viernes, febrero 29, 2008

Todo un desperdicio

Me encanta hablar de política y suelo hacerlo en el blog, como sabéis los que pasáis por aquí habitualmente. Pero llega la campaña electoral y ese entusiasmo desaparece. Habréis visto que sólo el debate me ha llevado a tocar este tema en la última semana. Y es que no entiendo la utilidad de estos quince días regulados por Ley antes de unas elecciones, de verdad. Cada vez menos. Anecdotario sin importancia, frases grandilocuentes pero huecas, promesas a incumplir, estupideces sin sentido... Y, además, todo un desperdicio de dinero. Leo que los principales partidos políticos se van a gastar nada menos que 50 millones de euros en estas dos semanitas. Dinero que, en su mayoría, proviene de las subvenciones públicas que reciben las formaciones políticas. Qué desperdicio, insisto...

A pesar de mi desencanto absoluto por la campaña (que no por las elecciones, no confundir, que no tienen nada que ver por mucho que nos quieran vender que sí), estos días dejan muchas cosas que, en el fondo, muy en el fondo, tienen su gracia, y sobre las que me voy a forzar a escribir, más que nada porque algo tendré que decir, ¿no...? Y no, no voy a hablar ni de la niña de Rajoy (aunque no dejo de preguntarme por qué una niña y no un niño...) ni de su desconocimiento de lo que es un bonobús, no...

Resulta que José María Aznar ha debutado en campaña. Y lo ha hecho para decir, por encima de todo, tres cosas, tres mensajes fundamentales que deben ser algo así como su resumen de la legislatura y los motivos por los que hay que votar a su partido. Digo yo. Porque si no, no entiendo porque lo dice en un mitin. Que me pierdo, voy a esas tres cosas. La primera, que el Gobierno de Zapatero sigue negociando con ETA. La segunda, que en los cuatro años de mandato socialista ha habido, nada menos, un retroceso democrático. Y la tercera... La tercera es la que más me gusta, sí. Dice el ex presidente del Gobierno que no le gusta mirar al pasado. "Y podría hacerlo, porque nadie ha padecido lo que yo he tenido que aguantar y escuchar estos cuatro años", añade.

Lo primero, mientras no se demuestre lo contrario, forma parte de un discurso propagandístico, muy en la línea del que ha hecho su partido en los últimos cuatro años. Si tiene pruebas, que las presente o que se las dé a sus periodistas amigos y afines para que las publiquen, es lo mejor para que nadie pueda dudar de su palabra (aunque en España tengamos el hooliganismo de creer a pies juntillas lo que nos dice uno u otro político, en función de nuestra ideología política, sin exigirle nada). Lo segundo es directamente, y con perdón, una tontería. Una cosa es que no te guste un gobierno, que no compartas sus iniciativas, y otra cosa es un retroceso democrático. Hay que aprender ya de una vez la diferencia, y más cuando has tenido un cargo tan importante como el de Aznar.

Pero lo tercero... Ay, lo tercero... Eso es, sencillamente, una mentira. En primer lugar, él mismo llegó al Gobierno dentro de la mayor campaña de difamación (si fue justa o injusta que lo juzgue la gente y la historia, sobre todo la historia) a un presidente del Gobierno, a Felipe González, una campaña orquestada, además, desde Génova, y que incluyó la acusación a un jefe del Ejecutivo, por primera vez, de un asesinato de ETA. Y en segundo lugar, el presidente del Gobierno de la última legislatura, José Luis Rodríguez Zapatero, ha escuchado tantos insultos, de traidor y amigo de los asesinos para arriba, que decir lo que ha dicho Aznar es tan falso como que en Irak había armas de destrucción masiva.

No pasa nada. Es obvio que este Aznar que se proclama retirado de la política sigue siendo político. Para colmo, los lapsus de los dirigentes del PP no dejan de confundir a la gente y apuntar que Aznar sigue siendo, desde la siniestra sombra, mucho más que el presidente de honor del partido... En un mitin, esa reunión tipo akelarre que montan los partidos en torno a sus dirigentes como si fueran los nuevos mesías, el presidente del PP catalán, Daniel Sirera, dijo que después de las próximas elecciones habrá "un gobierno popular presidido por José María Aznar". ¿Debería darle a este lapsus la misma importancia que se dio desde las filas populares al que tuvo Zapatero al hablar de "accidente" en lugar de "atentado"? Y, ya que estamos, insisto: ¿debería darle la misma importancia al bonobús que la que le dio la derecha mediática al precio del café de Zapatero? La respuesta es obvia: NO. Y no lo voy a hacer, qué demonios...

Ya sólo queda una semana de sufrimiento preelectoral. Qué asco de campaña, oiga...

martes, febrero 26, 2008

Decepcionado

Pues ya hemos visto el debate... y admito que llevo horas sin saber muy bien cómo escribir sobre él. El motivo es que no me ha gustado nada todo lo que he visto alrededor del cara a cara. Nada. Ni lo previo ni lo posterior. Ni el papel de los medios de comunicación ni el de los partidos políticos. Soy un firme partidario de los debates y hoy, por encima de cualquier otra cosa, me siento decepcionado. Veo que el debate no ha servido para nada y creo que la culpa la tiene la realidad que creamos entre todos, empeñada en tragarse todo lo que realmente importa para detenerse en cuestiones como poco irrelavantes.

Llevamos meses hablando del debate. Ya dije que me parecía absurdo debatir sobre el debate. Pero el absurdo se ha convertido en una vergüenza y en una ridiculez que no sé si se da en otros países. Los medios, con sus programas previos al debate, convirtieron en noticia exclusiva haber averiguado el color de la corbata de Manuel Campo Vidal, moderador del cara a cara. Era importante saber que la mesa estaba 72 centímetros por encima del suelo. El hallazgo más espectacular de la noche fue informar de que Rajoy iba a acudir al debate no con cuatro asesores, sino con cinco. Pero todo esto nos lo cuentan en serio. De verdad. Como si tuviera alguna importancia real.

Los medios de comunicación están fracasando estrepitosamente. Están dejando que los partidos políticos le marquen la agenda, en las cuestiones de información y también en las de opinión, pero a eso último vuelvo luego. Nadie ha informado de todas las imbecilidades que han tenido que pactar PSOE y PP para que este debate se pueda celebrar como lo que son, auténticas imbecilidades. ¿Lo importante del debate era la llegada de los candidatos como si fueran los equipos de fútbol antes de un partido? ¿Lo importante era lo que iban a comer los periodistas antes del debate en el lugar en el que se celebró? ¿Lo importante es proclamar al candidato al que más cercanía ideológica tiene cada periodista o cada medio de comunicación? Cada día tengo más claro que se ha perdido por completo la noción de lo que es noticia y de lo que no lo es.

