domingo, junio 26, 2011
Presunto
Llegará un momento en el que a nadie extrañará que se diga que han detenido al presunto autor de un presunto delito, que presuntamente será acusado de homicidio, algo que tendrá que decidir un presunto juez si, presuntamente, el juicio se celebra cuando corresponde. Presunto, presunto, presunto, presunto. Suena mal. Es que suena mal. ¿Será capaz algún presunto periodista de este presunto país en realizar la presunta información de un presunto suceso sin llegar a utilizar la palabra "presunto"? Porque, presuntamente, se puede hacer. Que, de verdad, os lo garantizo, el español es así de rico. ¿O será un idioma sólo presuntamente rico? Es que ya no lo sé, vaya... Parecemos niños pequeños que ponen "presunto" en la frase para que nadie nos pueda acusar de nada. Si he dicho "presunto", por lo visto todo vale. Dado el nivel intelectual de la televisión española, estoy deseando que alguien en directo acuse a otro de ser "un presunto gilipollas". Porque siendo presunto, está todo solucionado y no hay demanda posible... A mí me da que tanta presunción va a acabar hasta con mis convicciones. Presuntamente, no vaya a ser que alguien me acuse de decir algo que ya no sé si he dicho o no.
domingo, junio 19, 2011
Telemadrid y "el fondo" de la información
"Pues vean algunas de las instantáneas que podemos ver hoy en el diario El Mundo. Están armados con palos y como ven muy pacifistas, muy pacifistas... Sin palabras, juzguen ustedes mismos", dijo la periodista María López en ese espacio de Telemadrid. El proceso, según se puede asumir desde fuera, es simple.
1. El 15-M dice que es pacifista. Que lo sea o no, es irrelevante en este punto informativo.
2. Telemadrid quiere decir que no lo es. De nuevo, que lo sea o no sigue siendo irrelevante, tanto como los motivos de Telemadrid para expresar esa opinión.
3. Habiendo violencia en algunas de las protestas de este movimiento (o análogos), no hay fotografías que den esa idea con la suficiente claridad. Entra en juego ese glorioso lema de "no dejes que la realidad arruine un buen titular".
4. ¿Solución de Telemadrid? Pues pongo las imágenes de cualquier otro acontecimiento donde si haya una violencia clara e irrefutable y "juzguen ustedes mismos" cuando ya les he dicho yo el signo de ese juicio.
Que sea un simple error parece difícil de asumir cuando Telemadrid es una cadena que hace poco nos deleitaba con esta lindeza que adjunto a continuación, una lindeza que pretendía equiparar al presidente del Gobierno, un señor que por muy despreciable que sea ahora para muchos tiene los votos de once millones de personas y el respaldo de eso que algunos llaman democracia. Entonces lo calificaron como un "recurso perfectamente legítimo" para diferencias las opiniones de unos y otros en aquella pieza.
miércoles, junio 15, 2011
Los límites de la protesta, el fondo de las reivindicaciones
Desprecio a quienes hostigan al alcalde de Madrid por las calles en nombre, dicen, de mantener las fietsas del Orgullo Gay tal y como han sido en los últimos años, y les desprecio tanto como a los seguidores de Bildu que silban, insultan y amenazan a concejales del PP o del PSE por las calles de los pueblos vascos. O a quienes toman espacios públicos para sus protestas sin importarles el perjuicio que causen a otros. O a quienes insultan sin medida y amenazan a veces con más armas que la mirada por vestir una camiseta de otro equipo de fútbol. O los que perjudican a millones de viajeros por una huelga sindical. Me dirán algunos que nada tienen que ver estas cuestiones entre sí. Puede que sea verdad. Puede que esté exagerando en mi juicio de valor. Pero para mí forman parte de un todo. Entre todos, entre los que disfrutan con esas tácticas, los que las han permitido y los que las defienden, hemos conseguido que en los más variados aspectos de la vida cualquier excusa sirva para levantar la mano, para lanzar un improperio, para proferir una amenaza (¿que están dispuestos a cumplir?). Hemos llegado al todo vale, porque nos vale cuando el hostigado es el contrario.
