más en un día en el que su Rey ve frutos en las medidas económicas, un día como el de hoy, sí. Hasta las cosas más absurdas, vistas desde luego desde el prisma colocado en las alturas. Si no tienes dinero para pagar el uniforme, te pueden expulsar del colegio. Esas cosas suceden, sí. Lo importante no es que un niño esté escolarizado, que ya ha habido noticias de sobra sobre este tema en días anteriores como para que hoy también estén entre los titulares, sino el dinero que tiene. Ojalá fuera eso todo lo grave que sucede en la educación, pero estamos contentos, que para eso Wert dijo con informes de 2010 (gobernaba él entonces, claro) que es mentira que se haya recortado en Educación. Lo de la educación digo yo que alguna importancia tendrá, cada vez menos, eso sí, pero leo que hay un millón de personas sin estudios está en paro, cuando en 2007 eran 400.000. Supongo que ellos tampoco están viendo los resultados de las medidas económicas.

Y resultados tiene, ya lo creo. Los que se veían venir y que todos los meses se concretan en las estadísticas de paro. Así, concretamente y en el día de hoy hemos sabido que desde que se aprobó la reforma laboral, una de esas "serias medidas" de las que habla el Rey, se han disparado los ERE llevados a cabo en España. Gente sin trabajo. En la calle. Sin dinero. Puede que sin futuro. Y sin nada de eso, podemos volver al tema de las hipotecas o de la educación. O a lo de los impuestos, que ya hay propuestas en las que se habla de retirar toda ayuda a la compra de vivienda, incluso con carácter retroactivo o incluir muchos más productos en el IVA normal (el que ahora está en el 21 por ciento), porque si no, y eso se da casi como un hecho que hay que asumir, habrá que congelar las pensiones.

Ya me contará donde están los frutos. Porque yo leo el periódico y hoy no los veo. Si cogiera titulares de ayer creo que tampoco los vería. Y estoy seguro de que con los de mañana seguiré sin verlos. Quizá convendría que el Jefe del Estado abandonara sus discursos escritos por no sé qué asesor, mirara a los ojos a cualquier de los afectados por estas noticias y les dijera que todo lo que acabo de citar no tiene importancia, que es verdad que hay ya unos primeros frutos. Y si no puede o no quiere sacarnos de nuestra ignorancia, porque supongo que seguirá viviendo a cuerpo de rey (¿quién inventaría esa expresión y por qué...?), no creo que sea el único que le agradecería que no pronunciara frases más apropiadas para uno de esos políticos de medio pelo que han provocado la desafección de tantos ciudadanos hacia la política. Porque si eso lo hubiera dicho el portavoz adjunto de no sé qué partido que gobierne en cualquier lugar habría conseguido el titular de prensa que buscaba. Pero creo que el jefe del Estado está para otras cosas. Voy a mirar la Constitución que tengo aquí al lado, en mi estantería, para ver qué dice sobre esto.

martes, octubre 16, 2012

Batasunizados

"En el País Vasco estamos padeciendo las consecuencias de grupos como Nunca Máis. Lo que estamos padeciendo es la batasunización de la sociedad por parte de ETA. Su estrategia siempre ha sido crear estructuras sociales que, sin llamarse ETA, estaban al servicio de ETA". La frases de Jaime Mayor Oreja y la pronunció el 12 de febrero de 2003.
"Yo cuando iba al instituto, las huelgas las organizaban los de Batasuna. En Vitoria, había muchas huelgas, las huelgas los organizaban los de Batasuna, nunca las organizaban los padres y yo por eso creo que por eso los representantes de la CEAPA tienen que pensar si realmente están representando en este caso o no a los padres". La frase es de Alfonso Alonso y la pronunció hoy.