Vamos al debate. La conclusión es que, en realidad, no ha servido para mucho. Cada candidato sólo habrá convencido a los suyos. No ha sido un debate, sino un episodio más de la confrontación parlamentaria. Uno dice una cosa, el otro contesta lo que quiere. Ni uno ni otro fueron capaces de responder a las preguntas que abiertamente le formuló su adversario. Vimos dos mítines en uno. A los dos candidatos decir básicamente lo mismo que dirían a un auditorio de fieles, con unas gotitas del habitual enfrentamiento de los miércoles en el Congreso de los Diputados. No hubo novedades, sorpresas o cuestiones que animaran a decantar la balanza del voto hacia uno u otro lado. Por lo menos, nada que no supiéramos antes de ayer.

Y en eso que llegamos a la cuestión trascendente hoy para todos los medios: ¿quién ganó el debate? Y esto es lo malo de verdad de la situación. Las reacciones estaban ya previstas de antemano, sucediera lo que sucediera en el debate. Los periodistas de derechas iban a dar como ganador a Rajoy (algo que hacen con muchísima vehemencia) y los de izquierdas a Zapatero. ¿Entonces para qué ha servido el debate? Se hacen encuestas, y todas han dado como ganador a Zapatero. Pero sale la derecha mediática y dice que eso no sirve porque todos los nacionalistas, radicales y comunistas prefieren a Zapatero antes que a Rajoy y adulteran la extrapolación al resultado de las urnas. Como dijo Sentís en 59 segundos, "hay mentiras, cochinas mentiras y encuestas". ¿Entonces para qué se hacen las encuestas?

Con este panorama, ¿qué pienso yo del fondo del debate? Vayamos por candidatos. Zapatero peca de una visión demasiado bonita de la realidad. Entiendo que su papel es el de trasladar que hay un proyecto de presente que funciona y que el futuro puede ser aún mejor, pero muchas veces da la sensación de que le sobra la autocrítica y el reconocimiento de algunos problemas. Y eso que es el presidente del Gobierno que más capacidad ha tenido para pedir disculpas y asumir errores en muchas ocasiones. Pero no transmite esa sensación con facilidad. Del presidente del Gobierno me gustó su tono, expositivo y lleno de datos oficiales irrebatibles.

Rajoy, tan agresivo como durante toda la legislatura, tuvo un serio problema en el debate. No hizo ni una sola propuesta. No aportó nada de lo que hará si es el próximo presidente del Gobierno. En el mejor de los escenarios posibles para él, del que en todo caso creo que se quedó muy lejos, habrá demostrado que Zapatero no merece ser votado. ¿Pero dio algún motivo para votar al PP antes que a cualquier otro partido? Ni uno solo. Teniendo en cuenta que Rajoy ha centrado su oposición durante cuatro años en atacar al Gobierno, el líder popular ha perdido una ocasión inmejorable para dar un paso más y ofrecer algo nuevo. ¿Será que es que no hay nada más...?

De lo que dijeron ambos, hay poco novedoso que rescatar, no hay muchos titulares. Pero hay dos cuestiones que surgieron al final del debate y que decantan mi elección hacia Zapatero. Rajoy afirmó que el presidente del Gobierno "ha agredido a las víctimas del terrorismo". Seguimos en una escalada verbal que tendrá consecuencias, de eso cada día estoy más seguro. Eso, por mucho que la corte mediática del PP lo quiera negar, es crispar. Y de eso, por desgracia, Rajoy ha empleado mucho durante la legislatura.

La segunda cuestión fue una frase que ha pasado desapercibida para casi todo el mundo, pero que para mí es definitiva para entender el carácter de Rajoy y de su partido. Dijo que no estaba en juego su derrota, sino la derrota de España. En otras palabras, que todos los que no votamos al PP estamos contribuyendo a esa derrota de España. Jamás votaré a alguien con un pensamiento tan equivocado de la democracia. En unas elecciones, siempre gana la democracia. Gane el PSOE, el PP, CiU, el PNV o el que sea. Y Rajoy no lo entiende. Como no entendió que su derrota en 2004 se produjo porque más ciudadanos que votamos al PSOE que al PP.

Llegamos a las reacciones de los partidos. Sobra decir que para el PSOE ganó Zapatero y para el PP lo hizo Rajoy. Pero hay que analizar más este aspecto. Es tan evidente que las reacciones estaban escritas de antemano que da vergüenza ajena. Y da vergüenza que los medios lo sigan considerando noticia, hasta el punto de interrumpir sus emisiones para dar ambas ruedas de prensa en directo. Y como muestra del nulo valor informativo de ambas comparecencias, la primera pregunta al portavoz del PP, Pío García Escudero. Le dijeron que Rajoy no había hecho ninguna propuesta y respondió que quien no las había hecho era Zapatero, que Rajoy había hecho montones de propuestas... La realidad no importa. Ni a los políticos, ni a los medios.

Y termino con la anécdota. Con una sonrisa de sorpresa y desconocimiento, Rajoy preguntó que era un bonobús cuando Zapatero le recordó que ese era uno de los requisitos con los que, como ministro del Interior, permitió regularizaciones de inmigrantes. Para mí no es más que una anécdota sin especial importancia. ¿Pero os acordáis de la que armó la corte mediática y política del PP con lo del precio del café que dio el presidente del Gobierno en el programa Tengo una pregunta para usted de TVE? A mí ese juego no me interesa, aunque haya mucho seguidor de esa práctica de utilizar lo que conviene aunque antes se haya dicho lo contario. Se llama coherencia y la tengo como un valor muy presente. A mí lo que me interesa es lo que proponen y lo que van a hacer. Las anécdotas, para el anecdotario, pero no para los titulares a cinco columnas.

domingo, febrero 24, 2008

El amor existe

Toca un simple ejercicio práctico para esta mañana de domingo. Entrad en Google. Escribid "El amor existe". Ya os digo yo el resultado. Salen 568.000 webs que contienen esa frase. Ahora ponemos dicha frase en negativo: "El amor no existe". Y salen nada menos que 840.000 webs. Nada menos que 272.000 más versiones pesimistas que optimistas.

