lunes, octubre 26, 2009

La corazonada sigue viva... en Caja Madrid

¡La corazonada de Madrid 2016 sigue viva! La foto está tomada el pasado jueves en una de las oficinas de Caja Madrid del centro de la capital. La pegatina en cuestión está bien visible en su acristalada puerta principal. Y, claro, uno no sabe cómo tomárselo. ¿Será que esas pequeñas revueltas de Río de Janeiro que acaban con helicópteros derribados y unos cuantos muertos le dan todavía posibilidades a Madrid de ser sede olímpica? No parece probable, no, que si algo caracteriza al COI es su tozudez, y ya que nos tumbó la candidatura no veo yo que den marcha atrás y nos concedan ahora los Juegos. Ni aunque arda Río.

¿Será entonces que están tan ocupados en Caja Madrid por asumir los cuchillos volando que hay entre los dirigentes del PP por el control de la entidad bancaria que no tienen tiempo de quitar la pegatina? Hombre, yo entiendo que eso distrae lo suyo, que si Aguirre quiere un presidente, que si Rajoy otro, que si Gallardón dice que decida Rajoy, que si Aguirre le dice que no puede hacerlo por ley, que si Cobo dice que lo de Aguirre y los suyos es "de vómito", que si Aguirre le quiere echar del partido, que si Rajoy calla (qué raro, si eso no lo hace nunca...). Pero no creo, ¿no? Seamos serios, al pobre mandado que tiene que retirar la pegatina, poco le importan los tejemanejes del poder, porque al final no va a oler ni un euro.

¿Será entonces que ese carácter español de dejar las cosas abandonadas por mucho que hayan caducado o pasado de actualidad es el que ha llevado a no retirar todavía esta pegatina? Sí, no sé por qué, pero me da que ésta y no otra es la explicación de que la pegatina siga ahí. La misma, supongo, que me lleva a ver en el Metro de Madrid carteles de películas estrenadas cuatro o cinco meses atrás. O la misma que lleva a mi servicio técnico a tomarse su tiempo para contestar a mi aviso de que la antena no funciona. O a mi compañía telefónica a no contestar mi queja. O a cierta distribuidora a tardar ocho meses en mandarme una película ganada por el sudor de mis puntos, y a decirme ahora que la espera antes de final de año. Ay, maldita desidia...

viernes, octubre 23, 2009

"Diversión inofensiva"

Éstas son tres viñetas del número cuatro de la serie de Power Girl que está editando ahora mismo DC Comics. La heroína (la rubia), en su identidad civil secreta, va al cine con una amiga menor de edad (la morena). A la salida, mantienen este diálogo.

"- No me ha gustado. Para nada. Era muy sangrienta y violenta, y había chicas desnudas por ahí corriendo. ¿Por qué no escogiste una peli romántica?
- Me encantan las pelis de terror, especialmente las pelis de terror más duras, no las que edulcoran para la audiencia adolescente.
- ¿Ésa era edulcorada?
- Sí, no puedo llevarte a una peli que tenga la calificación "R"... Bueno, sí podría pero he preferido no hacerlo.
- Me alegro. Creo que cosas como esa sólo animan a las personas a comportarse de forma violenta las unas con las otras.
- Creo que piensas demasiado. Todo era falso y diversión inofensiva... Te lo he dicho, miembros de goma y jarabe como sangre".

En España le acaban de dar la calificación "X" a la sexta entrega de Saw. "X" es más restrictiva que la "R" americana, ya que impide que se exhiba la película así calificada en salas convencionales. Vi la primera película de Saw hace ya algunos años y no me gustó, pero no precisamente por su violencia. Sobra decir que no he visto las cuatro siguientes entregas y que Saw VI no estaba en mis planes tampoco. Pero de ahí a entender que se le dé la calificación "X" va un trecho largo. No lo entiendo porque no soy capaz de entender esa clase encubierta de censura, la misma por la que tardaron décadas en ver El exorcista en el Reino Unido. La que trata al espectador como si fuera un autómata que va a repetir en la vida real lo peor de lo que ve en la pantalla.

