viernes, mayo 28, 2010

Historia del Mundial de fútbol

Quedan dos semanas para que empiece el Mundial de fútbol de Sudáfrica. La 19ª edición del torneo futbolístico más importante y, seguramente, el segundo evento deportivo más trascedente después de los Juegos Olímpicos. Han sido cuatro años de espera desde que Italia derrotó a Francia en los penaltis, después de la triste imagen de Zidane expulsado por golpear a Materazzi. Han sido ocho años desde la eliminación de España en los penaltis tras el infame arbitraje de un tal Al Gandhour. Han sido sesenta años desde el gol de Zarra a Inglaterra. Han sido 24 años después de la mano de Dios de Maradona y de su gol a Inglaterra. Han sido muchos años después de muchas cosas.

Algunas de esas historias, anécdotas, goles, victorias, derrotas y emocionantes momentos para el recuerdo los he ido recogiendo en los últimos meses en una pequeña historia de la Copa del Mundo que he ido publicando en Suite 101. Ahora que ya se acerca el Mundial, y para todo aquel que quiera conocer un poco más de cómo fueron las diferentes ediciones, reúno aquí los enlaces de todas esas entregas. Espero que lo disfrutéis y, sobre todo, que os sirva para conocer cosas que no sabíais y recordar otras que ya habéis vivido. El próximo capítulo comienza a escribirse el día 11 de junio. Sudáfrica. ¿España campeona por fin...?

· Antecedentes
· 1930 Uruguay
· 1934 Italia
· 1938 Francia
· 1950 Brasil
· 1954 Suiza
· 1958 Suecia
· 1962 Chile
· 1966 Inglaterra
· 1970 México
· 1974 Alemania
· 1978 Argentina
· 1982 España
· 1986 México
· 1990 Italia
· 1994 Estados Unidos
· 1998 Francia
· 2002 Corea / Japón
· 2006 Alemania
· La selección española
· Los máximos goleadores
· Récords y estadísticas

domingo, mayo 23, 2010

¿Y si yo no quería verlo...?


Será que soy un antiguo, pero no acabo de entender cómo es posible que abra el diario que abra, digital o en papel, me encontrara un primer plano del asta de un toro entrando por el cuello de un torero y saliendo por su boca. Será que no sé apreciar el valor de una imagen así, pero estoy plenamente convencido de que se podía haber informado sobre una cogida en Las Ventas sin necesidad de exponer a todos los lectores sin excepción a ver una imagen tan explícita, tan dramática, tan dura como primera aproximación a la noticia. Será que soy un integrista, pero no soy capaz de etender cómo la misma gente que censura, reprocha, critica y masacra a un producto de ficción (sea una película, una serie, un cómic o cualquier otra cosa) por su violencia, puede ver sin que se le revuelva el estómago una fotografía como la que la gran mayoría de los medios de comunicación escogieron como reclamo de sus primeras páginas.

¿Y si yo, que no me interesa y no estaba viendo el espectáculo taurino en directo, no quería ver esa imagen? ¿Cuando perdió el lector la capacidad de leer lo que quiere leer y ver las imágenes que realmente quiere ver? ¿Qué pasó con aquellas advertencias en televisión sobre la dureza de las imágenes que estamos a punto de ver? ¿Cuándo hemos decidido que todo el público está preparado para ver algo así? ¿Cuándo hemos dejado que el morbo nos gane la partida de una forma tan clara? Yo no digo que esa foto no se publique. No digo que las cámaras miren a otro lado. Lo que digo es que fue imposible ir a leer la prensa y no verla, quiera o no. Y ante una imagen dura, descarnada, violenta, dramática y desagaradable, el poder tiene que ser del individuo. Puede suceder que la veas sin quererlo, sí. Pero lo que no puede suceder es que nos la impongan. No, yo no quería verla. Y yo no la voy a poner aquí. Que cada cual haga lo que quiera.

viernes, mayo 14, 2010

Una noche en el tenis (2)

Dos años y medio después de la primera vez, de nuevo en el tenis. Y casi todo ha cambiado. Ya no es el Masters Series de Madrid, sino el Madrid Open. Ya no se juega en superficie sintética, sino en tierra batida (aunque la pista estaba mucho más rápida de lo que esperaba, igual porque la lluvia había obligado a cerrar la cubierta). Ya no se disputa en el Telefónica Arena, sino en la Caja Mágica. Ya no se celebra en octubre, sino en mayo. Lo que no cambia es el atraco sistemático al que se somete al espectador. Y no me refiero al precio de las entradas, que eso va al margen, sino de la inaceptable (pero socialmente aceptada) costumbre de impedir a la gente introducir comida o bebida en un recinto sólo para que tengan que comprarse las viandas precisas en los establecimientos interiores.