Vivimos tiempos en los que muchos creen que no hay nada parecido al verdadero amor. Que los románticos se han extinguido. Que las relaciones no pueden durar para siempre. Que eso de que "hasta que la muerte nos separe" es algo pasado de moda o forzado por las circunstancias sociales e históricas. Suele ser tema de muchos blogs. Renegar de la existencia del amor es muy habitual cuando se pasa un mal momento, y más ahora que los amores suelen ser tan efímeros.

¿Pero sabéis qué? Puedo confirmar que el amor existe. El viernes, una pareja de amigos me demostró, más allá de toda duda razonable, que existe. Que sigue habiendo personas románticas. Que sigue habiendo regalos de esos que hacen llorar de emoción. Que el amor no sólo existe, sino que está más vivo que nunca. Y tengo más casos para confirmarlo. Pero verlo en vivo, en estos dos amigos, ratifica la idea de su existencia.

A mí no me ha tocado, pero existe. Ya lo creo que existe. Y estoy seguro de que casi todos los que leáis esto, sobre todo los que más renegáis de su existencia, conocéis casos que demuestran que estáis equivocados, aunque tampoco os haya tocado todavía a vosotros.

jueves, febrero 21, 2008

La precampaña ha muerto. ¡Viva la campaña... y los debates!

Señoras y señores... la precampaña electoral se acaba. Pero todos tranquilos, que empieza la campaña electoral, que no nos vamos a quedar sin nuestra ración de actos absurdos, de frases grandilocuentes, de banderas agitadas y de promesas que poder incumplir... Quedan dos semanas para que tengamos que votar (esa ilusión no me la van a quitar por mucho que se empeñen). Y aunque haya un periodo legal de quince días que llaman "campaña", lo cierto es que España vive al margen de la Ley en éste como en otros muchos aspectos. La campaña no es más que la continuidad natural de una precampaña de cuatro años. Y en esas estamos... La precampaña ha muerto, viva la campaña. Pero esta vez hay un punto en la campaña que sí merece la pena: los debates.

Porque, aunque parezca mentira (yo casi pensaba que no se iban a celebrar al final), va a haber dos debates... quince años después del último, celebrado entre Felipe González y José María Aznar (qué curioso, que estos debates sólo se celebran cuando el PSOE está en el poder...; que cada uno saque su propia conclusión de ese ínfimo detalle, que yo tengo la mía propia). Reconzoco que el debate sobre los debates me ha aburrido soberanmente. Me parece inaudito que PSOE y PP están discutiendo de verdad, en serio, incluso como elementos capaces de impedir su celebración, sobre la forma de la mesa, el color del decorado, quien abre y quien cierra las intervenciones, cómo deben entrar los candidatos en el plato y sandeces similares.

Vivimos presos de la imagen y parece que no tiene la más mínima importancia lo que digan Zapatero y Rajoy. Que el debate se acaba, en realidad, cuando ellos empiecen a hablar. Y no, no me van a convencer de eso. El debate es importante. Es necesario contrastar las ideas de unos y otros, escucharles lo que tienen que decir. No creo que decidan el resultado de las elecciones, pero me parece una sanísima costumbre democrática que habría que regular por Ley. Eso acabaría con tanto debate estúpido sobre los debates. Si la Ley obligara a un debate organizado, pongamos, por la Academia de Televisión y con la señal en abierto para todos, nos ahorraríamos muchas tonterías. ¿Que luego quieren hacer más debates? Pues que los pacten, donde y como quieran. Pero que haya uno garantizado es esencial.

Y es que el debate es lo único verdaderamente interesante de la campaña que comienza esta medianoche. Porque los mítines los aborrezco. Ver a un candidato o a otro pegando gritos, lanzado insultos y descalificaciones al rival ante un grupo de personas que realmente ya han decidido votarle (no conozco a nadie que vaya a un mitin para decidir su voto o escuchar propuestas; se va a participar de una orgiástica fiesta de exaltación del candidato propio). ¿Las promesas electorales? Pues en España no sirven de mucho porque las palabras se las lleva el viento. ¿Un ejemplo? Rajoy ha prometido suprimir el famoso canon digital si gana. Pues en su programa se guarda muy mucho de prometer esa supresión. Por si acaso.

Otro detalle absurdo. Los lemas. Resulta que el lema de campaña del PP va a ser "Con cabeza y corazón". Resulta que el Partido Patriota de Guatemala, una fuerza, dicen, de ultraderecha, se presentó en 2007 con el lema "Mano dura, cabeza y corazón". Resulta que uno de los asesores de los guatemaltecos fue un tal Antonio Solá, asesor de comunicación, dicen también, cercano a José María Aznar y la FAES. Y, continúan las casualidades, Solá es uno de los fichajes de campaña de Rajoy. Ya es duro plagiar, pero plagiarse a sí mismo es tremendo. Echamos mano del archivo de campañas anteriores en otros países y cogemos el lema que nos convenga.

¡Pero es que encima el PP es reincidente en eso de copiar lemas! Hace pocos meses cogió el "Con IU es posible" que la formación que lidera Gaspar Llamazares usó en las últimas elecciones municipales y autonómicas y lo transformó en un "Con Rajoy es posible". ¿Para qué sirve entonces el lema? ¿Y para qué sirven entonces estos carteles electorales? Pues en el fondo para nada. Bueno, sí, para despilfarrar unos cuantos millones de euros que se podrían destinar a asuntos mucho más útiles y necesarios, para darle un contrato millonario a un amiguete que se encargue de crear lemas y carteles.

Cada día tengo más claro que es necesario reformar la Ley Electoral. Hay que hacer más justo el reparto de escaños y dejar para el Senado la presencia territorial. Hay que garantizar un debate. Hay que limitar el gasto de los partidos (que al fin y al cabo procede, en buena medida, de las subvenciones públicas). Hay muchas cosas que hacer. Pero resulta que nadie quiere. Y es que se mueve mucho dinero, ¿verdad...?

martes, febrero 19, 2008

Una de becarios

"Se ha frivolizado tanto la profesión, que la gente cree que ser periodista es muy fácil. Incluso los que estudian Periodismo. Viene gente de prácticas que no tiene el hábito de leer periódicos, ni oír la radio, ni ver la tele, y creen que el periodismo de verdad es ese otro al que yo llamo de otra forma". Lo dice Angels Barceló en la entrevista que publicaba el fin de semana pasado El País Semanal. Y estoy totalmente de acuerdo con ella en este y en otros puntos de lo que dice en esa entrevista. Bien es verdad que ella sí ha tenido y tiene el poder de cambiar algunas de las cosas que le disgustan, acaso en el medio en el que ella trabaja en cada momento, pero el hecho de que las apunte ya es algo a favor de ella.

