martes, diciembre 01, 2009

Difundiendo falsedades

Hace poco más de un año, un grupo de personas crearon este ejemplar de The New York Times. Cualquiera que tenga mínimos conocimientos de inglés y del mundo en el que vivimos, podrá darse cuenta de que el titular de la noticia principal demuestra que estamos ante un periódico falso que tenía la intención de remover conciencias. En sus páginas interiores, se incluyó un artículo firmado pero por supuesto nunca escrito por Thomas Friedman, un columnista que apoyó la guerra de Irak. En él se decía que "equivocarse es humano, pero imprimir, reimprimir y reimprimir alocados errores humanos es una política editorial criminalmente estúpida".

Comentan las noticias de aquel entonces que muchos de los que cogieron el periódico en Nueva York pensaronque era auténtico. Sin entrar a juzgar la ingenuidad o el conocimiento del mundo en el que viven que puedan tener esas personas, lo cierto es que es un ejemplo perfecto de lo fácil que es que cualquiera recibamos noticias falsas. El periodismo tiene (¿tenía?) la obligación de trasladar al ciudadano una información veraz. Si el receptor de esa información duda de su veracidad o de su honestidad, la transmisión es inútil. Es aún peor. En ese caso, el periodismo es inútil. Internet, además, ha supuesto un desafío inmenso al que nadie parece haberse adecuado todavía.

Hoy se ha difundido la noticia de que se había localizado a los tres cooperantes españoles que fueron secuestrados en Mauritania. Mentira. Pero ya se ha propagado. Hace un par de días, se acusó injustamente a un hombre de violar y agredir a su hijastra de tres años, que murió poco después. Falso. Pero a este hombre ya se le había hecho un linchamiento público. La Reina Sofía suspendió su viaje a Malta porque tenía gripe A. Desmentido. Pero qué más da si ya lo hemos dicho. Casos como éstos hay a patadas. Desde los asuntos más livianos, como que se anuncie a bombo y platillo la titularidad de Raúl en cada partido del Real Madrid y después se quede en el banquillo o a cualquiera de las cientos de noticias sin confirmar que se dan en los programa de corazón, hasta cuestiones mucho más graves como los dos primeros casos antes mencionados.

No pocas veces he visto la noticia de un atentado en el que se apunta la muerte del objetivo y, poco después, hay que rectificar. Recordaréis la historia del niño y del globo al que nunca se subió aunque lo dieron todas las televisiones del mundo. O de aquella actriz que coló una cadena de televisión llorando por haber metido en la lavadora un décimo de Lotería de Navidad premiado con el gordo, décimo que jamás compró. Todo eso han sido noticias. Sí, noticias. Es decir, hechos ciertos. Pero eran mentira. Ni siquiera hay grandes intereses ocultos detrás de esas informaciones. Es sencillamente que las cosas, por lo visto, suceden así.

¿De quién es la culpa de este desaguisado periodístico? De nadie, es simplemente que la vida es así. Faltaría más. Nunca hay autocrítica, nunca hay una disculpa, nunca hay una corrección de los métodos de trabajo. Nunca. Lo que sí hay es un afán desmedido y morboso por ser el primero en dar una noticia, la que sea, incluso aunque no se produzca tal noticia. No pocas veces he visto la noticia de un atentado en el que se apunta la muerte del objetivo y, poco después, hay que rectificar porque, oh, sorpresa, el objetivo no ha muerto. ¿Pasa algo por ello? En absoluto. Qué más da. ¿Que un familiar de un secuestrado o de alguien que ha sufrido un atentado pasa el peor rato de su vida por una noticia falsa? Una lástima.

¿Cuándo se van a dar cuenta los medios de comunicación del daño que pueden hacer a las personas cuando publican una noticia que no está confirmada, que no está contrastada o que, por muy fiables que sean las fuentes, puede ser falsa? ¿Quién restaura el honor y la vida de un inocente falsamente acusado? ¿Quién compensa a un familiar o un amigo que se haya hecho ilusiones por una noticia feliz falsa o que se haya desmoronado por una noticia trágica que resulta no ser cierta? La autoregulación está fracasando miserablemente porque todos los medios, desde los más grandes a los más pequeños, fallan con demasiada frencuencia. Las asociaciones de prensa no sirven para nada, porque también hay un tufo corporativista que esconde los problemas.

