No creo que haya nada que pueda escribir que esté a la altura de tantos sentimientos, de tantas emociones y de tanta felicidad como me ha dejado la selección española de fútbol. Adoro ese deporte, desde chiquitín. He crecido con él, he vivido con él. Y lo más paradójico de todo, como decía en la víspera, es que nunca había podido cantar aquello de "campeones, campeones" para mí mismo. No he visto a la Real ser campeona (ya había nacido en las ligas de los años 81 y 82 y en la Copa del 87, pero no tengo recuerdos auténticos de aquellos días). No había visto a España ganar nada (la Eurocopa del 64 llegó demasiado pronto...). Hasta ayer. Hasta el 29 de junio de 2008. El día en que, por fin, canté aquello de "campeones, campeones". Y me quedé sin voz prácticamente en el primer "oé", porque llevaba todo el partido empujando. Para poder cantarlo. Y lo canté, ya lo creo que lo canté. Primero con voz. Después sin ella. Pero lo canté.
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Y cuando se pasó la euforia me salió una frase: "Así que esto es lo que se siente al ser campeón...". Es impresionante. Me dais envidia todos aquellos que lo vivís más a menudo, pero puede que no lo hayáis disfrutado tanto como yo. A mí me ha costado 30 años llegar a soltar ese grito de la forma en que lo he hecho. Y lo he compartido con millones de personas que vieron el partido por televisión y con miles que lo vieron en Viena. España es campeona. Tengo que reconocer que lo ha sido cuando menos confianza tenía en que el resultado fuera éste. Pero la alegría ha sido igualmente inmensa. Incluso tuve mis momentos de satisfacción txuri urdin, lo que no es poco tal y como tengo ahora a la Real...
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Para ver el partido, tuvimos un escenario inédito pero magnífico. Y llegamos a la conclusión de que el gafe para España era el piso en el que, hasta ayer, habíamos visto siempre a España caer eliminada. Ese piso está desocupado y en venta, por cierto (por si os interesa...), pero creo que cuando sus dueños lo vendan tendrán que poner como condición que esté deshabitado cuando España tenga que jugarse algo importante... Y teníamos unos aliados importantes: los nachos. ¿Que atacaba España? Nachos con una salsa. ¿Que había que frenar a Alemania? Los nachos con la otra salsa. Y funcionaba, ya lo creo que funcionaba... Mi camiseta de España, aquella que me había acompañado en todas las eliminaciones desde 1998, aquella que no me puse en cuartos ni en semifinales volvió ayer. Vi la final con ella. Y ganamos con ella. ¿Superticioso? ¿Quién, yo...?
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Hoy no me importa que me gusten o no los jugadores de la selección, no me importa lo que piense o pueda pensar de Luis Aragonés o Villar. Hoy no me importa nada. Hoy sólo sé que somos campeones de Europa. Hoy me he puesto la camiseta roja de España para dejar muy claro lo feliz y alegre que estoy. Mira que disfruté con Induráin, mira que me vuelve loco Alonso, mira que he tenido noches futbolísticas irrepetibles, mira que he visto a España ganar mundiales de fútbol sala, de balonmano o de baloncesto, mira que me encantan las medallas olímpicas, pero puedo decir con toda la seguridad del mundo que ayer fue el día más feliz de mi vida como aficionado al deporte. De largo...
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¡¡¡CAMPEOOOOOOOOONES, CAMPEOOOOOOOONES, OE, OE, OEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!