Esa frase en concreto que he destacado de la entrevista me ha hecho recordar historias pasadas, sobre todo a una persona concreta, que vamos a llamar R., una becaria que pasó, por desgracia para mí, por el mismo lugar de trabajo que ocupaba yo... Hasta entonces, siempre había trabajado con becarios extraordinarios, hombres y mujeres, gente que sabía lo que hacía, que estaba deseando aprender o que al menos se dejaba la vida en lo que le encargabas con tal de hacerlo bien. Colegas con los que daba gusto estar en una redacción, personal y profesionalmente. Hasta que llegó R., al mismo tiempo que M., otro figura del que a lo mejor escribo otro día pero que tenía aún más delito porque no llegó como becario, sino como redactor. Pero es que la frase me ha recordado a R., qué le vanos a hacer.

R. no es que fuera mala periodista. Era peor. Irrecuperable para la causa por muchas horas que quisieras pasar por ella. Porque no sabía, no quería aprender y no escuchaba lo que le decías. Era una persona sin preparación personal, cultural ni profesional. No era capaz de escribir un texto publicable por mucho que se lo explicaras. De verdad, un drama. Le mandabas hacer un texto y descubrías algo horrible cuanto te tocaba corregirlo. Le dabas indicaciones de cómo mejorarlo y que fuera posible que entrara en una página de periódico mínimamente decente, y, una vez ignoradas por completo esas indicaciones, era simplemente malo. Así que, en vez de avergonzar a la muchacha, a la tercera uno optaba por escribirlo y ahorrarnos todos un poco más de sufrimiento.

Como sería la cosa, que mi ex jefa (una persona que hizo dejación absoluta de todas sus responsabilidades en la sección y que no hacía nada por enseñar a esta becaria o, de la forma más educada posible, decirle que no valía para este trabajo; eso pasa a veces y en realidad le haces un favor a una persona a la que le descubres que no vale para algo, porque así no sigue perdiendo el tiempo) decidió no encargarle ningún tipo de trabajo a menos que fuera absolutamente imprescindible para la supervivencia del mundo libre, cosa que no solía suceder. Así que, al final, se pasaba las horas sentada en una mesa leyenda la prensa. Como si estuviera en su casa. Ni aprendía ni ayudaba. Tristísimo.

Cuando todavía alguien (yo no) tenía esperanzas en que esta muchacha ofreciera algún momento de lucidez periodística, tuvo lugar la anécdota de la que me he acordado al leer a Angels Barceló. Mi ex jefa no estaba y, por algún extraño motivo, eso incitaba a R. a preguntarme a mí las cuestiones más rebuscadas (lo cual era curioso porque no teníamos la más mínima relación personal; iba a decir que sólo el "buenos días" pero es que a veces ni lo contestaba...). Estaba escribiendo un texto sobre los estrenos de cine de la semana. Y en esto que me llama la atención (llevaba dos meses ahí sentada y no se sabía mi nombre, así que lo hizo por gestos). "¿Puedo terminar la crónica con una interrogación, así, en plan reportaje?", me dice.

En un instante, evalué todas mis posibilidades para tratar de no quedar demasiado mal y, al mismo tiempo, no obligarme a rehacer yo su trabajo. Le pude decir que sí, como a los locos, a ver qué pasaba. Le pude decir que no, que no se liara y que hicera lo que sepa. Le pude preguntar qué demonios quería hacer exactamente para evitar una catástrofe antes de que se produjera. Pero, no sé muy bien por qué, decidí tirar de ironía. "Sólo si la última frase es una pregunta", le dije. Quién me mandaría... Su respuesta fue demoledora: "Pues entonces no".

Mira que le he dado vueltas a la cabeza desde entonces, pero no he sido capaz de saber qué iba a escribir la muchacha... ¿Pensaba poner una interrogación suelta, así, sin más? ¿Pensaba que se pueden utilizar las interrogaciones en castellano para frases que no son interrogativas? ¿Creía que en un reportaje, y sólo en un reportaje, en ningún otro género periodístico más, las interrogaciones se pueden poner en cualquier lado, sin que tengan ningún sentido? ¿Qué demonios quería poner...? Y ya nunca seré capaz de adivinar la respuesta de algo que pasará a la historia como una de las grandes dudas de mi vida...

viernes, febrero 15, 2008

Manipulación inverosímil

Federico Jiménez Losantos ha dicho esta mañana en su programa, en la COPE, que a la manifestación que se celebró ayer en Leganés (en defensa de los médicos cesados del Hospital Severo Ochoa y pidiendo la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y de su consejero Manuel Lamela) estuvieron presentes 50 personas. Sí, es la misma manifestación de la foto. Sí, yo también creo (y digo creo porque soy de letras) que en la foto se pueden intuir más de 50 personas.

Hoy no me importa tanto quién tiene razón, si hay que readmitir o juzgar a los médicos, si soy votante del PSOE o del PP, si la manifestación tiene razón de ser o no. Hoy lo que quiero decir es que estoy absolutamente harto de la manipulación informativa, tan inverosímil como asquerosamente partidista, que supone decir que sólo 50 personas respondieron a la iniciativa. Basta ya de torpedear desde dentro una profesión tan noble como la del periodismo. Basta ya de creer a personajes que mienten más que hablan. Mal acabaremos si los medios no toman medidas antes casos tan evidentes como éste. Y ya sé que no lo van a hacer, ya...

jueves, febrero 14, 2008

'Firefly', una serie imprescindible


Creo que nunca me ha enganchado tanto una serie como lo ha hecho ésta, Firefly. Bueno, quizá Friends, pero no tienen nada que ver. Llegué a Firefly por casualidad. Hace unos años, cuando se estrenó la película Serenity, leí que era la secuela de una serie de televisión que, al parecer, era muy buena. Como no conocía la serie ni la había visto, pasé un poco de la película. Años después, no sé muy bien por qué, se me encendió la bombilla. Había terminado de bajarme una miniserie británica escrita por Neil Gaiman, Neverwhere (curiosa, por cierto), y había quebuscar otra. Y me acordé de Firefly. Puse a bajar el piloto. Por curiosidad, porque muchagente decía que era la mejor serie que se había hecho nunca de ciencia ficción. Y con una mezcla de ilusión y escepticismo, lo vi. Y aluciné. Una auténtica maravilla que me obligó a buscar el resto de la serie y, sobre todo, información sobre la misma.