Se entiende de la prohibición que Saw VI hace apología de la violencia. ¿Las cinco anteriores entregas no la hacían? ¿Qué ha cambiado desde el estreno de las anteriores además de la ministra de Cultura y el director del Instituto de Cine? Si se entiende que en Saw VI se hace apología de la violencia, ¿no sería lo mismo en otras películas de psicópatas y asesinos en serie? ¿Tarantino no hace apología de la violencia en sus películas? ¿Qué tiene de diferente Estados Unidos para que entiendan estas películas como "diversión inofensiva", como se dice en los bocadillos de estas viñetas, y pongan su fe, más que en la restricción absoluta, en el sistema de calificación y en la inteligencia del personal para ver o no ver aquello que uno quiera (o que los padres decidan)?

Al organismo encargado de calificar las películas para su exhibición en España, el Instituto de Cine, dependiente del Ministerio de Cultura, habría que recordarle un par de detalles interesantes. Dicen que la gente no va al cine. Pues a los 800.000 espectadores que ha tenido de media esa saga en España les han privado de su opción preferida para este fin de semana... con lo que muchos se la terminarán descargando de Internet (y lo llamarán piratería). Dicen que la industria del cine (y espero que con eso no sólo se refieran a las películas españolas, sino a todo el conjunto de distribuidoras y exhibidores) está en peligro. Pues le acaban de cercenar cuatro millones de euros de recaudación que podría haber conseguido esta película.

Y para terminar de rematar la jugada maestra del Ministerio, resulta que tienen un mes para estudiar el recurso que ha presentado la distribuidora. Un mes. A Clint Eastwood, con lo rápido que trabaja, casi le daría tiempo en ese mes a rodar otra película para estrenarla en lugar de Saw VI. ¿Quién tiene que estudiar ese recurso? ¿A qué va a dedicar esa o esas personas el próximo mes de su vida laboral? ¿De verdad que no van a tener tiempo de estudiar el recurso? ¿Se creen que somos idiotas? Vale, obviad esa última pregunta, sí creen que somos idiotas. Y bienvenidos al maravilloso entremado burocrático que hace la vida un poco más difícil a todo el mundo.

domingo, octubre 18, 2009

Manifestándome

Vayan por delante dos ideas. La primera, que no me gustan las manifestaciones. Creo en ellas como derecho, pero no son para mí. Las veo siempre desvirtuadas, oportunistas, dirigidas, poco claras y menos efectivas. La segunda idea es que aquí no me voy a meter en el tema de fondo de la manifestación estrella de ayer y que, por descontado, no pretendo descalificar a quien salió a la calle en defensa de sus ideas. Dicho esto, siento la obligación de hablar de la manifestación de ayer en Madrid porque hay demasiados detalles que me chirrían, como persona, como ciudadano, como votante y como periodista.

Lo primero es que creo que fue un engaño. En el manifiesto en el que se convoca, en el que no hay ninguna referencia a la actual ley, se explica claramente que se trata de una protesta contra la reforma de la ley del aborto que ha aprobado el Gobierno para su envío al Parlamento. Mentira. Es una manipulación. Y no lo digo yo. Lo dice el principal convocante de la manifestación, Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia. "Una sociedad sana y humana no puede convivir con una ley permisiva del aborto, ni con la actual, ni con la anunciada, ni con ninguna", afirmó ayer. Luego la manifestación no era contra la ley del aborto, sino contra el aborto. Es un matiz demasiado importante para ser obviado.

Eso es así si tenemos en cuenta la materia de la que trataba, pero creo que no se puede tener la ingenuidad de desligar esta manifestación de la situación política general. Y hubo gente en la manifestación que así lo confesaba abiertamente, "Muchos venimos también para protestar por cómo gobierna Zapatero. Hay millones de parados y muchas familias lo están pasando fatal. No entiendo por qué no nos quejamos más", dijo una mujer llamada María Isabel Espada. Es decir, que en la manifestación podía haber votantes socialistas que no estén de acuerdo con el aborto y a quienes se ha contabilizado como persona en contra del Gobierno. Eso es falsear la realidad. Como prueba de las inteniones de la manifestación, muchas pancartas hacían alusión a dirigentes políticos del actual Gobierno (algunas, por cierto, de tan mal gusto que se descalifcan solan y aumentan el peligro de que haya gente que repudie a todos los manifestantes por culpa de algún insensato). Fue una protesta tan social como política.

