miércoles, julio 11, 2012

Ricos, pobres y mentirosos

Las crisis hacen que los ricos sean más ricos, los pobres más pobres y los mentirosos más mentirosos. Esta, desde luego, lo está demostrando. Y España, una vez más, demuestra ser un país diferente a tantos otros. Empecemos por lo de los mentirosos, que es lo que más gracia tiene de todo esto. Y no nos equivoquemos de conversación, porque no se trata de comparar a los políticos de un partido con los de otro. No se trata de tomar partido por unos o por otros. Se trata de mirar a la realidad, de evaluar el comportamiento de quienes ahora tiene el control de todas las herramientas que sirven al poder. Se trata de saber quiénes son y qué hacen. Ya sé que el Gobierno anterior no lo hizo precisamente bien. Y, francamente, no me importa si su labor de oposición actual es buena o mala porque en un Estado gobernado por tantas mayorías absolutas eso es absolutamente irrelevante.


Mariano Rajoy lleva muchos años mintiendo y las hemerotecas, esos lugares que ahora sirven para montar vídeos que subir a Youtube pero que durante tanto tiempo hemos ignorado, lo demuestran. Mintió sobre el Prestige cuando era vicepresidente del Gobierno. Mintió sobre el 11-M cuando era candidato a la Presidencia del Gobierno. Mintió sobre ETA cuando era el líder de la oposición. Y de economía. Es su tema preferido para mentir ahora que es presidente del Gobierno, pero miente sobre todo, y no le importa en absoluto hacerlo incluso en el Congreso de los Diputados, el símbolo de una soberanía nacional que ya importa bien poco porque lo han emponzoñado entre todos. Rajoy se presentó a estas últimas elecciones con un programa que él ya sabía que era mentira. Toda su acción de gobierno se mueve al margen de lo que su partido y su equipo plasmaron en el programa electoral. Con Rajoy, mienten sin rubor los suyos, los que han convertido la política en una acción despreciable, dedicada sólo a la consecución de poder y ganancia personal, y no en el servicio a los ciudadanos que por naturaleza tendría que ser.
Es ya a estas alturas tristemente evidente que Rajoy no tenía ningún plan. Que no tenía ni la más remota idea de cómo salir de la crisis, a pesar de que desde su partido se proclamaba tal cosa a bombo y platillo. Pero es que ni siquiera había trabajado para trazarlo, porque muchas de las cosas que ahora se saben, como el déficit de las comunidades autónomas o el agujero bancario, se las podían haber dicho compañeros suyos de partido o amiguetes colocados en consejos de administración. Pero no hay trabajo. Ni plan, ni trabajo. Es evidente, y hoy mismo lo ha reconocido de aquella manera el presidente del Gobierno en su intervención en el Congreso, que está adoptando medidas dictadas por otros. Está bastante claro que España ha perdido su soberanía, que es un país intervenido y, por tanto, obligado a adoptar medidas como las que hemos escuchado hoy. Medidas todas ellas desmentidas, incluso hace apenas pocos días, por el presidente del Gobierno o sus ministros. Por mucho que se quiera vender un desánimo social a la hora de votar, no es cierto. Mucha gente fue a votar creyendo el mensaje del PP. Muchos creyeron de verdad que el único problema que tenía España se llamaba José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos creyeron esa mentira.
Vamos con los pobres. Mariano Rajoy, como punta de lanza de un sistema social fallido y decadente, nos ha demostrado que los pobres tienen que seguir siendo pobres para que unos cuantos sigan viviendo de maravilla. Todos los llamados recortes no son otra cosa que atentados a la dignidad del ciudadano. ¿De dónde se está recortando de forma concreta? Los presupuestos de Sanidad y Educación, las prestaciones de desempleo, el sueldo de los funcionarios (y de los no funcionarios), las ayudas a los jóvenes o a la vivienda, el transporte público. ¿Qué precios aumentan? Los de los servicios, los de las prestaciones, los de los bienes de consumo. ¿A quién afecta todo esto? Al ciudadano común. Al pobre. Al trabajador. Luego hay que soportar encima comentarios vergonzosos como el del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien dice que el IVA se paga poco y por eso hay que subirlo. No, no, no. El trabajo del ministro de Hacienda es obligar al defraudador a que pague lo que debe al Estado, pero este Gobierno, con su amnistía fiscal, lo que ha hecho es perdonárselo a cambio de una pequeña limosna. Y lo que es peor, ha lanzado el mensaje de que compensa ser un chorizo y se penaliza ser una persona que cumple con la ley. Hay miles de pobres que han llegado a Madrid pidiendo ayuda. Pero de los mineros el Gobierno no ha dicho hoy ni una palabra. Un ejemplo perfecto.
Y ahora vamos con los ricos. Hoy mismo se ha conocido, al mismo tiempo que el presidente del Gobierno anunciaba la más salvaje batería de recortes, que las empresas del IBEX 35 pagan más a sus consejeros que hace un año. ¿Quién tiene que apretarse el cinturón? ¿Los ricos? ¿Los que viven bien? No. Sobre esos no hay nunca medidas. En 2010, al tiempo que comenzaron a aplicarse recortes que siempre han afectado a las clases más desfavorecidas, ya se supo que había más ricos. Dos años después, nos contaron que el número de ricos había bajado. Buscar la comparación de este dato con el del incremento de la pobreza es sencillamente descorazonados.Y lo verdaderamente triste es que hoy, en España, cuando se han adoptado medidas que van a hacer más pobres a los pobres, algo más de la mitad del Congreso de los Diputados se ha levantado y ha aplaudido. Han aplaudido la ruina de las familias. La desgracia de las personas. La ausencia de futuro de niños y jóvenes. La quiebra de un modo de vida. Lo han aplaudido. Y dormirán muy bien esta noche. No sé si serán ricos, pero sin duda sí son privilegiados. Cobran mucho dinero por un trabajo que no saben hacer y no hacen. Tienen ventajas que los demás no tenemos. Y aplauden. Fantástico.
Ese gesto, gratuito y ofensivo a partes iguales, que nada tiene que ver con las imágenes de otros países cuando han tenido que tomar medidas drásticas como las anunciadas por Rajoy, evidencia que vivimos en una sociedad en la que ya sólo importan los números. No importan las caras, las personas, las historias, las familias. Importa cuadrar no sé qué indicadores que no sé ni para qué sirven ni quién los inventó. Por mí podría irse al infierno la prima de riesgo si con ello conseguimos que no haya en este país y en este mundo una sola familia que pase hambre. Pero no. Nos hemos instalado en un mundo totalmente diferente, uno en el que los ricos son más ricos, los pobres más pobres y los mentirosos más mentirosos. Es evidente que eso último es lo de menos. Pero como los mentirosos son los que sí salen por la tele es lo que más escuece en el momento del calentón. Hasta el punto de que sólo quería acordarme sutilmente de las familias del presidente del Gobierno y sus adláteres y he acabado dándome cuenta de que España en particular y el mundo en general son lugares inhóspitos y terribles en los que cada vez es más difícil vivir con esperanza.