Y entonces llegaron las sorpresas. Resulta que la serie, creada por Joss Whedon sólo tiene 14 episodios, que nunca tendrá más, y que tuvo problemas desde el inicio. Whedon rodó un episodio piloto en formato panorámico y eso no gustó nada a la Fox, que quería un formato adecuado a la pantalla televisivia y decidió no emitirlo, convirtiendo el segundo capítulo en el primero, eliminando la presentación de los personajes y dejando perplejos a los espectadores, claro, que veían que les faltaba información esencial para comprender la historia. Y a pesar de ello, se engancharon. Luego, para más inri, cuando sólo había emitido nueve de los episodios, decidió cancelar la serie. Firefly murió antes siquiera de que se pudiera ver completa su primera y única temporada. Pero ya había conseguido una importante base de fans.

Los que no conocéis Firefly os estaréis preguntando de qué demonios va y qué demonios tiene para gustar tanto, siendo además una serie prácticamente desconocida. Voy a ello. Estamos en el futuro, en el primer cuarto del siglo XXVI. Tras una guerra civil, la Alianza domina la galaxia que tiene aspecto de película del oeste. Un antiguo militar del bando derrotado se ha convertido en capitán de una nave de clase Firefly llamada Serenity y se dedica al contrabando. Junto a él, una tripulación de lo más variopinta. Su número dos es una mujer negra que sirvió en su unidad militar en la guerra. El piloto de la nave, un hombre blanco, es el marido de esta mujer. Una joven sin experiencia pero con mucha intuición es la mecánico de la nave. Y un mercenario completa la tripulación. A la nave suben un predicador y un joven médico con una misteriosa carga y, ambos, un pasado del que huyen.

Primera norma rompedora para una serie de ciencia ficción: respeto a la ley física de que en el espacio no se propagan el sonido, lo que produce unas escenas de acción de una belleza tremenda. Segunda norma rompedora: la historia se rueda cámara en mano para las escenas del interior de la nave, con un estilo de documental de la vida de sus tripulantes. Tercera norma rompedora, esta para toda la ficción televisiva en general: el énfasis de la serie está en el desarrollo de los personajes, sencillamente espectaculares. Cuarta norma rompedora: el estilo narrativo cambia capítulo a capítulo sin por ello perder la esencia, mezcla drama y humor, acción y drama, con una habilidad inusitada. Y si a eso le añadimos la brillante conjunción de la imaginería del western con la ciencia ficción y unos efectos especiales brillantes, más cercanos al espíritu de las miniaturas que al grandilocuente uso de la animación por ordenador, lo que tenemos es una joya.

¿Y por qué se canceló? Buena pregunta. Las audiencias no eran malas, pero las relaciones entre el estudio y Whedon eran tirantes. La Fox no vio un exitazo y decidió cortar por lo sano. Whedon recibió permiso para intentar vender la franquicia a otro canal y tampoco lo consiguió, a pesar incluso de que los fans se acabaron organizando, teniendo amplia presencia en las convenciones americanas de ciencia ficción y creando una asociación denominada Browncoats (Abrigos Marrones). La saga no revivió hasta que se pudo hacer la película, Serenity, una muy digna continuación de la serie que provocó más de un shock en la comunidad de fans por motivos que, obviamente, no voy a desvelar. Y para enlazar los eventos de la inconclusa serie y de la película, se lanzó una miniserie en cómic de tres números titulada Those left behind (Aquellos que se quedaron atrás).

Y hay algo más, absolutamente esencial, para comprender la importancia de Firefly, un documental realizado... por fans. Done the Impossible (Hacer lo imposible) es el título de ese documental y narra cómo los fans consiguieron mantener viva la llama de Firefly a pesar de ser una serie cancelada al poco de nacer. Una anécdota de las que se cuentan en el documental ilustra perfectamente lo que siento con respecto a la serie. Un hombre, cuarenta y muchos o cincuenta y pocos años, cuenta que su hijo, al volver a casa por Navidad, le regaló el pack de la serie en DVD. ¿Una serie de ciencia ficción con aspecto de western? Le dijo que tenía que verla, que era imprescindible. Un año después, en las siguientes navidades, ni siquiera le había quitado el plástico. Y su hijo se enfadó tanto que tuvo que verla. Y le encantó. Y desde entonces se la recomienda a todo el mundo.

Yo hice lo mismo antes incluso de ver el documental. "He descubierto la mejor serie de la historia", le digo a la gente, "Firefly". "No me suena de nada", me suelen contestar. Y sigo recomendándola, cada vez más. Y ahora escribo sobre ella en este blog. De verdad que nunca me había fascinado tanto una serie como lo ha hecho Firefly. De los 14 episodios, cuatro o cinco me han hecho hasta llorar de la emoción. Todos me han encantado por un motivo u otro. Poco a poco me he enamorado de unos personajes maravillosamente bien descritos y desarrollados. De la socarronería de Mal, el capitán de la nave. De la dulzura de Inara, la acompañante. De la simpleza pero al mismo tiempo buen corazón de Jayne. De la sinceridad y bondad vitales de Kaylee. De la fuerza de Zoe. De la simpatía de Walsh. De la preocupación por su hermana de Simon. De la complejidad y sufrimiento de River. De la sabiduría del pastor Book.