¿Qué significa eso? Que si quieres una Coca-Cola, pagas religiosamente tres euros. Que si quieres un triste sandwich de esos de máquina, van a ser cinco euros. ¿Un café con leche? 2,50. Por un paquete de M&M, te soplan tres eurazos también. Y como te apetezca un bocadillo, lo llevas claro: siete euritos. Puestos hay muchísimos, todos con los mismos precios. Vergüenza ajena daba ver a un guardia de seguridad impedir a una mujer la entrada porque llevaba... ¡una bolsa de quicos! ¿Hasta cuándo aguantaremos estos atropellos? Quién sabe. Por el momento, por entrar el baño no te cobran, no, y a lo mejor ahí está la frontera del pasotismo. Pero como quieras darle al crío (si vas con uno) el capricho de la pelota gigante, que sepas que te cuesta diez euros. Al menos hay varios escenarios para hartarte de ver tenis.

Partido estrella de la noche en la pista central, Roger Federer contra Stanislas Wawrinka (aunque se oían más gritos de ánimo y buen ambiente en las pistas en las que estaban jugando David Ferrer y Feliciano López). Dos suizos, pero sin color alguno. El número 1 del mundo (al que también vi hace dos años y medio. Es lo que tiene no escoger personalmente el día o la hora de las entradas, que todavía no he podido ver en directo a Nadal) no tuvo problema alguno para ganar el partido a su compatriota. Wawrinka empezó con fuerza rompiendo el primer saque de Federer, pero en cuanto éste le devolvió la rotura de saque en el siguiente juego se acabó el partido. Una pena, porque ver un partido de tenis resuelto casi desde el principio, y ya sin la emoción del resultado, limita el disfrute a los buenos puntos que quieran ofrecer los dos jugadores. Alguno hubo, pero para mí estuvo demasiado descafeinado todo.

La salsa de este torneo hace años la puso Manolo Santana, su director, al tomar la decisión de que modelos actuaran como recogepelotas. Con la que se montó hace unos años y ahora ya nadie habla de ello. Qué fácil es que nos acostumbremos a todo, incluso a aquello con lo que no estamos de acuerdo. Con no hacer caso a las críticas y capear el temporal durante un tiempo, uno puede hacer lo que quiera en este país (¿en todos?). A mí me sigue pareciendo absurdo que se le robe la oportunidad a un chaval apasionado del tenis de compartir un partido con sus ídolos por hacer que mande la imagen y el marketing. A las chicas se les nota mucho la falta de habilidad para manejar una pelota de tenis con las manos. Para compensar, en el torneo femenino hay modelos masculinos. ¡Viva la igualdad! Y una duda existencial... Mirad la primera foto. Las dos modelos que están junto a la red están en cuclillas. Cuando cambió su vestuario en el último set y llevaban una sudadera en lugar de tirantes, estaban de pie. Todo eso está entrenado, claro. ¿Acierto si pienso mal...?

Antes del Federer-Wawrinca, la pista central del torneo (llamada Manolo Santana; hay que fastidiarse con las casualidades de la vida, sin restar un ápice de importancia a ese nombre en la historia del tenis español) acogió un encuentro del torneo femenino, la española Anabel Medina contra la serbia Jelena Jankovic. Tampoco hubo color. El partido duró un par de minutos más que el masculino, poco más de una hora, pero aquí la española tuvo menos opciones todavía de ganar que Wawrinca. La verdad es que no veo al tenis femenino en un buen momento. Prima la fuerza sobre la técnica. Con un buen saque, están ganado casi todos los puntos. Y con buenos músculos se ganan más que con buena técnica. Jankovic es la número cuatro del mundo y tampoco es que me entusiasmara. Algún malpensado seguro que me dice que tuve mala suerte de que Jankovic eliminara en la ronda previa a Anna Ivanovic. ¿Al tenis no se iba a ver tenis...? Lo único que tengo claro es que no se puede ir con quicos...

martes, mayo 11, 2010

Meme literario

Invitado indirectamente por Sonix desde su Sonia Unleashed, ahí va un meme literario de lo más completo. Como ella, no nomino a nadie para hacerlo, quien tenga ganas de contarnos sus filias y fobias literarias puede hacerlo.