La única solución es la prudencia, esperar pacientemente a que las noticias se confirmen. Pero esa cualidad es inviable hoy en día. Cada medio quiere ser el primero en publicar la noticia, y eso prima incluso por encima de la veracidad de lo que se publica. Cuando salta un caso como los mencionados, todo el mundo a rasgarse las vestiduras. Cómo es posible que haya pasado algo así. Hay que hacer algo para que no se repita. Hay que machacar a los responsables. Y de pronto, nos damos cuenta de que ya nos hemos olvidado de ese último caso. O del penúltimo habría que decir, que ya se sabe cómo funciona esto. Dos días de indignación y después el olvido. Periodismo puro, ya sabéis.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"No dejes jamás que la realidad te estropee un buen titular"

Edurne

Jo Grass dijo...

Bochornoso e indignante pero a esos límites hemos llegado. La batalla de los medios por ser los primeros en ofrecer un titular está llegando a límites que rayan en la indencia. Y la posibilidad de que cualquiera que se encuentre en el lugar de los hechos y con un teléfono pueda retrasmitir en directo y colgar en la red desde atracos a asesinatos o políticos de putiferio y, en tiempo real, les ha sacado su lado más ruin y ha hecho desaparecer una cosa que antes se llamaba la ética del periodismo.
Hay una web americana de noticias que se jactan de ostentar el ranking en cuanto a difusión de atrocidades casi al tiempo que se están planeando, no ya cuando se consumen. Tiene una red de periodistas espia-colaboradores diseminados por el mundo que actúan como auténticos kamikazes en la obtención de la noticia, desde sobornos hasta las más oscuras artimañas. Entre otros éxitos se jactan de haber lanzado la noticia del asesinato de Michael Jackson cuando el cadaver estaba calentito en su casa y ni siquiera hoy está claro que fuera un asesinato.
Su lema es la frase lapidaria que ha dejado Edurne.

En fin, me acuerdo ahora mismo de una peli de Barry Levinson de 1997 en la que hace una crítica a los entresijos del poder y la manipulación de los medios feróz: "Cortina de humo" con guión de David Mamet y un elenco de lujo.

Aconsejo revisitarla.

Pd: Últimamente las veces que se me ocurre zapear en la tele para ver informativos, me he percatado que las imágenes con las que ilustran las noticias son las que envían los ciudadanos de a pié que pasaban por allí. En septiembre estuve en Perpignan en el world press photo asistiendo a una conferencia demoledora sobre la inexistencia de futuro para periodistas gráfcos en el mundo.
El fotógrafo documental ha muerto, creo que la titulaban. Entre los ponentes lo más selecto en reporteros gráficos de guerras etc.
Demoledor!

Anónimo dijo...

Pues como la vida misma.¿Cuantas veces pasa lo mismo a nivel familiar, o de compañeros de trabajo o de vecinos?
En el fondo es lo de siempre...CALUMNIA.

Unknown dijo...

Definitivamente, necesito un respiro...

Besos!

Lola dijo...

Es horrible e indignante que te cuelguen un San Benito porque después siempre queda el rescoldo de la duda. Yo la primera que me había creido que ese chico habia hecho todas esas barbaridades con su hijastra. Me gustaria darle una disculpa públicamente.
Tiene razón Jo al decir que la batalla de los medios por ser los primeros en publicar la noticia, sea o no luego verídica, es indecente.
Yo tuve aquí en Alicante un caso de un notario al que yo conocía y que lo masacraron por algo que no habia cometido. No le dejaron trabajar durante mucho tiempo y estuvo en la cárcel. Luego, cuando salió la sentencia de inocencia, nadie publicó nada sobre él y yo escribí una "carta al Director" en los periódicos, denunciando ese hecho y pidiéndole perdón públicamente por haber creido a esa prensa a veces inmunda.
Un abrazo Lola

Anónimo dijo...