Y esto queda claro también por la presencia de destacadísimos dirigentes del PP. El principal partido de la oposición falsea también la realidad. Oficialmente, no apoya la convocatoria (¿por qué?). Pero muchos de sus nombres principales allí estuvieron. ¿Acudió José María Aznar o acudió el ex presidente del Gobierno? ¿Acudió María Dolores de Cóspedal o acudió la secretaria general del PP? ¿Acudió Esperanza Aguirre o acudió la presidenta de la Comunidad de Madrid? Su negativa a apoyar la marcha con todas las letras y todas las consecuencias y la presencia al mismo tiempo de tantos de sus miembros relevantes es un engaño más a la sociedad. Una mentira electoralista, que pretende no ofender a los votantes más conservadores ni cerrar la puerta a votos más de centro. Lo que, hablando en plata, es una manipulación.

Gracias a las hemerotecas y aunque a mucha gente le dé igual, las palabras no se las lleva ya el viento. "O hay un Gobierno del PP, o hay una coalición de pancarteros, de Zapatero, de comunistas e independentistas", proclamó Aznar en un mitin de la campaña electoral antes de las generales de 2004. Aznar ayer llevó la pancarta. Esa es la más evidente contradicción entre el Aznar de hoy y el de 2004, pero no la única. No me puedo cansar de recordar que llegó a convertirse en presidente del Gobierno con los votos de CiU y PNV (¿eran ya entonces independentistas?). Pero también se puede desviar la mirada al presente. De cumplirse las previsiones, el PP votará con todo el placer del mundo en contra de los presupuestos de este año junto a CiU, ERC, IU y Nafarroa Bai. ¿Y con quién pactaría el PP en caso de ganar las próximas elecciones generales y hacerlo sin mayoría absoluta? De eso nadie dice nada. Ya encontrarán excusa en su momento.

También es interesante resaltar que, dado que la manifestación era contra el aborto, la presencia de Aznar o Esperanza Aguirre es una inmensa hipocresía. Este es el comentario más frecuente, porque es el más sencillo. ¿Cómo pueden protestar personas que han pasado por el Gobierno y no han tenido las creencias o los arrestos necesarios para modificar aquella Ley? Había gente en la manifestación que no dudaba es destacar esa contradicción, y eso les honra. No creo que pueda valer la explicación que dio Aznar, que salía a la calle en contra de la reforma propuesta, porque mucha gente no estaba allí por eso (y me remito de nuevo a las palabras de Benigno Blanco). El ex presidente, como en demasiadas ocasiones, demuestra que no tiene sentido de Estado, que le importa más autoreivindicarse y morder al rival político que la convivencia o el futuro de su país, ese que tanto dice defender pero al que no duda en atacar cada vez que sale de él.

El número de manifestantes también me llama la atención por muchos motivos. Tiendo a desacreditar las iniciativas de este tipo que inflan con descaro y sin pudor la cifra de asistentes. Es muy fácil proclamar a gritos un número. Aunque, también, sea mentira. Los organizadores hablan de dos millones. La Comunidad de Madrid, de 1,2 millones. El País calcula 265.300 personas. La Policía habla de 250.000. Y EFE difundió la cifra que le dio la empresa Lynce: 55.000 personas. Ni los organizadores, ni la Comunidad de Madrid, ni la prensa tiene la necesidad de controlar a las personas. Tiendo, por tanto, a creerme a la Policía. Y a dudar de la buena voluntad y las intenciones de quien se inventa la presencia de 1.750.000 personas. La opinión de una persona, si está razonada, cuenta para mí mucho más que la de una masa.