1. ¿Cuál es la obra que más veces has leído?
No tengo mucha costumbre de releer libros, más que nada porque casi siempre prefiero leer cosas nuevas. Es más, no creo haber leído nunca un libro más de dos veces. Y se que repetí, por ejemplo, con El Señor de los Anillos o El Quijote. En el caso de la trilogía de Tolkien, lo leí por primera vez de crío y lo hice de nuevo tras ver las películas. En el caso de Cervantes, una de las nefastas profesoras de literatura que tuve en el instituto, la que nos olbigó a leérnoslo de mala manera, en mal plazo y con una mala evaluación, fue lo que me llevó a dar una segunda oportunidad a un libro tan impresionante. Y ahora tengo pendiente una segunda lectura de un libro que una buena escritora hizo el favor de enviarme. Está prometida y además tengo ganas de hacerla.

2. ¿Cuál ha sido el último libro que has dejado a medias?
Tampoco suelo dejar libros sin terminar. No me gusta. Si he empezado, no es tan duro terminar. De hecho, sólo recuerdo haber dejado un libro, y lo hice no a medias sino en las primeras páginas. Fue El péndulo de Foucault, de Umberto Eco. Cuando vas pasando páginas, por pocas que sean, y te das cuenta de que no te estás enterando de nada, mejor tirar la toalla...

3. ¿Qué te suele llevar a preferir una lectura en vez de otra?
Ni la más remota idea, no hay algo concreto. Suelo fijarme mucho en las sinopsis, y si me llama la atención se ha ganado la lectura. A veces lo que me llama la atención es el lomo. Aunque parezca raro, no soy de cubiertas. Tampoco de escritores concretos, aunque eso va por fases. Ahora mismo llevo dos libros casi seguidos de Paul Auster y creo que habrá un tercero en no demasiado tiempo.

4. ¿Recomiendas libros con frecuencia? ¿Qué libros recomiendas más?
La verdad es que no mucho. No suelo verme envuelto en conversaciones literarias. Aquí en el blog alguna pincelada de los libros que leo sí suele quedar, aunque sea en forma de citas que me llevan a escribir sobre algún tema. Pero recomendar, lo que se dice recomendar, prefiero que me recomienden a mí antes que recomendar yo.

5. ¿Cuál fue el último libro de poemas que leíste?
No tengo ni la más remota idea. Mi memoria no llega a tanto, porque eso debió de ser en el instituto. No es la poesía el género que más me gusta. Le reconozco su mérito, pero el verso puede conmigo. Indudablemente, soy de prosa. Y en la prosa también hay poesía, aunque ya sé que no se refiere a eso la pregunta.

6. ¿Cuál es tu momento preferido del día para leer?
Me es indiferente, puedo leer en cualquier momento del día. Cuando más me cunde la lectura es en los trayectos, sean éstos a la hora que sean. Un viaje en tren para mí es una magnífica oportunidad para devorar dos o tres libros. El autobús de las mañanas lo es para avanzar unas pocas páginas. Menos mal que no me duró esa costumbre infantil de marearme en los transportes...

7. ¿Recuerdas el primer libro serio o adulto que leíste?
No podría jurarlo, pero lo más probable es que sea El señor de las moscas. Y reconozco que la primera vez que lo leí no me gustó demasiado. Probablemente no lo entendí del todo. Éste es otro de los que releí años después, y lo hice en inglés, curiosamente, porque es el libro que nos asignaron un verano de estudio en Irlanda.

8. ¿Te gusta ir al teatro? ¿Y leer teatro?
Me gusta mucho más de lo que lo hago. Entre unas cosas y otras, al teatro hace mucho que no voy, aunque en mis años de instituto fui bastante aprovechando que la profesora de literatura nos conseguía entradas a precios reducidos. Y con la lectura de teatro me pasa un poco lo mismo. Tanto teatro leí de estudiante, que luego perdí la práctica. Pero Hamlet, de William Shakespeare, lo devoro cada cierto tiempo.