Un diario prestigioso publicó la foto del acusado falsamente de violar y maltratar a su hijastra con éste pie: "La mirada del asesino". No era una mirada de asesino. No era un asesino, aunque el prestigioso periódico lo afirmara. Y en el caso de que existan indicios de que una persona ha cometido un asesinato, no será un asesino hasta que no se demuestre y un juez lo diga.
Periodismo amarillo se llama eso y es tan viejo como el periodismo. Ocurre que hubo un tiempo en el que ese género detestable se refugiaba en publiciones concretas y todo el mundo sabía a qué atenerse. Vivimos tiempos en que el amarillismo aparece en cualquier medio, incluso de los llamados "serios" en busca de audiencia y lectores, manchando la actualidad, aprovechando la credulidad de los lectores, espectadores, oyentes. El periodismo solo es importante como soporte de beneficio e intereses económicos, de influencia, políticos.No importa qué noticia se publique, el caso es que de ganancias, aunque sea falsa. Y no solo intereses económicos:alrededor de un buen reportaje de sucesos se mueven idologías partidarias de la pena de muerte y la cadena perpetua. Solo hay que leer lo que se ha pubicado.Es un asunto muy largo, complejo y ofrece muchos aspectos. Algunos muy feos como tú comentas.
El cine. Jo Grass cita una película. Yo aporto otra:"Ciudadano Kane". El gran Orson Welles señala directamente a la propiedad del periódico como responsable del amarillismo. La audiencia, el beneficio, la influencia etc. No me extenderé sobre la responsabilidad de los periodistas que ejercen su profesión de una manera tan indigna.
Buen tema el que comentas.

Claire dijo...

En la prensa del corazón las equivocaciones están a la orden del día, y supongo que los famosos, de alguna manera, están acostumbrados, o avisados de que puede ocurrir... pero lo de este pobre chico no tiene perdón. Aunque puede que este caso sea diferente, que no fueron solo los medios de comunicación, que un juez lo metió en la cárcel y eso no es mentira. Que se aclare la verdad y que paguen los culpables. Y a los medios... que confirmen mejor antes de dar las noticias. Besos.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Edurne, sí, suelo usar mucho esa frase cuando hablo de la triste situación del periodismo en España...

Jo, ese es otro de los grandes problemas del periodismo, que ahora cualquiera puede ser periodista o fotógrafo. ¿De qué sirve entonces la profesión? ¿Qué aportamos a la sociedad? Nada. Y así nos va. Lo anterior que dices lo comparto todo, ya lo sabes.

Inés, está claro que eso afecta a todos los ámbitos de la vida. Pero en este caso tenemos un agravante: la difusión. Que, por ejemplo, tu familia te calumnie es duro. Que lo haga todo un país tiene que ser terrible.

Bebita, creo que quienes necesitan un respiro son los medios. Parar, reflexionar y dejar que trabajen los profesionales de verdad. Ahí sí podríamos respirar todos, periodistas y lectores.

Lola, pues me parece genial que escribieras esa carta al director. Por desgracia, es una sección que los periódicos se autoimponen pero a la que no hacen mucho caso. Antes de llegada de Internet era la mejor válvula de escape para nuestras quejas. Ahora, benditos blogs...

Anónimo, plenamente de acuerdo con todo. Si hablamos de cine, y por hilar también con lo que decía Jo, me quedo con vuestras dos películas y os animo a todos a ver 'El gran carnaval', de Billy Wilder. Demoledora.

Clarie, lo malo es que estas cualidades apresuradas, coloquiales y poco edificantes que antes sólo parecíamos aplicar a la prensa del corazón ahora lo invaden todo. Los medios tienen más prisa que interés por trabajar bien, lo digo por experiencia. Y eso no puede ser bueno.