Las grandes cifras han llevado a muchos, organizadores y periodistas (El Mundo siempre a la cabeza), a decir que el Gobierno no puede permanecer ajeno a lo que le dice tanta gente. Ojo con el peligro que tiene esa afirmación. Ayer se celebró otra amnifestación, en San Sebastián, donde decenas de miles de personas protestaron por las detenciones de Arnaldo Otegi, Rafael Díez Usabiaga y otros destacados dirigentes de la izquierda abertzale radical al servicio de ETA. Si también a ellos les tenemos que hacer caso, hay que liberar inmediatamente a gente que la Policía considera terroristas. Si hacemos caso a las manifestaciones independentistas por su número, a lo mejor hay que plantearse ya lo quempiden. Pero, aquí como en casi todo, es fácil lanzar proclamas que aplicaremos sólo cuando convenga a quien las hace.

jueves, octubre 15, 2009

Burócratas



En los últimos meses he descubierto las interioridades del sistema sanitario de la Comunidad de Madrid, me he peleado con amables comerciales y empleados de un operador telefónico cualquiera y me he visto atrapado entre mi operador de televisión digital, mi comunidad de vecinos y el servicio técnico con el que ambos tienen un contrato firmado. A eso añado las historias relatadas por una amiga, tras sufrir dos robos en menos de un año, para solventar problemas como la sustracción del móvil, el DNI o la tarjeta sanitaria. Ante la comprobación, que no descubrimiento, de que hay gente nacida para agravar aún más los problemas y no para solucionarlos, me ha venido a la memoria esta portentosa e inolvidable escena de Las doce pruebas de Asterix.

Vaya dedicado este vídeo a todas aquellas personas que, desde una ventanilla, un mostrador o un puesto teléfonico, se dedican a hacer imposible la vida de la gente, a hacer que problemas cotidianos fácilmente solucionables parezcan la escalada del Everest, a tocar las narices del personal por el simple placer de hacerlo y a quienes ocupan un puesto de trabajo pero jamás sabrán lo que es desempeñar de verdad ese trabajo. A todos ellos, sólo puedo desearles que acaben como los burócratas a los que Asterix, el gran Asterix, sí supo cómo vencer. Yo, de momento, sigo peleando y de vez en cuando consigo alguna victoria. Pírrica, pero victoria al fin y al cabo...

miércoles, octubre 14, 2009

Terror

Terror. Eso es lo que siento cada vez que veo en la televisión algún programa que decide hacer el experimento de evaluar los conocimientos históricos, culturales y sociales de chavales de instituto. No porque no sepan alguna cosa, algo que no tiene la mayor importancia porque todos tenemos lagunas, olvidos o materias que no dominamos. En realidad, el terror viene de la más absoluta carencia de las nociones más básicas de la realidad en la que viven. De la más absoluta falta de interés por conocer el mundo que les rodea. De la nula curiosidad que tienen por las cosas. Y, sí, ya sé que no se puede etiquear de incultos bárbaros a todos los jóvenes, pero me sigue pareciendo un drama que chicos supuestamente formados e inteligentes desprecian de esta forma el conocimiento.

En el primero de los programas que vi, preguntaron a una serie de jóvenes sobre el Día de la Hispanidad. Nadie sabía que lo que se celebraba era el descubrimiento de América. Uno razonaba, espero que en un tono de broma que yo no capté, que en lugar de celebrar el viaje al nuevo continente de un italiano podríamos colocar esa festividad en el día que España ganó la Eurocopa de fútbol (y digo yo, ¿sabrá el chaval en cuestión que en 1964 ganamos otra...?). Lo más dramático de este primer programa fue cuando le preguntaron a una chica cuándo se descubrió América y empezó a decir "mil... novecientos... cuarenta y dos... No, mil ochocientos cuarenta y dos". Creo que ahí tuve que apagar la televisión. Mi ingenuidad no estaba preparada para escuchar lo que podía seguir a semejante barbaridad.

En el segundo programa, les planteaban diez preguntas sobre diversas materias a un grupo de chavales, de uno en uno y por separado. Cuestionados sobre quién escribió el Quijote, casi nadie lo supo. "Sé que empieza por 'V'", dijo una chica, mientras que otro recurría al consabido "lo tengo en la punta de la lengua" que casi todos hemos utilizado alguna vez para disimular la más absoluta de las ignorancias. Les preguntaron por el nombre del ministro del Interior. Las respuestas fueron de lo más variado: Rajoy (al menos lo fue en su día, pero me da que no estaba esa etapa en la mente de quien respondió su nombre), Camps (¡¿?!), Esperanza Aguirre (¡¡¿¿??!!) y "Zapatero, ¿no...?". Se les pidió que dijeran quienes (sí, quiénes) fueron Ortega y Gasset. Sólo uno pilló la trampa.