Todos los que no estamos de acuerdo con ellos estamos batasunizados. Somos todos unos radicales. Unos indeseables. Por supuesto, no tenemos razón. Es más, estamos en contra de la razón. Da igual que protestemos por los recortes, por las ayudas a los bancos, por la precariedad de la educación, por la muerte lenta de la sanidad pública y universal, por la insostenible situación de la justicia, por tener que pagar más medicamentos que nunca, por el trato a los inmigrantes, porque los culpables de la crisis no sean juzgados o por el mayor desastre medioambiental de la historia en forma de hilitos de plastinina. Y, sí, estamos batasunizados. Somos como la izquierda abertzale más violenta. Quizá incluso peores. Al menos no somos terroristas. No somos etarras. Todavía. Démosles tiempo, que con sus imbecilidades oratorias se lo merecen. Semejantes estupideces solo pueden mejorar cuando se está tan convencido de que la gente es idiota y no se da cuenta de que nos gobiernan con esta mentalidad retrógrada y tan poco democrática.

miércoles, octubre 10, 2012

Los abusones y lo diferente

¿Puede una mujer de 37 años con sobrepeso presentar un informativo en televisión? Obviamente, no le veo el problema. Un espectador del informativo matinal de la norteamericana WBKT considera que sí. Entiende que Jennifer Livingston, que así se llama la mujer protagonista de este caso, es un mal ejemplo para la comunidad, en especial para las chicas jóvenes, porque, a su juicio, lo que muestra apareciendo en pantalla es "una de las peores elecciones que una persona puede adoptar y uno de los hábitos más peligrosos que mantener", la obesidad. Jennifer Livingston decidió responder en directo al e-mail que recibió de este espectador cabreado, el vídeo ha cogido una fama creciente, nombres destacados del mundo del entretenimiento norteamericano han salido en su defensa y el vídeo ha recibido tropecientas mil visitas en Youtube. Vamos a contribuir con alguna más, aquí tenéis el mencionado vídeo, siento decir que en inglés y sin subtítulos, aunque después adjunto traducción de buena parte del mismo.



"No sabes nada de mí y soy mucho más que un número en una escala. (...) Las palabras de ese hombre no significan nada para mí. Pero lo que realmente me enfada sobre esto es que hay niños a los que sí, que reciben e-mails tan críticos como el que yo he recibido y en muchos casos incluso peores día tras día. Internet se ha convertido en un arma, nuestros colegios en un campo de batalla, y este comportamiento se imita, pasa de gente como la que me ha escrito este e-mail. Si estás en casa y hablas de la "mujer gorda de las noticias", adivina, tus niños probablemente van a ir al colegio y llamar "gordo" a alguien. Necesitamos enseñar a nuestros niños a ser agradables, no críticos, y es necesario hacerlo con el ejemplo. (...) Y me marcho con este mensaje. A todos los niños que os sentís perdidos ahí afuera, que batalláis con vuestro peso, con el color de vuestra piel, con vuestras preferencias sexuales o con vuestras discapacidades, incluso con el acné en vuestra piel, no dejéis que los abusones desafíen lo que valéis. Aprended de mi experiencia que las palabras crueles de uno no son nada en comparación con los gritos de muchos".

La respuesta me parece brillante y creo que pone el foco en lo verdaderamente importante de este asunto. En esta sociedad nos sentimos demasiado libres y con derecho para censurar el aspecto, el comportamiento o los problemas de los que nos rodean con una facilidad que da pavor. Y lo hacemos sin pensar en las consecuencias, en cómo pueden afectar nuestras palabras o nuestras burlas a la autoestima de los demás. Es tan fácil dar un empujón para derribar como para impulsar, y optar por uno o por otro define cómo somos. No parece sencillo que una mujer casada y con tres hijos como Jennifer Livingston haga de lo que piensan sus espectadores sobre su aspecto un pilar fundamental de su felicidad, pero podría haber sido el caso. Y, como explica ella, el abusón, acosador o simple gracioso de turno podría haber escogido una víctima que no tenga su entereza, una madurez que le haga ver que se trata de un ataque gratuito o un entorno que le ayude a sobrellevar unas críticas banales como las de este tipo que escribió el mail que desencadena la historia.