Reconozco que no soy un gran seguidor de series en televisión. Me repatea esa costumbre tan española de emitir dos o tres episodios seguidos, de mezclar uno de la primera temporada con uno de la tercera, de cambiar los horarios, de pasarla a la madrugada, de matar a los espectadores a cortes de publicidad continuos y demás maltratos que sufren las series. Hasta que no llegó Internet a mi humilde morada no he empezado a ver series de verdad, como está mandado, en orden y en versión original. Sin Internet, yo nunca habría visto Firefly ni la podría estar recomendando ahora, entre otras cosas porque, si no me equivoco, nunca se ha emitido en España, ni está tampoco editada en DVD. Lo que algunos llaman pirateo a mí me ha permitido ver series que, de otra forma, no habría visto jamás. Es la mayor difusión de la cultura que he visto en mi vida. Y de eso debieran alegrarse, los primeros, los creadores. Pero no. Nos quieren cortar esa vía. Ojalá nunca lo consigan.

miércoles, febrero 13, 2008

Violencia verbal (y no verbal)

La escalada de violencia verbal a la que se han acostumbrado nuestros políticos y nuestros comunicadores pasa factura. Muchos no lo quieren ver, creen que no pasa nada por llamar "traidor" y "terrorista" a Zapatero o "fascista" y "franquista" a Rajoy. Creen que se puede decir cualquier barbaridad en un mitin político o delante de un micrófono. Como la justicia no suele actuar contra estas barbaridades, contra los políticos por sus privilegios parlamentarios, contra los comunicadores por usos y costumbres (aunque sigo pendiente de la acción judicial de Alberto Ruiz-Gallardón contra Federico Jiménez Losantos; ojalá marque el camino futuro), parecen que esas frases tan llenas de odio y rencor (o simplemente una pose partidista, quién sabe) se las lleva el viento. Pero no.
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¿Ya no nos acordamos de todo lo que sucedió en la jornada de reflexión previa a las últimas elecciones generales? ¿Ya hemos olvidado que Rato tuvo que salir escoltado de la manifestación en Barcelona tras el 11-M? ¿Ya hemos enterrado aquel intento de agresión que sufrió Bono en una manifestación de la AVT que se suponía era para honrar a las víctimas del terrorismo? ¿Tan pronto hemos dejado de pensar en que a María San Gil casi la agreden en Santiago de Compostela ayer (como se puede ver en la foto) o que a Zapatero unas crías le recibieron en Toledo, riéndose como si la cosa tuviera gracia, con pancartas de "terrorista"? Todo esto es agua pasada. Hasta que suceda algo más y lo volvamos a tratar con la misma frivolidad.
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Me asombra la poca preocupación que muestra la gente en general, y los políticos y los medios de comunicación en particular, por hechos como éstos. Son noticias de consumo rápido y no dejan huella, se olvidan. Sus protagonistas no suelen ser más que una o dos docenas de indocumentados, y eso tiende a reducir su importancia social y mediática a menos que le convenga al político o comunicador de turno agitar un poco el hecho puntual. Sólo para sacar votos o conseguir oyentes. Pero las protestas violentas (verbales y físicas) se están produciendo con demasiada frecuencia, en sitios distintos y con protagonistas muy dispares. Y cuando pasa tantas veces es que algo se está haciendo mal. Algún día nos vamos a arrepentir de todo esto, cuando suceda algo verdaderamente grave a lo que no podamos poner remedio.
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Además de la generalización de estas algaradas violentas, me preocupa el uso despreocupado de las palabras. Aquí cualquiera se puede permitir el lujo de llamar "nazi", "fascista" o "terrorista" a cualquiera. Y me preocupa más teniendo en cuenta que son los más jóvenes los que con más ligereza usan esos términos. Nacieron (nacimos) en libertad y nunca supieron (supimos) lo que era una guerra o una dictadura. Pero aún así creen (creemos) que lo saben (sabemos) todo. Y por eso se escuchan estos términos con tanta ligereza, sin pensar en lo que verdaderamente significan o representan. Ojalá todos aquellos que se creen con derecho a utilizar estas palabras supieran de lo que están hablando, leyeran libros de los que sacar lecciones para la vida o tuvieran conocimientos serios de historia. Pero no es así. Y así nos va.
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La reflexión es tan obligada, a todos los niveles, como imposible que se produzca. Nadie quiere ver un problema de fondo. Sólo se ve un conflicto localizado y puntual, una foto, que se puede aprovechar para arañar votos. ¿Que uno del PP es insultado? La culpa es la de la izquierda radical, que son un intolerantes y no merecen ser votados. ¿Que uno del PSOE es insultado? La culpa es de la extrema derecha, que son unos intolerantes y no merecen ser votados. Soluciones estándar para un problema estándar. Pero reflexionar sobre el fondo del problema... ¿para qué? Lo mismo lo solucionábamos...

Periodistas

"¿Qué le dice un periodista sin trabajo a un periodista con trabajo?
Anda, ponme otra caña".

Me contaban este chiste ayer, en un cumpleaños en el que había muchos periodistas, veinte y treintañeros. Ayer me reí al oírlo, mientras otro compañero de profesión me decía "éste triunfa mañana en la redacción".

Pero, de tan cierto como es, a uno le entran casi ganas de llorar. A pesar de que sea un chiste. Qué lástima de profesión ésta, tan bonita pero repleta de profesionales que la han dejado por las patéticas condiciones laborales que nos ofrecen los medios...

martes, febrero 12, 2008

La clave no la vio casi nadie

Zapatero dio ayer la clave. El motivo por el que tiene mi voto más que asegurado. Y no deja de ser gracioso que casi nadie haya reparado en ello. Todas las informaciones sobre la entrevista que ayer le hizo Iñaki Gabilondo en Cuatro se centran en ETA, en la ilegalización de ANV, en la inmigración... Hay hasta quien destaca el chascarrillo de que nunca ha fumado porros o que no tiene ninguna capacidad legal para cesar a Ángel María Villar como presidente de la Federación Española de Fútbol (ojalá la tuviera, ojalá...). Pero nadie, absolutamente nadie, publica lo que para mí marca la diferencia esencial entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Y eso que fue lo primero que dijo en la entrevista.

Gabilondo le preguntó si esperaba ganar las elecciones, la misma pregunta que le hizo a Rajoy hace pocos días, y si está preparado para perderlas. Y Zapatero le respondió que por supuesto que espera ganar, pero que eso depende de los ciudadanos, y que desde luego está preparado para perder porque eso forma parte de la vida democrática. Claro. Tan obvio que asusta. Pero Rajoy no lo ve igual. Rajoy no contempla de ninguna de las maneras la derrota. Y no porque esté absolutamente seguro de sí mismo y de su victoria, no. No se plantea la posibilidad de perder porque no es capaz de asumir las consecuencias, como no fue capaz de asumirlas después de la derrota en las urnas de hace cuatro años.