No sé por qué, pero me viene a la cabeza el famoso zapatazo que quiso darle un periodista iraquí a George W. Bush. Dada la antipatía que generaba el ya ex presidente norteamericano en todo el mundo, muy pocos criticaron el gesto del agresor. La conclusión es que como Bush es un cabrón se tiene merecido lo que le pase. Y no. Lo siento, pero no. Entonces me sentí de los pocos que censuró aquella acción violenta y ahora me empiezo a sentir un poco igual. Porque este mismo planteamiento es el que aplico a los ahora injuriados y/o agredidos (porque, sí, una agresión no es sólo que te den un puñetazo). No me gusta Gallardón. No comulgo con sus decisiones. Tampoco con su ideología. Pero la forma de colocarme frente a él no es insultarle junto a su casa, y a la vista de su hijo, cuando sale a pasear al perro con su mujer. Menos aún creo que las vías políticas que dice proclamar Bildu pasen por señalar por la calle a un concejal del PP. No creo que pedir una reforma de la Ley Electoral exija la toma por la fuerza y perjudicando a tanta gente de un espacio público tan grande y emblemático como la Puerta del Sol. Y tampoco veo provecho en animar a mi equipo insultando al rival o apedreando a los seguidores que vienen de otras ciudades para ver a sus jugadores.
Hemos llegado a un punto en que a veces conviene callar para no sufrir daño y eso, como firme defensor que soy y siempre seré de la palabra y del debate, me genera una tristeza infinita. Voy por la calle con mi cámara y tengo cuidado de qué puedo fotografíar, no vaya a molestar a alguien que decida responder agresivamente. Voy a un partido de fútbol, y me guardo mucho de vestir la camiseta del equipo de mis amores. Voy a una protesta social, y ya no siento que tenga la posibilidad de elevar una voz discrepante. Si miro a una mujer por la calle, aunque sea por casualidad, tengo la sensación de que su novio/marido/pareja/amante tiene todo el derecho del mundo de partirme la cara en respuesta. Y si escribo en un blog que algo no me gusta, ya me ha granjeado enemigos. Hemos sobrepasado los límites. Ya no respetamos nada. Lo que se nos induce a pensar es que no tiene valor ninguna idea, persona o propuesta que no sea de los nuestros. Y, en consecuencia, al no ser de los nuestros, tenemos todo el derecho del mundo de hostigarle, insultarle, vilipendiarle, perjudicarle. Todo vale. La protesta ya no tiene límites, nos los hemos cargado, lo hemos hecho entre todos. Y, con ese movimiento, el fondo de las reivindicaciones queda en nada mal que nos pese.
sábado, junio 11, 2011
El desafío de Sonia Castedo
Sonia Castedo, nueva alcaldesa de Alicante: "Lo que las urnas han dicho, no puede modificarse en otros lugares".
El nombre de Sonia Castedo se ha escrito y pronunciado en muchas informaciones relacionadas con el caso Brugal. Con esa frase viene a decirnos que ya es alcaldesa y que los jueces no van a decidir lo contrario, haya o no delitos de por medio. Interesante apreciación de la política la de esta mujer. No acabo de entender cómo es posible que un cargo electo pueda lanzar semejante desafío y que nadie salga para desautorizar esta sentencia. Bueno, sí lo entiendo. Sonia Castedo era la cabeza de lista del PP. A mí no deja de hacerme gracia que la democracia sólo le vale al PP cuando le beneficia. ¿Separación de poderes? Si un juez les investiga a ellos, no. ¿Respeto a los resultados electorales? Si ellos no ganan, no. ¿Acusaciones sin pruebas? En los demás es síntoma de que son mala gente, en ellos de que son defensores de la democracia. ¿Manifestaciones? Sólo las de ellos, que las de los demás son de gente que no es normal, de perroflautas, de rojos peligrosos.
Me asustan frases así. Pero me asusta más que dé igual. Con o sin concentraciones de indignados.
sábado, junio 04, 2011
Du, du-du, dum
Digo que con esa escena basta, pero no es verdad. Una vez he visto esa escena, tengo que ver otra. Tengo que ver el final. Pero no por el final. No. No por reírme de la humillación del personaje de Jean Hagen. Ni siquiera por seguir riéndome con Donald O'Connor y sus inagotables momentos cómicos. Qué va. Lo que necesito ver es esta cara de Debbie Reynolds. En el cine nunca he visto a una mujer más adorable que ella. En el cine. Las he visto más hermosas, más seductoras, más elegantes, más altas, más rubias. Más lo que queráis. Más adorables, ninguna. Y mira que busco, pero no hay manera de superar esa lágrima que derrama, esa sonrisa que brota a continuación. Será que soy un romántico. O será, otra vez, la magia del cine. En cualquier caso, es algo superior a mí. Me llaman esas notas esas notas para cantar con Gene Kelly (bailar desde luego que no, porque nadie, absolutamente nadie, ha bailado como Gene Kelly) y me conmueven una lágrima, una mirada y una sonrisa. Hasta el punto de que yo también querría cantar bajo la lluvia. Maldita sea que no me gusten los paraguas...