Creo que nunca he llegado a estudiar la Guerra Civil, siempre se acababan los cursos antes de que llegáramos a una parte tan avanzada de los programas. Y he comprobado que, hoy en día, es posible que le suceda lo mismo a otros chavales. Sólo así se puede explicar que tengan su capacidad de asimilación de la Historia tan distorsionada como para decir que aquel conflicto bélico empezó en 1975 o que una chica tenga la osadía de responder al entrevistador pidiéndole que le aclare "cuál de las dos" guerras civiles es el objeto de su pregunta.

Una de televisión. ¿Quién es Jaime Cantizano? Como la del equipo en el que corre Fernando Alonso, esa casi todos la acertaron. Pero justo esa pregunta es la que más terror me produjo. Una chica dijo, entre numerosas pausas dubitativas, que era "el representante de la Casa Real en televisión". Si me leen en Zarzuela, ruego me digan dónde puedo mandar el currículum para desempeñar ese cargo. Lo dicho, terror. Porque creo que el terror que me produce ver a alguien pensar que Valladolid está en el terreno ocupado por Tarragona o Córdoba, o que les dé igual decir que Chávez es el presidente de Cuba o Argentina ("es el que le dijo al Rey lo de por qué no te callas", dijo otra, tergiversando la realidad mejor que una televisión autonómica...) es algo que tengo más o menos superado.

Según he ido escribiendo esta entrada, mi terror ha ido creciendo...

domingo, octubre 11, 2009

Rojos peligrosos

Qué coincidencia tan interesante. Cuando la Justicia italiana decide que el primer ministro italiano no tiene la capacidad de crear una ley para que no se le pueda juzgar, resulta que unos cuantos "jueces rojos" están persiguiendo al pobre Silvio, según nos explica el propio Berlusconi. Si es que estos jueces rojos no tienen ni idea. ¡Cómo no apreciar ese portento de movimiento político! En cuanto llego al poder, promulgo una ley que me garantice inmunidad... y van y dicen que eso no se puede hacer. Qué insensatos. Claro, si es que son rojos, ¿cómo van a entenderlo? "Viva Italia, viva Berlusconi", dijo el angelito al final de un discurso en el que también dijo que "menos mal que está Silvio" para salvar al país.

La modesta y moderada reacción de Berlusconi me recordó al primer argumento detrás del cual se escondió Rajoy cuando nació el caso Gürtel. Nos recordó que Garzón, el juez que inició el oleaje, "es socialista". Rojo, socialista... tanto da. Todos peligrosos al fin y al cabo. Luego Mariano se lió un poco y tachó de "fascista" a todo aquel que se dedicara a acusar a miembros de su partido de cualquier cosa. Ahora resulta que la trama de corrupción se extiende y él pide "indiferencia". ¿La de los jueces para no investigar? ¿La de los dirigentes de su partido para seguir llevándose pasta, coches, relojes y trajes? ¿O la de los ciudadanos para seguir en la más absoluta de las ignoracias? Lo mismo da. La media docena de argumentos que hausado el PP para defender lo indefendible han ido cayendo. Hay corruptos. Y parece que se les puede pillar. Aleluya.

Pero no pasa nada. Puede que quienes se sienten perseguidos por los rojos tengan razón. Sí, sí, puede que sí. O al menos que la mayor parte de la gente crea que tienen razón, que para el caso es aún peor. Berlusconi no deja de ganar elecciones en Italia, no importa cuan escandaloso sea su último escándalo, judicial, sexual, diplomático o judicial. Camps tiene una mayor absoluta brutal en la Comunidad Valenciana y las encuestas le prometen una ventaja aún mayor en caso de que se adelantaran las elecciones. Igual que a Rajoy su victoria en las generales. Y, claro, uno no deja de pensar que tenemos lo que nos merecemos...

martes, octubre 06, 2009

La ignorancia lleva al desprecio (2)

Han llegado ya las explicaciones "con la atención y el respeto debidos" que había prometido Vicente Molina Foix a quienes no fuimos capaces de entender su furibundo e injustificado ataque contra los dibujos animados y el cómic en un artículo que publicó en la revista Tiempo hace un par de semanas. Y han llegado en una segunda columna en las páginas de la misma revista. Reconozco que esperaba otra cosa, supongo que porque mantengo cierta ingenuidad en los debates y nunca pienso que alguien defiende algo sin motivo. Y es que cuando uno lee o escucha a alguien, normalmente de cierto prestigio, soltar algún improperio contra un tercero, espera encontrar alguna justificación, alguna explicación, algo que motive el razonamiento posterior. En el primer artículo no la había, y en este segundo tampoco. Es más, de alguna forma, Vicente Molina Foix pretende ahora situarse como el agredido en este caso, cuando es él quien ha iniciado una polémica absurda e injustificada.