El PP lleva toda la legislatura sin asumir la derrota, sin comprender que son otros los que están gobernando, echando la culpa al 11-M y a la agitación posterior a los atentados de Madrid. La derrota no es parte para ellos del juego democrático. Siempre es y será que algo ha tenido que desestabilizar, que adulterar el resultado. Rajoy no emprendió la necesaria reforma en su partido y mantuvo en los puestos de responsabilidad a los mismos que le llevaron a la derrota, Ángel Acebes el primero. La culpa no era suya, era de los demás. Y por tanto la derrota no fue consecuencia de la acción libre y democrática de los ciudadanos, sino de una conjunción de hechos éticamente reprobables que nada tuvo que ver con su gestión. Los que votamos a Zapatero lo hicimos engañados, manipulados, según ellos.

Esa es la auténtica diferencia entre Zapatero y Rajoy. El famoso talante. Y se vio en esa respuesta como en tantas otras cosas. Pero echo en falta autocrítica, que no la ha habido en toda la legislatura salvo en contadísimas excepciones. A tenor de lo que explicó Zapatero en la entrevista, todo es maravilloso. Medidas sociales para todos los colectivos, economía viento en popa, una negociación que sólo fracasó por culpa de ETA, una legislatura en la que el único fallo estuvo en la actitud del PP... Sin faltarle razón en esto último (ojalá sea la última legislatura del NO absoluto a todo), el PSOE ha equivocado algunas cosas y haría bien en reconocerlo. No lo va a hacer, claro, y menos ya tan cerca de las elecciones, pero a mí siempre me ha gustado la autocrítica. Nadie es perfecto y reconocerlo es un acierto.

La entrevista me dejó otro pensamiento, digamos inquietante. Como bien decía Petrarca en su comentario de lo que escribí sobre la entrevista a Rajoy en Cuatro, sería espectacular ver a Zapatero en la COPE, entrevistado por Federico Jiménez Losantos. Así podríamos medir el verdadero potencial del presidente del Gobierno ante una encerrona periodística (que, obvia y desgraciadamente, Gabilondo no le iba a hacer; estuvo muy light, muy dentro del guión aunque quiso dar impresión de dureza). Eso sí, tengo la sensación de que quien más intentaría evitar esa entrevista no sería Zapatero, sino Federico...

viernes, febrero 08, 2008

No me convence

No, Mariano Rajoy no me convence. Cuando parece que está defendiendo un discurso más o menos coherente (no hace falta estar de acuerdo con él para saber si es coherente o no), siempre llega un momento en que desinfla esa expectativa. La entrevista de anoche en Cuatro, con Iñaki Gabilondo, me lo confirmó. Dicen sus fieles que sobrevivió al acoso de Gabilondo (que se produjo en algunos momentos, pero, la verdad, mucho menor de lo que cabría esperar; al menos Rajoy enterró para siempre ese nunca revocado públicamente boicot a Prisa e hizo lo que Aznar nunca llegó a hacer, concederle una entrevista a Gabilondo), pero a mí eso tampoco me preocupa. A mí me preocupa lo que dice, cómo lo dice y lo que no dice.

Por ejemplo. No sé por qué demonios se empeña en decir que Aguirre y Gallardón se llevan bien. No se aguantan, nunca lo han hecho, y el enfrentamiento final por su presencia en las listas para estas elecciones generales lo ha hecho aún más público y notorio. "No le quepa la menor duda", le dijo a Gabilondo cuando ironizó por la sintonía entre el alcalde de Madrid y la presidenta de la Comunidad de Madrid y lo bien que se llevan. Pues vale, lo que él diga. No entiendo tanto interés en ocultar la verdad en un asunto tan trivial como éste. ¡Si es que no es necesario que se lleven bien! Rajoy provocó una sensación igualmente ridícula al decir que no sentía que Gallardón y Aguirre se estaban disputando su silla todavía ocupada, algo que es ya obvio para el mundo entero.

Anonadado me dejó cuando las únicas costumbres españolas que supo citar y que incluirá en ese famoso contrato para los inmigrantes son la monogamia y la prohibición de la mutilación genital. Anonadado. Parece ser que la Constitución sólo sirve para luchar contra ETA y contra el Estatuto catalán. Porque para hacer cumplir las leyes no le sirve al presidente del PP. Eso sí, como no soy polígamo ni tampoco he mutilado genitalmente a nadie, al menos me queda el consuelo de que ajoy puede llegar a considerarme un buen español, bien integrado en la sociedad...

En materia antiterrorista, se le escapó alguna que otra demagogia (como pretender que se puede medir el éxito de esa política en base a la reanudación de los atentados mortales; aunque bien es verdad que eso fue en respuesta a otra demagogia de Gabilondo, el número de muertos en cada legislatura como medida para lo mismo) y lamenté profundamente que Gabilondo no le hiciera la pregunta qué más esperaba. Rajoy insistió en que cuando el PP salió del Gobierno ETA estaba "más débil que nunca". Lo han dicho tantas veces que es ya casi un dogma de fe para los populares. Y Gabilondo no le hizo esta pregunta: ¿Cómo es posible que si ETA estaba más débil que nunca el PP insista todavía a estas alturas en considerarla autora del 11-M? ¿Cómo es posible que él dijera en la víspera de las elecciones de 2004 que tenía la "convicción moral" de que ETA era la autora? Nadie le ha hecho esa pregunta a Rajoy y parece que nadie se la va a hacer nunca.

Y también me quedé sorprendido, tanto como Gabilondo, ante dos respuestas más de Rajoy. La primera fue sobre la inmigración. A la pregunta directa de qué va a hacer con el millón y medio de inmigrantes irregulares que hay en España, Rajoy sólo supo decir que no los va a regularizar. ¿Pero qué va a hacer? Sabemos lo que no va a hacer, pero ¿qué va a hacer? Y no supo decirlo. No estaba en su guión. Y después, hablando de las sedaciones, cuando dijo que no había seguido mucho el caso (pero eso no le impide defender a los suyos) y cuando se limitó a decir que él haría lo imposible para defender la vida de la gente. Una acusación velada realmente dura para alguien que aspira a ser presidente del Gobierno, y más con una sentencia que no habla de mala praxis...

En resumen, lo ya dicho, que Rajoy no me convence. Y creo que a mucha gente del PP (y me consta) tampoco, aunque le vaya a votar para que gane su partido. Veremos el lunes la entrevista de Gabilondo a Zapatero, a la espera de esos debates que me da la sensación de que los populares van a boicotear de alguna forma...

miércoles, febrero 06, 2008

Ayer y hoy, manipulación de aquí y allá

El pasado domingo se vivió una jornada de protesta a nivel mundial contra las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Hasta 131 ciudades en todo el mundo se sumaron a la iniciativa, ocho de ellas españolas: Madrid, Barcelona, San Sebastián, Bilbao, Valencia, Oviedo, Salamanca y Las Palmas de Gran Canaria. Siempre es necesario destacar todas las protestas contra toda clase de violencia, y a eso me sumaré siempre.