3 comentarios:

El Impenitente dijo...

Lo de las mentiras, los ricos y los pobres por desgracia cada vez escandaliza menos más que nada por la costumbre. Y ése es el drama. El descrédito es absoluto pero la posibilidad de cambiarlo todo no se barrunta. Reaccionamos con casos puntuales (fútbol, Miguel Ángel Blanco, cuando nos invaden los franceses). Luego viene Fernando VII y nos lo tragamos tranquilamente.

Respecto a las medidas de ayer, no es lo que nos va a costar sino la sensación, como dijiste una vez, de que te están timando. ¿Hay deuda? La hay. ¿Hay que hacer un esfuerzo? Se hace. Pero todos. No he leído que vayan a desaparecer ni las diputaciones, ni el Senado ni, ya que estamos intervenidos y gobernamos al dictado, Congreso y Gobierno central y parlamentos y gobiernos autonómicos. Y tampoco he leído que los responsables de la deuda o de la mala gestión vayan a pagar por ello. Político en España significa todos los derechos (y más), ninguna responsabilidad.

José Vte. dijo...

Hasta no hace mucho con que se hubieran hecho públicas y notorias sólo una mímima parte de las mentiras que ahora mismo nos tragamos con total tranquilidad, el sujeto se hubiera ido a su casa con el rabo entre las piernas y totalmente avergonzado. Ahora encima se rien y lo aplauden enloquecidos.

¿Alguien se imagina si en EEUU pillan a un presidente en uno solo de esos engaños a su pueblo?.

El objetivo era el poder, lo consiguieron, ahora ¡que se joda el pueblo!

Saludos

Juan Rodríguez Millán dijo...

Impenitente, ya, yo es que creo que aún con protestas el resultado de "nos lo tragamos tranquilamente" va a acabar siendo el mismo, pero aún así algo habrá que hacer y decir...

José Vicente, me alegra volver a verte por aquí. Yo creo que lo que sucede aquí es inimaginable en otros muchos sitios...

C., en eso de que los políticos son el reflejo de la sociedad estoy muy de acuerdo. Mucha gente, muchísima, se porta en sus ámbitos de actuación como los políticos en el suyo. Yo no creo que sea tan imposible, pero hace falta alguien valiente. Y hace falta ya.