El mensaje de Jennifer Livingstone me parece inspirador. Supongo que será verdad eso de que la televisión puede ser algo más que una herramienta de manipulación. Supongo también que tendría que ser normal que una mujer con el aspecto físico que tiene ella puede presentar un informativo, aunque en España la tendencia es obviamente la contraria (y en caso de que se rompiera, sin duda sería una excepción, algo llamativo, una cuota, no el reconocimiento del talento de esa persona en cuestión). Y supongo que también tendría que ser normal que ante un impresentable que manda un mensaje ofensivo nadie se haya preguntando cuál es la línea editorial de la WBKT, si es un medio demócrata o republicano, si es conversador o progresista, a la hora de salir en defensa de la persona agredida. Igual es que todavía tenemos mucho que aprender.

jueves, octubre 04, 2012

La democracia tendría que estar triste

Llevo días pensando cómo escribir algo sobre las protestas cerca del Congreso, las cargas policiales, los delitos que se quería imputar a los detenidos y las reacciones de dirigentes del PP a todo este asunto. Creo que no lo he hecho hasta ahora por tristeza. Tristeza es lo que sentí mientras veía a través de la web de El País y en streaming las carreras de los antidisturbios y de los manifestantes, pero mucha más tristeza es la que me invade con lo que ha venido después. Si me pongo ahora a escribir es porque se ha cerrado el círculo vicioso de la ignominia y la desfachatez y tiene que haber algún momento en el que todo el mundo se plantee decir algo. El mío ha llegado hoy escuchando a ese gran estadista que ha demostrado ser Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP en el Congreso de los Diputados.
Vamos por partes. Hay manifestaciones porque hay un evidente descontento entre la población. No me importa que sean diez, cien, mil, diez mil o un millón de personas. Hay malestar. Eso parece evidente. Aunque se supone que se le paga para solucionar los problemas de los ciudadanos, para el presidente del Gobierno no hay problema, porque él cree que está viviendo una situación "fascinante". Eso lo dijo en una entrevista concedida a un medio extranjero y, supongo que siguiendo su costumbre, después de tomarse su whisky en el avión ante de irse, esta vez a Naciones Unidas a hablar sobre Gibraltar ante un auditorio abarrotado. Nótese que lo de "abarrotado" es una ironía, gracias. Sí, es el mismo presidente del Gobierno que solventó la manifestación independentista de media Cataluña con un ahora no toca porque hay que hablar de temas serios. Es decir, Gibraltar. Porque allí de la economía del español no habló.

El caso es que teníamos unas protestas en marcha. La idea era rodear el Congreso de los Diputados. Es evidente que estoy bastante de acuerdo con las quejas por la situación actual de España, pero no acabo de tener claro por qué se rodeó el Congreso. ¡Si allí no había ni un solo ministro del Gobierno en el momento de la protesta! No es que eso sea noticia, porque ahora el presidente se va a pasar un mes sin pisarlo, esa es la consideración que tiene por el Parlamento. Casi mejor, porque da más explicaciones cuando se marcha al extranjero que cuando está aquí. Nótese de nuevo la ironía. Supongo que la idea de rodear el Congreso pasa por esa extendida idea, no muy desencaminada pero a la que hay que hacer algunos matices importantes, de que todos los políticos son iguales. Y no, no lo son. En esto no.