9. ¿Lees libros con frecuencia que no sean literatura (filosofía, divulgación, biografías, guías de viaje, cómics...)?
Ahora sí que me he ofendido... El cómics ES literatura. Años y años llevo peleándome por ello, y seguiré haciéndolo, que nadie lo dude. Con eso, es obvio que la respuesta es sí, leo libros que no son literatura. Cómics muchos, y en los últimos tiempos además estoy ampliando bastante los horizontes, antes algo limitados al género superheróico. Y también caen con mucha frecuencia libros de otros temas. Cine, sobre todo.

10. ¿Prefieres comprar los libros o aprovecharte de las bibliotecas? ¿Te gusta curiosear en los mercadillos de libros (Feria del libro, libreros antiguos y de viejo...)?
Depende. Para lectura de ficción suelo tirar de biblioteca. Para lectura de no ficción me gusta más comprar. Cómics, sin duda comprar, soy un gran coleccionista de cómics. Más que en mercadillos, sí que frecuento un par de librerías de segunda mano donde he encontrado unos cuantos libros la mar de interesantes, tanto de ficción como de no ficción (sobre todo de éstos últimos). Siempre he preferido el olor de un libro viaje antes que el de un libro nuevo, aunque me gustan ambos.

11. Cuando acabas un libro, ¿cuánto tardas en empezar otro? ¿Lees puntualmente o siempre tienes un libro entre manos?
No tengo una pauta fija, aunque me acerco más a la lectura continuada. En un viaje, por ejemplo, acabo uno y empiezo el siguiente casi sin digerir el primero. De forma cotidiana, a veces sí que tengo periodos más o menos largos en los que no estoy leyendo libro alguno. Pero si es así, es también porque estoy leyendo cómics o artículos.

12. ¿Has escrito alguna vez algo que considerases literatura? De hacerlo, ¿tendrías algún género al que te inclinases más?
En absoluto. No veo nada fácil el salto de la realidad a la ficción, y siendo periodista (dícese de aquel profesional que, se supone, tiene que contar hechos verídicos) el tránsito se me hace complicadísimo. Ideas tengo, pero nunca me he atrevido a sentarme delante de la hoja en blanco para ver si les puedo dar forma. De no ficción, sin problema. Pero la literatura me queda grande. Al menos de momento. Siempre he tenido ganas de escribir un buen relato de ciencia ficción o de fantasía. Son géneros que me apasionan en todas las artes y creo que algo sé de sus claves. Pero de ahí a escribir algo decente...

13. ¿Qué libro deseas leer y jamás lo has hecho?
Vaya, qué solemne ha quedado esta pregunta... No creo que haya ninguno que pueda definir así. Hay muchos grandes libros que no he leído y que sin duda me encantaría leer, pero no es algo que me preocupe a la hora de escoger la próxima lectura. Si cae en mis manos, bien. Si no, hay otras. El único que se me ocurre citar en estos momentos que ando persiguiendo sin éxito es El factor humano, de John Carlin, el libro en el que se basó la película de Clint Eastwood Invictus. El caso es que llevo meses intentando sacarlo de la biblioteca pero siempre está cogido...

14. Un best-seller que no tengo el más mínimo interés en leer.
Casi podría decir que todos. Los fenómenos editoriales me suelen echar para atrás casi siempre. No he leído ningún Harry Potter, Crepúsculo o Millenium, y El Código Da Vinci sí porque cayó en mis manos accidentalmente. Pero para mí esa etiqueta de best-seller no me dice nada. Bueno, sí, me dice que unos cuantos expertos en marketing han decidido que ese libro lo tienen que vender como churros, pero no que el libro sea necesariamente bueno o que me vaya a gustar.

15. Un libro que nunca terminaré.
¿El pendulo de Foucault...? Igual algún día me atrevo a cogerlo otra vez...

16. Un libro unfumable.
Pues no sé qué contestar. En realidad no recuerdo haberme topado con un libro de esos que pienses que fue un grandísimo error haberlo leído. Unos me gustan más, otros me gustan menos, pero infumable no recuerdo ninguno... Supongo que la lectura la escojo con algo más de tacto que el cine, donde no me importa tragarme de vez en cuando un bodrio absoluto.