En la de la capital estuvo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, como se puede comprobar en la foto de la izquierda. Aguirre sostenía una camiseta que decía "No más secuestros. No más mentiras. No más muertes. No más FARC". En esa y en las demás concentraciones se pudieron leer pancartas con lemas como "A Colombia la queremos viva, libre y en paz", "No más violencia. No más secuestros", "Sí a la libertad, sí a la vida, Colombia sin FARC".

Eso es hoy. Ayer era otra cosa.

En la foto está, a la derecha, con barba y gafas, Raúl Reyes, comandante de las FARC. El de la izquierda era entonces presidente de la Generalitat Valenciana, después fue ministro de Trabajo y la pasada legislatura fue el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Su nombre, Eduardo Zaplana. Zaplana recibió a Reyes en la sede del gobierno autonómico en el año 2000 en el marco de una gira de las FARC por Europa. Federico Trillo, entonces presidente del Congreso y después el ministro de Defensa con el que se entró en la guerra de Irak, también recibió a la delegación de las FARC.

La gira europea de la delegación de las FARC se produjo durante lo que en Colombia se llamó "proceso de paz" (¿os suena la expresión? ¿recordáis cómo se denostó en España el uso de esos términos para referirse al diálogo del Gobierno del PSOE con ETA?), una etapa que comenzó en 1998 y culminó desgraciadamente en fracaso en 2002. Aquel proceso de paz fue un intento tan noble de acabar con la violencia en Colombia como el que se ha producido en España en la recién finalizada legislatura para terminar con el terrorismo de ETA. Pero la visión política no es la misma desde un lado y de otro, en una época y en otra.

Curiosamente, casi todo el mundo intentó olvidar estas imágenes de Zaplana tras el fracaso del proceso de paz. Pero se pusieron nuevamente de actualidad después de que grupos cercanos a ERC las sacaran tras el linchamiento público y mediático (merecido por la forma en la que actuó, todo hay que decirlo) a Josep Lluís Carod-Rovira por reunirse en secreto con la cúpula etarra. Y curiosamente, tras recordar Esquerra esta información, varias de las webs que tenían colgadas esas fotos las hicieron desaparecer nada más recordarse aquella noticia. Cosas que tiene la maquinaria propagandística, supongo... Pero como Internet es demasiado incontrolable, todavía se pueden encontrar.

Eso sí, para que veáis que la manipulación viene de todas partes (y es igualmente asquerosa y denunciable), es interesante destacar un pequeño detalle. Muchas webs que todavía hoy utilizan esta imagen de Zaplana para atacar al PP ponen el énfasis en que las FARC están incluídas en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. Pero su entrada en la lista no se produjo hasta el año 2001, un año después de la famosa reunión del dirigente popular con los hoy considerados terroristas casi a nivel mundial. Ya sabe, miente que algo queda... Qué triste es todo esto...

lunes, febrero 04, 2008

Máscaras de carnaval

Cádiz y Tenerife podrán tener más fama, pero Tolosa es un sitio donde los carnavales nunca, nunca, nunca han dejado de celebrarse, ni siquiera durante la prohibición que dictó el régimen franquista. Este fin de semana he estado allí, en Tolosa, por segunda vez en fechas carnavaleras, y el pueblo ofrece un aspecto sencillamente impresionante. Lo difícil allí es ver a alguien que no lleve un disfraz. Y vale como disfraz casi cualquier cosa. Desde una peluca a una bolsa de plástico colocada a modo de capa. Todo vale. El caso es disfrazarse y, por unos momentos, convertirse en otra persona, decir algo que en condiciones normales no diríamos y, simplemente (que no es poco), pasarlo bien.
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En Carnavales se puede ver de todo. Desde un Spider-Man con espada o pistola láser, por mucho que ni en el cómic ni en el cine llevara esas armas, a un Homer Simpson, pasando por cualquier personaje de ficción que se os ocurra. Incluyendo parodias de paradias. Porque es impresionante ver dentro de un contenedor a dos tipos disfrazados de Tolosunis, versión local de los Batasunis de ETB, que a su vez son una parodia de los Lunis de TVE.
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La actualidad también está presente. Desde los ladrones de cobre que han dejado sin línea teléfonica durante meses a algunos pueblos hasta las azafatas de Alcohol Viajes con Melendi como inspiración. Críticas a la iglesia, alusiones al equipo de fútbol local (que no es otro que la Real, pasaos por mi blog Corazón Txuri Urdin para más sobre este aspecto del Caranaval). Todo vale. Incluso hacer proselitismo de ficción para acudir a la manifestación en favor de la familia convocada por la Conferencia Episcopal hace algo más de un mes en Madrid, con caras de buenos y una virgen a medio vestir.
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Una carroza con las Spice Girls (en realidad, cinco tipos disfrazados como tales; es curioso cómo muchas mujeres se disfrazan de hombres y muchos hombres de mujeres: la palma se la llevó un grupo de chicas como jugadores de rugby y sus chicos como animadoras, sencillamente brillante), incluso el coche de los Cazafantasmas, sólo que sus pistolas no disparaban rayos sino agua, pasando por un grupo de frankensteins que creaban a otro frakenstein en una camilla. Demonios alados, puestos de caza, gente que no duda en convertirse en estatua, en Cristo o en subirse a un pedestal artificial con tal de que su disfraz sea el más comentado de la jornada.
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Disfruté mucho viendo el panorama, la verdad es que es una fiesta digna de conocer, y Tolosa es de lo mejor para ello. Pero admito que no me va mucho eso de disfrazarme. No sé, quizá es que no me gusta llevar máscara... Quizá es que me repatea que haya tanta gente en esta vida, en demasiados ámbitos, dispuesta a llevar máscara y no precisamente en carnavales. Acabo de caer... estamos en campaña electoral. Quizá convendría que, por decreto, los carnavales no se celebraran en precampaña... ¿O quizá habría que pedir que las elecciones no se celebraran durante el carnaval...? Mejor lo dejamos correr, porque seguramente eso no conseguiría quitar la careta de nuestros políticos, medios de comunicación y demás actores (sí, estoy hablando de la Iglesia) deseosos de conseguir su cuota de poder institucional y económico, ¿verdad...?