Decía Vicente Molina Foix en su blog que quería responder a quienes le hicieron críticas razonadas. Y, sin embargo, ha contestado a todos los demás, como deja claro con el título de su réplica: Fobias y amores locos. Ha respondido a los fanáticos que le insultaron, no a quienes pidieron educadamente una explicación. "Escribo, por desgracia, para una minoría, pues, junto a la legítima argumentación razonada de una queja o un rechazo a mi texto, lo predominante en esas ofendidas reacciones ha sido la expresión de un grotesco fanatismo propio de secta de iluminados", dice en este segundo artículo. La única interpretación que puedo hacer de esta arranque de su nuevo comentario es que he caído en la trampa. Además de buscar un motivo, cuando leo algo como el artículo original me planteo si merece la pena responder, si en mi intento de aclarar cuestiones no estaré en realidad cayendo en la provocación de quien intenta crear una polémica falsa y estéril, y hacer que su nombre se pronuncie. Aunque sea rodeado de insultos.

Y, sí, tengo la sensación de que eso, y no otra cosa, es lo que ha pretendido Vicente Molina Foix. Yo me decanto normalmente por contestar, y más cuando creo que lo que se dice se debe a una ignorancia que puedo ayudar a solventar, porque me gusta el debate serio, sosegado y argumentado. Ni sé de todo ni sé todo de nada, por lo que siempre me es grato escuchar puntos de vista diferentes, incluso discrepantes. Enhorabuena, señor Molina Foix, conmigo ha triunfado. Hablar de su segundo artículo supone reconocerle eso, que he caído en su trampa, que he perdido mi tiempo en intentar encontrar una explicación a algo que no la tenía. La polémica por la polémica, no hay nada más. Porque no encuentro otra forma de entender que no responda a los profesionales y aficionados que rebatieron su pobre argumentación original, y, sin embargo se dedique ahora a ensalzar a amigos suyos que idolatran las historietas o a defender que otros artículos suyos sobre sus particulares gustos no hayan encontrado tanta respuesta como éste.

Lo único que le puedo decir, además de hacerle notar que si ha tenido una respuesta mayoritaria no estaremos ante un arte tan minoritario como decía, es que la crítica a una obra concreta no puede equipararse al desprecio a todo un género o una industria. Por ponerle un ejemplo práctico, el desprecio hacia su columna no va a llevar a nadie a dejar de leer columnistas, igual que quien se haya aburrido con Lolita (no es mi caso, no se alarme) no dejará por ello de leer novelas. Respondiendo a sus incorrectas equiparaciones, le diré también que una cosa es censurar el cine de Kiarostami, y otra muy distinta censurar a sus seguidores. Una cosa es decir que no le gusta Up, y otra muy distinta que le produzca vergüenza que le guste a otros. Una cosa es proclamar que el cómic no le gusta, y otra muy distinta decir que como no le gusta el cómic habría que acabar con todos los reconocimientos que reciba porque a usted le gustan otras cosas, que son las que por lo visto debieran gustarle a todo el mundo. Haga lo que quiera, pero a mí ya no me pilla más. He aprendido la lección.

Hay un detalle que se me pasó por un alto al leer la primera columna. Vicente Molina Foix llama a su sección Visiones. Supongo que, en base a su defensa, escogió ese título por la tercera definición que ofrece la RAE del término visión: "punto de vista particular sobre un tema, un asunto, etc." Visto lo visto, yo prefiero entender que se trata de la quinta: "Creación de la fantasía o imaginación, que no tiene realidad y se toma como verdadera". Tenga cuidado con los molinos. O con los Skrulls, por hacerle una referencia a un cómic de esos que me gustan.