17. Un libro que me sorprendió.
Casi todos. No soy tampoco un gran experto en literatura como para saber lo que me voy a encontrar, ni tampoco soy un gran analista de lo que leo. En cualquier caso, La tregua, de Mario Benedetti, fue una gratísima sorpresa por la emoción que me produjo. 1984, de George Orwell, o Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, me dejaron alucinado. Matar a un ruiseñor choca, más incluso si ya has visto la película. El coleccionista, de John Fowles, creo que es uno de los libros que más impactado me ha dejado por lo que cuenta. En el punto de mira, de Arthur Miller, también lo podría calificar de sorprendente, por lo implicado que me tuvo durante toda la lectura. Y podría seguir hasta el infinito...

jueves, mayo 06, 2010

Esta entrada no va sobre arte

Lo aviso desde el principio, para que nadie se lleve a engaño. Esta entrada no va sobre arte. Lo digo porque empezar con la Maja desnuda de Goya puede incitar a error a quien inadvertidamente llegue a este pequeño rincón de Internet. Pero ya veréis que lo hago por vuestro bien. Bueno, se impone una precisión: lo hago por el bien de los lectores masculinos que pueda tener esta entrada. Veréis, es que hace unos días me topé con una de esas noticias que publica todo el mundo como tal y que me veo en la obligación de compartir.

Al parecer, hay un estudio que confirma que las mujeres guapas son perjudiciales para la salud de los hombres. Pero no porque generen peleas por celos entre machos viriles o algo parecido, no. Tampoco por los accidentes de tráfico que el vestuario veraniego de las féminas pueda provocar en caso de conductor masculino. Según se dice, es que esas mujeres, las guapas, provocan estrés. Tal cual. Semejante conclusión es la que ofrece un estudio elaborado nada menos que por dos universidades, la española de Valencia y la holandesa de Groningen.

La prueba del experimento era de lo más sencilla sencilla. 84 hombres tenían que resolver un sudoku (¿os podéis creer que todavía no he hecho un sudoku en toda mi vida...?) en una sala en la que estaban también un hombre y una mujer desconocidos para el hacedor de crucigramas. Si la mujer en cuestión era guapa (y yo me pregunto... ¿Eso cómo se mide? ¿Tenían mujeres guapas y mujeres feas para hacer el experimento? ¿Hicieron tras la prueba una encuesta para que los autores de sudokus valoraran a las mujeres? ¿Qué tiene que decir ante esa posiblidad el Ministerio de Igualdad?), se disparaba el nivel de cortisol en los sujetos hasta que dicha mujer abandonaba la sala.

El exceso de cortisol, apuntan, puede provocar diabetes o hipertensión. Según los autores del estudio, lo que sucede es que, en presencia de una mujer guapa, los hombres piensan que tienen que ligar con ellas. Tal cual, otra vez. Me imagino que la heterosexualidad o la homosexualidad de los sujetos de la prueba no sería una variable a tener en cuenta, aunque sí voy a lamentar profundamente que no se repitiera la prueba con 84 mujeres intentando resolver un sudoku con un hombre guapo en la sala. Por aquello de la igualdad, vaya...

Ahora comprenderéis el motivo por el que he optado por poner un cuadro de Goya en lugar de una foto de, por ejemplo, Scarlett Johansson. Única y exclusivamente por el bien de los lectores masculinos, que no quiero que se me estresen leyendo esto. Ya sé que eso no os va a impedir entrar ahora en Google, teclear el nombre de la actriz (o el de cualquier otra mujer... o sin nombre siquiera, que por lo visto para ciertas cosas es innecesario hasta esto...), pero no quiero que me culpéis de vuestro estrés. No quisiera yo tampoco que parezca que falto al respeto de los investigadores a cargo de este proyecto, que estoy seguro tendrá algún tipo de utilidad práctica, médica o científica. Pero, claro, entenderéis que me vea en la obligación de proclamar mi asombro.

Mi asombro porque, de ser ciertas estas conclusiones, yo tendría que estar severamente enfermo recordando, por ejemplo, que he trabajado durante muchos años en una redacción en la que había bastantes mujeres hermosas. Esta misma mañana acabo de hablar con otra mujer de esa especie (de las guapas, digo), aunque supongo que como la conversación ha sido por Messenger no contará, claro.

Pero el fin de semana pasado estuve en una casa rural con un enorme grupo de personas, y creo que no me llega con los dedos de las manos para contar las mujeres guapas que había. ¿Salí acaso estresado de semejante trance? Me temo que no. El caso es que todos los periódicos habidos y por haber, nacionales y locales, en papel y digitales, se han hecho eco de la noticia. ¿Un indicio de culpabilidad? No seré yo el que vuelva la vista para no contemplar a una mujer guapa, no, pero a ver si voy a ser justo la excepción que confirma la teoría...