¿Por qué? Pues por todo lo que ha sucedido a continuación que, moleste a quien moleste, no pasa cuando gobiernan las otras siglas y no las que ahora ostentan el poder. Lo primero es el despliegue policial para blindar el Congreso. Solo eso ya tendría que producir una tristeza inmensa a cualquier demócrata. No por quien protesta, sino por el hecho de que haya que recurrir a eso ante una protesta. Es el centro de la soberanía popular y el pueblo no lo siento como suyo. Algo estarán haciendo mal quienes se sientan allí, pero "autocrítica" es una de las dos palabras desconocidas para los políticos españoles (la otra es "dimitir"). Supongo que, por coherencia, este año no habrá jornadas de puertas abiertas. Digo yo. Palabras de tristeza sí se han escuchado de miembros de algunos partidos. Del que está en el poder no. Es más, se escucharon términos muy gruesos para definir la protesta. Los motivos de la protesta, obviamente, no les interesaban.
Con o sin razón, con o sin motivos, carga la Policía. La actuación acaba con decenas de heridos y con unos cuantos detenidos. Si eso, independientemente de las razones de unos y otros, no le produce tristeza a cualquier persona que lo vea, es que algo estamos haciendo mal. Rematadamente mal. Llegar a eso evidencia un fracaso social y democrático importante. ¿Qué hace el Gobierno? Felicitar efusivamente y condecorar a los responsables policiales que han coordinado la operación. Sí señor, con un par. Eso dará sin duda a la Policía Nacional el respaldo de los ciudadanos. Sobre todo de aquellos que recibieron palos sin hacer nada o los que vivieron lo que para mí son unas escenas terroríficas, las de los antidisturbios entrando en la estación de Atotcha. A mí me parecieron imágenes de otros tiempo con otro color en el uniforme de las fuerzas de seguridad.
La reacción del PP no acaba ahí. En primer lugar, se pueden encontrar noticias que explican en una llamadita de Moncloa que la protesta se cayera de la programación en directo del canal de información 24 Horas, de RTVE (con nuevos dirigentes desde que que los populares llegaron al Gobierno). Después sale Jaime Mayor Oreja, que fue nada menos que ministro del Interior y algo sabrá por ello de todos estos temas, y justifica que no se den por televisión porque no son imágenes edificantes. Lo de la libertad de prensa y el derecho a la información como que parece que no entra en los cálculos del ahora eurodiputado. Pero luego sale la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y lo supera, planteando la necesidad de legislar sobre el derecho de manifestación. Cifuentes no tenía inconveniente en manifestarse cuando gobernaban los otros, pero, ¡ah!, cuando gobiernan ellos las manifestaciones es que no son tan divertidas. La calle es suya. O de Fraga, no lo tengo claro.

Resulta que a los detenidos se les quiere imputar un delito contra las instituciones del Estado. Nada menos. Habría que saber a qué clase de gente se le ha imputado eso desde que España es democrática. Me gustaría saberlo. Quizá así entendamos que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, relacionara estas protestas con el Golpe de Estado del 23-F. Pero llega el juez Pedraz, que por encima de todo es eso, juez, y evidentemente archiva la causa porque no hay por donde coger el asunto. Si el Congreso ha celebrado su sesión sin interferencias, si al Congreso no han llegado los ecos de la protesta porque se ha impedido que los ciudadanos se acerquen, ¿qué delito contra las instituciones del Estado se puede perseguir? Ni idea. Pero, claro, no soy jurista. Y entonces sale el ya mencionado Hernando y dice que Pedraz es un "pijo ácrata" al que responsabiliza, porque él lo vale, de todo acto de agresión o coacción que sufra un político a partir de ahora. De la presunción de inocencia de los detenidos o del respeto a la justicia ese del que se habla cuando los procesados son del PP, nada de nada.
Todo esto evidencia qué hemos perdido de una legislatura a otra. Porque aunque Rajoy diga que estamos mejor que hace un año (¿en qué? ¿se lo pregunta alguien por mí?), no creo que hayamos progresado mucho en economía, educación, sanidad, justicia y otros terrenos básicos para la vida del ciudadano. En la pasada legislatura estaríamos mal, tendríamos unos gobernantes lamentables. Pero en esta estamos retrocediendo a otras épocas que a este paso nunca terminarán de olvidarse en España. Hemos perdido en democracia. Hemos perdido en derechos. Hemos perdido en libertades. Y, qué cosas, eso solo pasa cuando gobiernan unos. Cuando gobiernan los otros, hay manifestaciones que no acaban a golpes, se ponen por televisión y se respetan desde las instituciones, y a los jueces no se les lanzan insultos de patio de colegio cuando no gustan sus sentencias. La democracia tendría que estar triste, pero luego llega la hora de votar y las urnas no evidencian esa tristeza. A lo mejor que no hay tanta gente triste por todo esto.